En las últimas horas, el puente Pumarejo se ha visto sumido en monumental congestión vehicular, debido a las protestas que han convocado a un número significativo de personas.
Si bien el derecho a la protesta es fundamental en cualquier sociedad democrática, es crucial encontrar un balance que respete también el derecho de los demás a la libre circulación, tal como lo establece la Constitución Política de Colombia.
Los artículos 24 y 100 de nuestra Carta Magna garantizan a toda persona el derecho a circular libremente por el territorio nacional, aunque con ciertas limitaciones que deben ser establecidas por la ley.
Así las cosas y en este sentido, es necesario recordar que la libre expresión y el derecho a manifestarse no deben interferir con la libertad de movimiento de los demás.





Las recientes manifestaciones, aunque legítimas en su causa, han generado un clima de caos y descontento entre quienes se ven afectados por los trancones. Las protestas, si bien son una herramienta válida para reivindicar derechos, deben ejecutarse de manera que no obstaculicen el derecho de los ciudadanos a transitar libremente.
Es fundamental que las autoridades competentes intervengan para asegurar que las protestas se realicen en un marco de respeto mutuo, permitiendo que se escuchen las voces de quienes buscan ser escuchados, pero sin poner en peligro el derecho de los demás a moverse y a llevar a cabo sus actividades cotidianas.
Un llamado a la reflexión es necesario: la lucha por los derechos y la justicia social no debe convertirse en un motivo de caos para la comunidad. Se debe encontrar un punto de equilibrio donde se respete tanto el derecho a protestar como el derecho a la libre circulación.








Al final del día, el diálogo y el entendimiento son las herramientas más efectivas para avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa.