La llegada de médicos cubanos a México, inicialmente presentada como una solución para suplir la escasez de personal en zonas vulnerables, ha sido objeto de una polémica creciente tras las revelaciones del periodista Fernando del Rincón en CNN. Según una investigación de la ONG Prisoners Defenders, varios de los profesionales de la salud enviados por el régimen cubano serían, en realidad, militares encubiertos, una afirmación que ha encendido el debate sobre la verdadera naturaleza de las llamadas misiones médicas cubanas.
Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció en mayo un acuerdo para traer médicos cubanos al país, el programa ha estado bajo el escrutinio de sectores críticos que denuncian posibles violaciones a la soberanía nacional. La investigación, titulada “La verdad militar detrás de las misiones médicas cubanas”, revela que un importante número de los 60 médicos que llegaron al estado de Nayarit en julio no serían especialistas altamente capacitados, sino miembros de las fuerzas armadas de Cuba.
Javier Larrondo, presidente de Prisoners Defenders, expresó su preocupación sobre el verdadero perfil de los enviados: «No existen evidencias concluyentes que demuestren que estos individuos son verdaderos especialistas médicos. De hecho, muchos de ellos son médicos de familia sin la capacitación adecuada para realizar especialidades», comentó. Además, agregó que su arribo a México se dio a través de aeropuertos militares, evadiendo los controles de inmigración regulares.
Estas revelaciones recuerdan lo ocurrido en Venezuela, donde personal cubano supuestamente médico también fue denunciado por tener vínculos militares, lo que ha provocado sospechas sobre el uso de estas misiones para fines que van más allá de la asistencia médica. Según la ONG, la operación de los médicos cubanos en México sería un reflejo de esta táctica de infiltración.
Uno de los aspectos más controversiales es el trato laboral que reciben los médicos cubanos. El informe señala que, aunque el gobierno mexicano paga aproximadamente 10,700 dólares mensuales por cada médico, solo una pequeña fracción de este dinero llega a los profesionales. “De los 10,700 dólares, apenas reciben 600 dólares, lo que ha llevado a varios de ellos a desertar en busca de mejores condiciones en Estados Unidos”, denunció Larrondo.
Este tipo de prácticas ha llevado a un grupo de críticos a cuestionar la ética de las misiones médicas cubanas, en las que los profesionales se encuentran en una situación de casi servidumbre, con el régimen cubano controlando sus movimientos y limitando su capacidad de abandonar la misión. Las deserciones no son un fenómeno nuevo, pero su aumento ha puesto en evidencia la dura realidad de los médicos que participan en estas misiones.
La situación también ha generado preocupaciones sobre el impacto de estas prácticas en el sistema de salud mexicano. Si bien los médicos cubanos fueron traídos con el fin de paliar la falta de personal en áreas desatendidas, la falta de certificaciones y la presunta infiltración militar generan dudas sobre la calidad de los servicios que ofrecen y las posibles repercusiones en la confianza de la población.
El gobierno de México, por su parte, no ha emitido una respuesta oficial ante las graves denuncias presentadas por la ONG y los medios internacionales. Sin embargo, se espera que el tema continúe siendo objeto de debate, especialmente en un contexto donde la relación con Cuba y la cooperación médica han sido uno de los pilares de la política internacional de López Obrador.
Al final, el caso de los médicos cubanos en México plantea serias interrogantes sobre la relación entre ambos países y el uso de la medicina como herramienta política. ¿Hasta qué punto es legítimo comprometer la soberanía de un país bajo el pretexto de asistencia humanitaria? ¿Es posible que estas misiones encubran fines menos altruistas? Y lo más importante, ¿qué se debe hacer para garantizar que la atención médica en México no se vea afectada por intereses geopolíticos externos?
En un mundo donde las relaciones internacionales y las políticas migratorias son cada vez más complejas, este caso pone en evidencia los desafíos que enfrenta la comunidad global para asegurar que la ayuda humanitaria no se convierta en una herramienta de manipulación. La situación sigue en desarrollo y el tiempo dirá si el gobierno mexicano actuará ante estas denuncias o si continuará con su actual enfoque, sin tomar en cuenta los crecientes cuestionamientos.