La crítica en la formación de licenciados

Por: Camila Lizeth Acevedo Pacheco

La Tribuna Pedagógica titulada «Educadores críticos y pruebas estatales”, publicada el 26 de agosto de 2024 por Reynaldo Mora Mora en el Diario La Libertad, aborda con dureza uno de los temas más apremiantes del sistema educativo colombiano: la introducción de exámenes estandarizados como principal medida de evaluación en el contexto de la educación superior. A través de un análisis filosófico y curricular, Mora nos invita a reflexionar sobre las implicaciones sociales y educativas de esta política, argumentando que las pruebas estandarizadas, lejos de ser instrumentos neutrales, son un medio para exacerbar las desigualdades estructurales en la sociedad colombiana.

En su análisis, Mora destaca cómo los discursos de competencia y estandarización se han convertido en un eje central en la política educativa impulsada por gobiernos y organismos internacionales como la Ocde. El autor cree que este discurso esconde una realidad más compleja y problemática: en lugar de promover la inclusión y el desarrollo multifacético de los estudiantes, la educación ha llevado a la exclusión social de una gran parte de la población, especialmente de aquellos con recursos limitados. Las pruebas estandarizadas como el Icfes se convierten en una herramienta de clasificación social que favorece a aquellos que ya están económica y culturalmente favorecidos, al tiempo que perpetúa la marginación de los estudiantes desfavorecidos.

Mora enfatizó que estas prácticas de evaluación no sólo son incompatibles con las realidades educativas locales, sino que también privan a los docentes de su autonomía, obligándolos a implementar políticas sin considerar las necesidades y antecedentes específicos de sus estudiantes. Este enfoque estandarizado impone una visión homogénea de la educación que no respeta la diversidad cultural, social y geográfica del país y por tanto no cumple con su misión de brindar educación de calidad para todos. En este sentido, los autores señalan que la calidad de la educación no puede medirse únicamente mediante resultados estandarizados, sino que debe incluir una evaluación crítica de cómo estos resultados reflejan o ignoran las realidades y necesidades de los diferentes grupos educativos.

En cuanto al currículo, la Tribuna Docente de Mora es parte de una tradición crítica que entiende el currículo no sólo como un conjunto de contenidos y habilidades a impartir, sino como una construcción cultural y política que debe ser contextualmente relevante y socialmente orientada. Mora critica la desconexión entre la política curricular y las realidades locales, argumentando que los planes de estudio deben ser un espacio para promover la inclusión y la igualdad, no una herramienta para la exclusión. En este contexto, la estandarización parece ser una fuerza homogenizadora que no sólo ignora las diferencias, sino que las suprime activamente, imponiendo un modelo uniforme de «calidad» educativa que no puede hacer frente a la diversidad que existe en la sociedad colombiana.

Una de las principales críticas que hizo Mora en su foro fue la relación entre pruebas estandarizadas y exclusión social en el acceso a la educación superior. Los autores señalan que estas pruebas no sólo determinan quién ingresa a las universidades públicas, sino que también exacerban las desigualdades existentes al privilegiar a quienes ya tienen mayores recursos. Este fenómeno es calificado por Mora como «exclusión sistémica», y se refleja en las diferencias entre estudiantes de diferentes regiones y clases sociales. Las pruebas estandarizadas ignoran las diferencias en la experiencia previa, favoreciendo a menudo a estudiantes de clases altas y grandes ciudades y excluyendo a estudiantes de áreas rurales o con menos recursos.

Mora también habló de las consecuencias sociales y emocionales de dicha exclusión, destacando que reprobar estas pruebas puede provocar sentimientos de desesperanza y frustración en los jóvenes y sus familias, exacerbando las tensiones sociales y los ciclos de desigualdad. La «ira y la culpa» a las que se refiere el autor son respuestas emocionales a un sistema que, en lugar de brindar oportunidades de mejora, ha cerrado puertas y limitado el futuro de muchos jóvenes. Esta dimensión emocional y social es esencial para comprender la crítica de Mora, que sostenía que las políticas educativas no pueden juzgarse sólo en términos de eficacia y resultados, sino que también deben considerar su impacto en la dignidad humana y el bienestar de los estudiantes.

Respecto al papel del Estado, Mora cuestionó la efectividad del Estado de derecho en la sociedad para garantizar la igualdad en la educación. Los autores sostienen que, aunque en teoría el Estado debería ser el garante de la igualdad de oportunidades, en la práctica este papel se ha visto socavado por la burocracia y las políticas que, en lugar de promover la justicia social, exacerban las desigualdades existentes. Mora sugirió que una posible manera de resolver el problema sería convocar una convención constitucional sobre educación, una idea que ha impulsado durante más de una década. El autor cree que este congreso puede ser un lugar para repensar los fundamentos de la educación colombiana desde una perspectiva más democrática e inclusiva.

La Tribuna Pedagógica concluye con un llamado a la acción para los educadores críticos. Mora animó a los docentes a deslegitimar las prácticas de evaluación actuales y crear alternativas que sean contextuales, relevantes y satisfagan las necesidades reales de los estudiantes. La crítica de Mora no es sólo negativa: es una crítica constructiva destinada a lograr cambios amplios en el sistema educativo. La propuesta de desarrollar una «teoría de la propia evaluación» es un ejemplo de esta visión positiva, que pretende crear un sistema educativo que no sólo proporcione conocimientos, sino que también forme a los estudiantes como ciudadanos críticos, conscientes de sus derechos y oportunidades. Este texto hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura en los Procesos Curriculares que se realizan en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Atlántico para desarrollar y fortalecer estas capacidades criticas (II-2024).