Después de cinco años de meticuloso trabajo, los Museos Vaticanos celebran la vuelta del ‘Apolo del Belvedere’, una de las esculturas más icónicas de la antigüedad, a la vista del público. Esta restauración no solo ha permitido devolver la estabilidad a la obra, sino que ha sido un proceso cuidadoso que respeta su historia y garantiza su conservación para las generaciones futuras.
El ‘Apolo del Belvedere’, una estatua de mármol de 224 cm, es considerada una de las joyas del arte clásico. Es una representación del dios griego Apolo, en pleno acto de caza, que ha capturado la imaginación de artistas y eruditos durante siglos.
Sin embargo, su historia está marcada por un largo recorrido de deterioro causado por el paso del tiempo, traslados y su exposición a diversos entornos. Desde su descubrimiento en 1489 en la colina del Viminale en Roma, hasta su traslado al Vaticano en 1508 por orden del papa Julio II, la estatua ha sufrido daños en varias partes de su estructura, incluidos tobillos, rodillas y brazos.
La directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, expresó su alegría al reinaugurar la escultura tras la restauración. “Es un día de fiesta para los Museos Vaticanos porque finalmente volvemos a exponer al público un icono de belleza, una de nuestras obras maestras”, declaró en una conversación con EFE.
Este proceso, que se extendió durante cinco años debido a la pandemia, ha sido una oportunidad para estudiar en profundidad el estado de la escultura, reparar sus fracturas y mejorar su estabilidad mediante un mástil metálico innovador, que garantiza que el peso de la obra no vuelva a comprometer su integridad.
Uno de los avances más importantes de esta restauración ha sido la incorporación de una nueva mano, diseñada para integrarse a la obra sin alterar su originalidad. Jatta resaltó que todas las intervenciones son reversibles, lo que asegura que los cambios puedan ser revertidos en el futuro si es necesario.