Por: Jhon Peralta
La Tribuna Pedagógica del diario La Libertad nos presenta el 9 de septiembre del 2024 una columna titulada “Preguntas curriculares problematizadoras”, escrita por el docente Reynaldo Mora. En ella presenta una crítica frontal al sistema educativo colombiano, especialmente a la meritocracia representada en pruebas estandarizadas como el Icfes, y propone una reflexión sobre la función de la educación como herramienta para combatir la desigualdad. El autor sostiene que estas pruebas no solo alargan la exclusión de los sectores más desfavorecidos, sino que también agravan las brechas de desigualdad al evaluar a todos los estudiantes bajo las mismas condiciones, sin considerar las diferencias contextuales, geográficas, sociales y económicas.
De esta manera, los estudiantes de regiones que han sido olvidadas por el estado por muchos años, como el Chocó, se ven condenados a competir en condiciones desiguales frente a aquellos de zonas más privilegiadas, como Bogotá. Según Mora, el MEN y el Icfes no pueden esperar que los resultados de un niño que tiene que trabajar todos los días con sus papás después de ir al colegio para aportar en sus casas, sean los mismos que los de un estudiante que no debe realizar estas tareas y además, cuenta con ventajas tecnológicas y elementos que facilitan su proceso de aprendizaje.
Algo importante a resaltar es el llamado a replantear el enfoque educativo, argumentando que la estandarización, homogenización y la creencia en una meritocracia no son suficientes para garantizar una educación de calidad y equitativa. Según Mora, el sistema actual, lejos de promover el bien común, se ha vuelto un instrumento para mantener las desigualdades, al tiempo que carga sobre los estudiantes la responsabilidad de su «fracaso» que los atormenta y lo que hace es obstaculizar el avance en la formación educativa, en lugar de señalar las falencias estructurales del sistema educativo.
Es fundamental, para el autor, repensar el currículo educativo y las políticas de ingreso a la educación superior.
Además, el Estado debe asumir un papel más activo, invirtiendo en infraestructuras educativas y garantizando el acceso equitativo a la educación en todo el país, como una respuesta directa a la desigualdad. En este sentido, la eliminación de las pruebas estandarizadas sería un primer paso hacia una educación inclusiva, centrada en las necesidades reales de los estudiantes y los territorios.
Mora resalta otro punto cuando propone que “Todos debemos ser educados, todos debemos ser formados, porque la manera de ser mejores seres humanos configura casi todo lo constituye nuestra educación. Nuestra condición humana nos hace interactuar humanamente desde el educar.
Por ello, todos tienen derecho a la educación, y es deber del estado, dar educación al pueblo”. Es esta medida, la educación se presenta más que un simple mecanismo de ascenso social, como un derecho fundamental que el estado debe garantizar para todos. La crítica a la homogenización de los procesos educativos pone en evidencia la necesidad de un modelo educativo que reconozca y valore la diversidad, para que la educación sea una herramienta transformadora y no un nido de desigualdades. Este ejercicio hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura en Procesos Curriculares a fin de potenciar el conocimiento y la aplicabilidad del currículo en el quehacer de los futuros licenciados en ciencias sociales de la Universidad del Atlántico (I-2024).