Durante los últimos 25 años, la rutina diaria de Clementina Florián, ama de casa en Kennedy, Bogotá, consistió en administrar a su hijo Juan Carlos una extensa lista de medicamentos esenciales para tratar su epilepsia y otras afecciones graves. Sin embargo, desde hace cinco meses, la entrega incompleta de medicamentos por parte de su EPS, Sanitas, ha puesto en riesgo la salud de Juan Carlos. «La demora llega a ser de dos meses, lo que ha provocado varias convulsiones», relata con preocupación Clementina, quien enfrenta el desafío de costear medicamentos cuyo valor supera los 560.000 pesos mensuales.
Este caso es un reflejo de una crisis más amplia que afecta a pacientes con enfermedades crónicas en Colombia. La falta de disponibilidad de medicamentos esenciales no solo impacta a quienes padecen epilepsia, sino también a pacientes oncológicos, psiquiátricos y con VIH. La situación ha sido confirmada por el Invima, que reporta escasez de varios medicamentos vitales, incluyendo somatropina, nevirapina, fenitoína y clobazam.
La crisis es atribuida a múltiples factores, incluyendo problemas en el flujo de pagos entre las EPS y los operadores farmacéuticos. Jaime Alejandro Hincapié, vicedecano de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la Universidad de Antioquia, señala que la cadena de suministro de medicamentos es extremadamente compleja, con numerosos actores e intereses en juego. Los retrasos en los pagos por parte de la Adres y la insuficiencia en la Unidad de Pago por Capitación (UPC) contribuyen a la falta de medicamentos.
Clara Rodríguez, directora de la Asociación Colombiana de la Industria Farmacéutica (ASCIF), destaca que la falta de producción nacional no es la causa principal de la escasez. En lugar de eso, menciona que el problema radica en la falta de recursos disponibles para las EPS y los costos elevados de ciertos medicamentos, como los utilizados para tratar VIH y diabetes.
A nivel mundial, también se están reportando dificultades en la cadena de suministro de medicamentos. En Colombia, el problema se agrava por la falta de coordinación entre el Ministerio de Salud y el Invima, y por la descoordinación en el sistema de salud. El Ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, ha responsabilizado a las EPS de garantizar el suministro de medicamentos, mientras que estas entidades argumentan que los recursos que reciben son insuficientes.
Las soluciones a la crisis parecen lejanas. Clara Rodríguez sugiere que Colombia debería aumentar su capacidad de producción de medicamentos para enfermedades de alto costo para reducir la dependencia de importaciones. Mientras tanto, los pacientes continúan enfrentando dificultades para acceder a los tratamientos necesarios para mantener su calidad de vida.
La situación es alarmante, y las autoridades aún no han proporcionado respuestas claras o soluciones efectivas. La crisis de medicamentos persiste, y el impacto en la vida de los pacientes es cada vez más grave.