[EDITORIAL] Incertidumbres que nos deja el Dane    

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Quizá no se haya advertido la importancia que las encuestas de opinión señalen el desempleo como uno de los grandes problemas colombianos; de creérsele en ciertos círculos un asunto fácil de resolver, ha pasado de convertirse en el gran ‘rompecabezas’ nacional, a servir de difusor de la pobreza y a exigir la atención prioritaria del Estado, no necesariamente a través de las permanentes reformas tributarias.

Es evidente que las cifras sobre desempleo en Colombia conocidas recientemente, han producido cierta incredulidad, al tiempo que originaron más de una controversia, generando más bien algunas incertidumbres y confusiones.

Ahora se trata de saber si los análisis del Dane son confiables, si el dogma que afirma que el crecimiento económico siempre genera empleo y desarrollo social y si es necesario revisar con detenimiento el modelo económico de Colombia como un requisito esencial para lograr reducir la inequidad en la sociedad colombiana.

Esa es la parte positiva del asunto; frente a ella, están las cifras que hablan de la reducción de empleos durante los últimos dos años, del crecimiento de la informalidad y de la continuidad en la crisis que afecta el trabajo en el campo colombiano, lo cual lo convierte en permanente traslado de mano de obra no calificada hacia las grandes ciudades, como es el caso de Barranquilla.

En esta época del año en Colombia siempre surgen las conjeturas sobre lo que serán para el país las metas por cumplir en el año que transcurre y a lo primero que acuden los eruditos en la materia para consolidar su análisis, es el resultado de las últimas encuestas correspondientes al año anterior en esta misma época y les confieren especial importancia a las que señalan el desempleo como uno de los grandes  problemas colombianos; el que se ha convertido en servir de difusor  de la pobreza y a exigir la atención prioritaria del Estado, no necesariamente a través de las permanentes reformas tributarias de los últimos años.

Otros conceptúan que el aumento de la actividad económica significará más ingresos para el Estado, lo que se está reflejando en el incremento del gasto social del que nos han venido hablando últimamente, en medio de los escándalos de corrupción ampliamente conocidos por la ciudadanía.

Estos son elementos básicos que seguramente prevalecerán en las discusiones que ocuparán a los colombianos en lo que falta de 2024, discusión que tiene que ser superada, a partir de reconocer que algo no funciona como debería, por lo que se corre el peligro de aumentar las desigualdades, de generar mayores acumulaciones de riquezas en algunos sectores, mientras la gran mayoría de colombianos depende cada vez más de programas gubernamentales, porque parecen cerrarse las oportunidades que garantizan una sociedad más sana y equilibrada.

Es allí donde se pone de relieve la necesidad de revisar el modelo económico colombiano en lo que va corrido del presente año; porque no nos parece lógico que crezcan los mercados externos y la demanda agregada de las familias, mientras el empleo formal y estable disminuye.

Por eso esperamos que en 2024, se cumplan los deseos de muchos de nuestros lectores agobiados por el desempleo, el desplazamiento, el secuestro, el hambre, la falta de oportunidades para “vivir sabroso”, para estudiar y para forjarse una mejor existencia.