Por Orlando Andrade Gallardo
No es justo que lo que podría ser el desarrollo para una región no se concrete y se hunda por falta de buena administración y voluntad política, como está sucediendo con el plan de desarrollo departamental, elaborado con gran publicidad, anunciando que no necesitaba de expertos, sino bastaba la ayuda de la comunidad. Las llamadas brújulas o planes de gobierno, siempre quedan en promesas y ofertas fallidas por ausencia de estudios y planificación, falta de debates serios en las corporaciones legislativas al aprobarlas y controles de los organismos encargados para evitar que los dineros públicos desaparezcan. Aprobar los planes de desarrollo sin discutirlo a profundidad es un mal presagio para la opinión pública que espera impacientemente, no ejecutarlo, alegando las mismas excusas: que no hay recursos, es fatal y crea desconfianza en la comunidad. El mensaje para quienes entregaron el voto al mandatario y no cumple con los compromisos pactados, se manifiesta en frustración y sus contradictorios aprovechan para confirmar que existe ingobernabilidad por los compromisos electorales de quienes financiaron sus campañas políticas. No hay duda que la infraestructura vial jalona el desarrollo y los expertos la consideran como uno de los ejes importantes de la innovación que ayuda a derrotar la pobreza y acortar las distancias.
Los ocho kilómetros de vías terciarias Cuatro Bocas, Bajo Ostión, Puerto Colombia, a un costo de 30 mil millones de pesos reseñado en el plan de la administración anterior, aún no se cumple a pesar de las súplicas de las comunidades que se beneficiarían laboralmente en el llamado corredor turístico.
En el año 1961, según ordenanza número 87, expedida por la Asamblea del Atlántico, cercenaron el mapa de Tubará, cediendo a Baranoa el corregimiento de Sibarco; y no es extraño que el citado corredor turístico lo reclame Puerto Colombia con más influencia política y económica que Tubará, por falta de presencia de sus nativos en esos sitios. Un problema que persiste son las pozas sépticas que hace más de seis años fueron inspeccionadas por funcionarios de las secretarías de Salud y saneamiento básico, recomendando que la única solución era la construcción del alcantarillado, por el pésimo estado de las pozas. De todas estas situaciones, qué deben hacer, es la pregunta de la comunidad, pues el gobierno departamental responde que no hay recursos para las obras. En las recientes emergencias naturales, la colaboración por parte de la administración fueron muy escasas, y las familias damnificadas de Cuatro Bocas, tuvieron que acudir a particulares y a la iglesia que donaron 50 láminas de eternit. No es ajeno a la opinión pública que el rostro de una región se refleja por el cumplimiento y servicios de los servidores públicos y por cuenta de las nuevas obras que se realicen; pero si los planes de desarrollo no se cumplen, el atraso y el hambre continúan. Es triste observar en las revistas especializadas en temas de infraestructura de gran circulación, publiquen titulares y editoriales anunciando que los gobiernos tienen financiadas la construcción de las vías terciarias que conectan a las grandes avenidas de cuarta generación y poco o nada se han hecho. De todo este rosario de contradicciones que se presentan en los planes de desarrollo, que según los mandatarios son estudiados con profundidad, surge la otra pregunta: ¿en dónde están la fallas? ¿Será politiquería y demagogia, improvisación o venta de imagen publicitario? Creemos que hay de todo un poco. Lo más grave para un líder político es fallarle a su comunidad y valerse de los planes de desarrollo para crear falsas expectativas y convertirla en un saludo a la bandera.
¿Será verdad que no hay recursos para ninguna obra? La semana anterior el mandatario anunció que el departamento se hacía cargo del mantenimiento de los ocho kilómetros de vía que enlaza con el polémico peaje de Papiros, que ANI se niega atender. La opinión pública cuestiona, que hay recursos para atender los 8 kilómetros de vía durante 7 años y no para los programas prometidos en el plan de desarrollo.
En el plan de la actual administración se pretende construir la vía terciaria comentada, partiendo del corregimiento de Juan Mina, exactamente al frente de los talleres de Air-e en la carretera del Algodón y finaliza en la Y de Puerto Colombia, favoreciendo a los finqueros que tienen cotizadas sus tierras en 500 millones de pesos por hectárea y al construirle la vía afirman que puede elevarse al doble y aun rechazan pagar valorizaron con semejante plusvalía por cuenta del Estado. En muchas ocasiones el Gobierno nacional ha manifestado que las vías secundarias y terciarias son para ayudar a los campesinos, pero la Gobernación contradice las instrucciones.