En la cultura popular, persiste la creencia de que comer frutas por la noche es perjudicial para la salud debido a que “caen pesadas”. Sin embargo, es crucial entender que estas ideas carecen de respaldo científico sólido.
Ante este tipo de mitos en la alimentación, es importante saber que disfrutar de frutas en la cena puede ser parte de una dieta equilibrada, siempre y cuando se tomen algunas consideraciones en cuenta.
Contrario a lo que sugieren muchos mitos, comer frutas por la noche no es inherentemente malo, pues las frutas son ricas en vitaminas, minerales y fibra, nutrientes esenciales para una dieta saludable en cualquier momento del día. La clave no está en evitarlas, sino en cómo se integran en la última comida del día.
Al momentos de consumirlas, vale la pena tener en cuenta algunas consideraciones:
Frutas como el mango, la sandía y el plátano maduro tienen un alto contenido de fructosa y sorbitol, lo que podría provocar diarrea o deshidratación. Si experimentas estos síntomas, puede ser útil moderar su consumo antes de dormir.
Para quienes padecen reflujo o acidez estomacal, las frutas ácidas como la piña y el kiwi pueden intensificar el malestar. En estos casos, es recomendable optar por frutas menos irritantes, como el banano o la papaya, que son más suaves para el sistema digestivo.
Aunque las frutas son nutritivas, no deben ser la única fuente de alimentos en la cena; una dieta equilibrada también debe incluir verduras y proteínas. Limitar la cena solo a frutas o yogur podría llevar a deficiencias nutricionales.
Consumir una porción moderada de frutas por la noche puede ayudar a satisfacer los antojos dulces de manera saludable, evitando postres menos nutritivos.
Las frutas son bajas en calorías y ricas en fibra, lo que también puede ser beneficioso para el control de peso.
En caso de querer incluir este alimento a la hora de cenar, no olvides decidirte por aquellas con bajo índice glucémico y fácil digestión.
Frambuesas, cerezas, arándanos, kiwis, manzanas y peras son excelentes elecciones.