Pánico y guerra sicológica informativa

Por: Orlando Andrade Gallardo

La semana anterior fue de pánico y guerra sicológico informativa por las noticias sensacionalistas difundidas por algunos medios de televisión capitalistas para complacer a sus abonados y tratar de capturar más televidentes. El lunes la parálisis aerocomercial por falta de combustible, martes falsificación de pasaportes y miércoles escasez de medicamentos,  las alarmas se prendieron en todo el país y los más altos funcionarios del gobierno salieron a desmentir cada falso positivo: La ministra de Transporte y el director de la Aerocivil  desvirtuaron  la noticia con argumentos; el canciller condenó y desmintió la noticia, y el superintendente de Salud, personalmente acudió a algunos dispensarios  que negaban los medicamentos y comprobó que en los anaqueles había suficiente medicina, demostrándose  una vez más  los macabros alcances de  grupos  oscuros que  pretenden desestabilizar al gobierno y sembrar el pánico en la ciudadanía. No entendemos cómo los medios de comunicación con gran trayectoria se presten para sabotear las instituciones del Estado y poner en riesgo la democracia y seguridad nacional. Estos hechos requieren ser investigados y castigar con severidad a los responsables para que no se repitan; con la seguridad  ciudadana no se juega.   

Los gobiernos civilizados deben manejar una ética política que garantice la transparencia de las acciones y en caso de no cumplir con las normas establecidas cuestionarlas en forma  racional, sin acudir a montajes satánicos en perjuicio de la estructura social. Dejarse llevar por la desesperación y no poder superar  que los contrarios gobiernan el país, produce ansiedad, conduce a errores fatales y pérdida de confianza de quienes alguna vez fueron sus cómplices. En Colombia se ha generalizado que la oposición para esconder sus errores y malos manejos  administrativos acude a estrategias perversas tendiendo cortinas de humo y distraer a la opinión pública.  En la misma semana de las noticias sensacionalistas el director de Planeación  Nacional Alexander López comunicó a los colombianos sobre contratos de obras pagadas, pero no ejecutadas por más de 13 billones de pesos de las regalías, ocurridas en el gobierno anterior. Denunciar la corrupción con pruebas es el deber ser, no solo de los funcionarios honestos, sino de los ciudadanos, porque afecta a todos y favorece a unos pocos.  Escribir o hablar de  corrupción es triste, por las enormes connotaciones que causa en la población en general y los vulnerables en particular  que carecen de agua potable, vivienda, vías de comunicación, escuelas, centros de salud y todo lo necesario para gozar de una vida digna. Desde siempre se ha solicitado que la corrupción sea declarada delito de lesa humanidad porque atenta contra la vida humana y causa la muerte a cientos de miles de colombianos. La gran mayoría de los colombianos en las noches estamos atentos a los noticieros regionales y nacionales para enterarnos de las buenas y malas noticias del día y notamos que existe un gran sesgo en relación con las informaciones de la Tv nacional y regional. 

La mayoría de noticieros capitalinos abren con titulares sensacionales como  ataques guerrilleros, protestas indígenas, profesores y camioneros, anuncian que la reforma tributaria es un paso a la recesión, emplean los 20 minutos de noticias hablando contra el gobierno, el resto de la hora es propaganda;  y de la administración nada o poco, así sean buenas.  El aberrante caso de corrupción denunciado por el director del DNP, los  únicos  medios de comunicación que informaron fueron los locales con la poca cobertura que tienen en el país por ser regional, no es la primera vez que sucede, la omisión es reiterativa cuando un hecho afecta a uno de sus protegidos. López Maya en la entrevista  manifestó  que el saqueo de las regalías es desde el 2018 y puede superar los 60 billones de pesos. Qué vergüenza. Es importante señalar que la principal función del periodismo, en cualquiera de sus modalidades es comunicar, en televisión es más exigente por estar acompañado de imágenes.  Quienes presentan las noticias son observados por los televidentes que en cada  una de sus imágenes se evidencia su  desacuerdo o aceptación de lo que informan al fruncir sus rostros. En las dictaduras los medios de información son controlados por el régimen,  de ahí nace la asimetría entre el dictador y la comunidad. En Colombia existe lo contrario, en un gobierno democrático los medios son dominados por los privados  y la oposición que desvían y desinforman sin piedad, valiéndose de la libertad de prensa y expresión.