La quiebra es un proceso temido por las empresas, ya que representa una crisis que puede derivarse de un mal manejo financiero y un elevado nivel de deuda.
Muchas compañías se ven obligadas a acogerse a la ley de quiebras cuando su patrimonio se torna negativo, es decir, cuando sus pasivos superan a sus activos. Este recurso les permite renegociar con sus acreedores, buscando plazos más flexibles o cuotas más accesibles para recuperar su operatividad.
Sin embargo, el panorama en Estados Unidos se ha vuelto preocupante. Desde el auge de la pandemia, muchas empresas han luchado por adaptarse a un entorno marcado por altas tasas de interés y una inflación creciente. Esta presión económica ha llevado a numerosas compañías a liquidarse sin la oportunidad de reorganizarse o negociar sus deudas.
El impacto de la quiebra no solo afecta a los dueños y empleados de estas empresas, sino que también tiene repercusiones en la economía local y nacional, generando incertidumbre en el mercado y afectando el empleo. A medida que más empresas enfrentan esta difícil situación, la necesidad de estrategias financieras efectivas se vuelve más urgente que nunca.