Está lo suficientemente claro que nos encontramos frente a una amenazante arremetida de la violencia, la cual se ha generalizado en todos los rincones de la capital del Atlántico. No queremos desconocer que en otras regiones no esté ocurriendo igual calamidad, pero en lo que concierne a nuestra ciudad, es más preocupante el crecimiento de la inseguridad, ya que se ha extendido a todo el perímetro urbano de Barranquilla y su área metropolitana.
Es muy cierto que el resto de la Costa Caribe no ha quedado exenta de este flagelo, es así como desde La Guajira hasta Córdoba, pasando por el Atlántico, Cesar, Magdalena, Bolívar y Sucre, diariamente nos llegan noticias que dan cuenta de hechos violentos, lo que igualmente nos hace colegir que la situación tiende a empeorarse, si no se toman los correctivos pertinentes.
No hay que desconocer que las autoridades de Policía en nuestra ciudad están trabajando a fin de restablecer la tranquilidad de los barranquilleros, las recientes incorporaciones de más agentes de Policía al comando de la División Atlántico y Metropolitana, incluyendo integrantes del Gaula, nos hace suponer que se siguen buscando soluciones al grave problema que nos afecta a los barranquilleros de bien.
Este es un aspecto que ha sido analizado con mucho detenimiento en los diferentes foros organizados para tratar el tema de la seguridad y convivencia ciudadana en Barranquilla, en los cuales se ha concluido que el incremento de la inseguridad en Barranquilla tiene su origen en la presencia de un gran número de desmovilizados y extranjeros que se trasladaron a nuestra ciudad, conformando peligrosas bandas delictivas, trayendo consigo el estado de inseguridad reinante; si eso es así, contra ellos deberán dirigirse las acciones policiales, aunque nos resistimos a creer que todos los desmovilizados y extranjeros radicados en Barranquilla estén involucrados en la serie de hechos que a diario tienen ocurrencia en nuestra urbe tal como lo publicamos diariamente en nuestras páginas.
No obstante algunos estamentos de la sociedad barranquillera han interpretado las diversas declaraciones emitidas por quienes tienen la obligación de resguardar la vida, honra y bienes de los ciudadanos, no solo como la impotencia del Estado para hacerle frente a los delincuentes, sino como una autorización para que los particulares organicen su propia defensa mediante la creación de cuerpos de seguridad privada con la finalidad de contrarrestar el auge de la delincuencia común.
En primer término diremos que nuestra Constitución Política establece que la fuerza pública estará integrada en forma exclusiva por las Fuerzas Militares y la Policía como ya lo habíamos esbozado con antelación.
Está consignado en nuestra Carta Magna que el Estado no puede renunciar ni a la obligación de proteger la vida, honra y bienes de los colombianos, ni al monopolio de las armas, porque esto equivaldría a renunciar a la soberanía interna.
En nuestra ciudad hay sectores por donde no se puede transitar después de las seis de la tarde y donde hasta a plena luz del día causa pánico caminar y no son exclusivamente los barrios más pobres, más alejados y más marginados, son sitios en donde la delincuencia ha sentado sus dominios y todo el que por allí pasa después de las ocho de la noche se convierte en un objetivo de los maleantes.
Y qué decir de los lugares en donde tradicionalmente se cometen diariamente toda clase de crímenes y hechos violentos, donde estos hechos siguen sucediendo a pesar de ser conocidos por la Policía y otros organismos de seguridad, respecto a los cuales la ciudadanía ha venido pidiendo vigilancia y protección, empero, hay que reconocer que las autoridades de Policía están trabajando para erradicar este flagelo.