La investigación sobre las instituciones revela las causas de la riqueza y la pobreza en el mundo contemporáneo.
El Premio Nobel de Economía ha sido concedido a tres destacados académicos por su valiosa contribución al entendimiento de las dinámicas que determinan el desarrollo económico de las naciones. El lunes, Daron Acemoglu y Simon Johnson del MIT, junto con James Robinson de la Universidad de Chicago, fueron reconocidos «por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan la prosperidad», poniendo de relieve la creación de tradiciones políticas y económicas que promueven la riqueza de forma amplia.
Este premio, oficialmente conocido como el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel, representa la máxima distinción en el ámbito económico e incluye una recompensa de 1.1 millones de dólares que será dividida entre los tres investigadores. La labor de Acemoglu, Johnson y Robinson ha sido crucial para responder a la pregunta de por qué algunos países alcanzan niveles de riqueza mucho más altos que otros.
A diferencia de las teorías que vinculan estas diferencias con factores como la geografía o la cultura, los investigadores muestran que los colonizadores europeos adoptaron enfoques diversos en distintos lugares, lo que llevó a resultados marcadamente diferentes. En regiones donde los recursos naturales eran abundantes y las enfermedades hacían la vida inhóspita para los colonizadores, la estrategia se centró en la extracción de riqueza y en la explotación de las poblaciones nativas como mano de obra.
Por el contrario, en territorios como Estados Unidos, Canadá y Australia, los colonizadores europeos establecieron sistemas de derechos de propiedad, tribunales independientes y otras instituciones que fomentaron el crecimiento económico a lo largo del tiempo. La Nobel committee resumió su trabajo diciendo: «Las instituciones que fueron creadas para explotar a las masas son perjudiciales para el crecimiento a largo plazo, mientras que aquellas que establecen libertades económicas fundamentales y el estado de derecho son beneficiosas».
Los académicos destacan que, «incluso si los sistemas económicos extractivos ofrecen ganancias a corto plazo para una élite gobernante, la introducción de instituciones más inclusivas, menos extracción y el estado de derecho generaría beneficios a largo plazo para todos». Este planteamiento invita a reflexionar sobre las estructuras que conforman nuestras sociedades y su impacto en el desarrollo económico.
Sin embargo, esta premiación también plantea preguntas cruciales: ¿Cómo se pueden transformar las instituciones extractivas en modelos más inclusivos y sostenibles? ¿Qué rol deben jugar los gobiernos y las organizaciones internacionales en este proceso de cambio? La búsqueda de respuestas a estas interrogantes será fundamental para entender cómo se puede fomentar un crecimiento equitativo y duradero en las naciones que aún enfrentan la pobreza.