El Caribe colombiano frente a una escalada de violencia imparable

Desde el año 2022, el Caribe colombiano ha sido testigo de una alarmante escalada en la violencia, marcando su tercera ola de criminalidad en la presente década.

En lo que va del año 2024, al menos 280 personas han perdido la vida en Cartagena debido a la violencia desatada en la región. Especialmente alarmante ha sido el mes de agosto, durante el cual más de cincuenta personas fueron asesinadas, configurando uno de los episodios más letales en la reciente historia de la ciudad heroica.

En total, a lo largo de estas tres fases de violencia, se estima que alrededor de 1200 ciudadanos han sido víctimas de homicidios dolosos en el área metropolitana de Cartagena. El panorama no es menos sombrío en otras ciudades del Caribe, donde se ha registrado un total de al menos 800 asesinatos en lo que va del año.

Este incremento de la violencia sugiere una pérdida significativa de control territorial por parte de las instituciones del Caribe colombiano. La situación ha alcanzado un punto crítico, superando las medidas de gobernanza y las interpretaciones optimistas sobre la gestión del poder en la región. Durante los bienios 2022-2024, las tres principales ciudades del litoral Caribe han sido incluidas recurrentemente en el ranking de las cincuenta ciudades más violentas del mundo.

El fenómeno de la cosmourbanización, que comenzó a manifestarse con fuerza desde 2022, ha acentuado este deterioro. El debilitamiento del monopolio legítimo de la violencia y la fuerza en el entorno urbano se evidencia a través de altos índices de homicidio, la prevalencia de modalidades delictivas comunes, la justicia por mano propia, el cierre de calles, y la gestión gubernamental deficitaria. Esta situación ha llevado a la solicitud de militarización en algunas áreas, reflejando características propias de un Estado fallido a nivel local.

La pérdida del control territorial, una patología urbana en crecimiento, se manifiesta a través de ciclos de violencia que se repiten anualmente. Estamos al borde de una exacerbación completa del fenómeno de cosmourbanización en el Caribe, un proceso que no ha surgido de manera aislada. Su origen se encuentra en condiciones estructurales de fragmentación social no abordadas adecuadamente, que han permitido a actores emergentes aprovechar la debilidad del sistema para avanzar en sus propios intereses.

Este análisis revela la necesidad urgente de una respuesta integral y efectiva para abordar la crisis de violencia en el Caribe colombiano y restaurar el control y la seguridad en la región. Sin una intervención adecuada, el escenario urbano seguirá deteriorándose, transformando lo que una vez fueron centros de oportunidades en epicentros de patologías urbanas y desorden social.