En un acto horrendo de violencia, un grupo extremista vinculado a Al Qaeda perpetró un ataque devastador el 25 de agosto, resultando en la trágica muerte de 26 cristianos en la iglesia evangélica Alianza Cristiana en Sanaba.
La organización Christian Solidarity International (CSI) ha destacado el incidente como un ejemplo más de la creciente persecución que enfrenta la población cristiana en el país.
De acuerdo con un pastor de Uagadugú que visitó el lugar tras la masacre, los militantes del “Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM)” llevaron a cabo una matanza metódica, atando las manos de sus víctimas antes de asesinarles de manera brutal. “Les ataron las manos y les cortaron el cuello,” relató el pastor, visiblemente afectado por la devastación.
Mientras el ataque se desarrollaba, varios miembros de la congregación lograron refugiarse en una escuela cercana, incluido una niña de nombre Micheline, quien fue gravemente herida con tres disparos en la pierna. «Estamos haciendo todo lo posible para asegurarnos de que pueda volver a la escuela. Ahora está en una familia de acogida,» comentó el pastor, quien junto a su equipo está brindando asistencia a las víctimas mediante la entrega de alimentos, ropa y mantas.
Este ataque se produjo solo un día después de que extremistas mataran a cerca de 200 personas en Barsalogho, en un mes que ha sido especialmente sangriento para Burkina Faso. Eyaculando temor entre la población civil, la ofensiva de JNIM ocurrió mientras los residentes y las fuerzas armadas intentaban protegerse cavando trincheras en un esfuerzo por resistir la violencia creciente.
La organización “Ayuda a la Iglesia Necesitada” (ACN) ha reportado que, además de los 26 cristianos asesinados, más de 300 personas resultaron heridas en este ataque. Testigos afirman que un grupo de más de 100 terroristas, armados y en motocicletas, dispararon indiscriminadamente contra soldados y civiles, entre ellos mujeres, niños y ancianos.
Desde 2015, Burkina Faso ha sido uno de los escenarios más impactados por el extremismo islámico en África Occidental, donde la violencia ha dejado una marca indeleble en la comunidad cristiana y en el tejido social del país. Las organizaciones humanitarias y los líderes religiosos continúan clamando por ayuda y atención a la grave situación que enfrentan los cristianos en la región.
La comunidad internacional observa con preocupación el aumento de la violencia sectaria y los desafíos humanitarios que surgen en medio de esta crisis de seguridad, que cada día cobra más vidas y deja a muchas familias en situaciones de precariedad.