La alerta se mantiene en Barranquilla, el Atlántico y en todo el territorio colombiano debido a los embates de la ola invernal que amenaza con extenderse peligrosamente hasta finales del mes de diciembre, tal como lo han presagiado los expertos en la materia, lo que indica que sus mortíferos efectos pueden producir más daños y zozobra, especialmente entre los habitantes de varias zonas de la región Caribe, si tenemos en cuenta que el río Magdalena desde ya está aumentando su caudal, lo cual siempre origina gran preocupación a los habitantes de las poblaciones del cono sur del departamento del Atlántico.
La alta cifra de damnificados por efectos de la actual temporada invernal en Barranquilla, el departamento del Atlántico en general, agrava la situación de pobreza de miles de habitantes de las zonas afectadas, las lluvias que no han cesado en los últimos días están provocando grandes cantidades de damnificados en varios sectores de esta sección del país, hasta el punto que se calcula que sus efectos nocivos tardarán mucho tiempo en amortiguarse.
En realidad, Colombia en general se ha venido organizando mal para resistir los efectos de los desbordamientos de la naturaleza y ello debe achacarse principalmente a la pobreza que aflige a los habitantes de muchos lugares conocidos como subnormales.
En las ciudades de mayor tamaño como Barranquilla, sus moradores de escasos recursos económicos construyen sus viviendas en sectores periféricos, en terrenos inestables, a orilla de los arroyos peligrosos, es decir no aptos para resistir los problemas representados en una geología alterada por las corrientes de agua.
Las propias construcciones se hacen con materiales de baja calidad y sin la debida protección, por eso mismo durante los inviernos son los que más sufren sus rigores, donde frecuentemente se producen derrumbes que desde tiempo atrás se constituyen en una tragedia anunciada.
Lamentablemente en las arremetidas de las temporadas de lluvias en los últimos días acompañadas de vendavales como el ocurrido en los últimos días, de lo cual dimos cuenta en pasadas ediciones, son grandes las peripecias que sufren muchas familias, las que anualmente se convierten en damnificadas.
Son elocuentes las gráficas que a menudo aparecen en nuestras páginas, dando cuenta de los desastres en cuyos escenarios siempre aparecen los ciudadanos que sufren de precariedades económicas.
Debido a esta situación que ya comienza a mostrar sus rigores, la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico se pusieron al frente de las emergencias por la llegada del invierno, en los barrios periféricos de Barranquilla, al tiempo que se adelantan censos para determinar con exactitud el número de familias damnificadas en varios sectores de la ciudad.
Las lluvias torrenciales anegan los cultivos, inutilizan los terrenos y destruyen las obras de infraestructura, dejando en mal estado las vías por donde salen los productos a los mercados.
Las elocuentes imágenes que en los últimos días han aparecido en LA LIBERTAD y en la televisión, relacionadas con los grandes estragos causados por la arremetida del invierno en muchas comarcas, deben mover a los mandatarios municipales, a implementar las medidas que sean necesarias para enfrentar los peligros de una emergencia siempre presente en esta época del año.
Las autoridades competentes deberán brindarle su atención a este caso, ordenando la realización de los estudios pertinentes, con el fin de determinar con exactitud los planes de contingencia a implementarse lo más pronto posible para su protección.