LA OFENDICULA: Uribe, el creador… de mitos urbanos

Álvaro Uribe, expresidente de Colombia.

Por GREGORIO TORREGROSA

En esta semana el Tribunal Superior de Bogotá negó a Álvaro Uribe Vélez la nulidad solicitada por su apoderado dentro del proceso que contra él se sigue en el juzgado 44 penal de conocimiento de Bogotá, por supuesto fraude y soborno a testigo, maniobra con la que, en contubernio con su pool de abogados, pretende, una vez más, mantenerse blindado, como hasta ahora ha sucedido, dentro de los más de 30 procesos penales que mantiene abiertos, donde lo investigan por distintas causas penales, que van desde espionaje en campañas políticas hasta vínculos con paramilitares.

Lo anterior, sin contar los falsos positivos, ni olvidar que un número significativo de funcionarios que integraban su séquito, otrora en el poder, hoy están condenados, presos o prófugos, por ejemplo: Luis Carlos Restrepo Ramírez (comisionado de paz), Sabas Pretel de la Vega (exministro del interior), Bernardo Moreno Villegas (exdirector del Dapre), Diego Palacio (exministro de protección social), Alberto Velázquez (exsecretario de la presidencia), el General de la Policía Nacional, Mauricio Santoyo (jefe de seguridad de Uribe), Jorge Noguera Cotes y María del Pilar Hurtado (ambos directores del extinto DAS), Salvador Arana (exembajador en chile), y que no se nos quede atrás, el de todito Uribito: Andrés Felipe Arias, entre muchos otros.

Todos ellos resultaron salpicados, empapados o mojados manejando su propio estilo de braseo, al zambullirse en la misma pileta del poder; pero de manera inexplicable, el único indemne que mantiene aún su ropa tiesa y almidonada, sin una pizca de los efectos de la humedad después de nadar dentro de esa misma piscina haciendo gala de todos los estilos: pecho, espalda y mariposa, es Álvaro Uribe.              

Por eso la aludida decisión del Tribunal de Bogotá, sin duda, es una especie de oasis para los sedientos de justicia, en especial para las 6.402 familias que corresponden al número de víctimas de ejecuciones extrajudiciales, mal llamadas falsos positivos, hasta ahora acreditadas por la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz), muy a pesar de la actitud negacionista de Uribe, la Paloma y la Cabal. Esperamos que esté cerca el día en que llamen a responder a quien dio la orden o creó un alto grado de intimidación para que sus subalternos procedieran en consecuencia.

Y es un oasis porque abrevia el camino para que el juicio, el próximo 6 de septiembre, siga su curso y, de paso, se desactive el detonante de una posible prescripción, materia en la que sus abogados Lombana, Granados y Cancino son unos ases, sin contar al mequetrefe de Diego Cadena Ramírez, que más que como abogado, que lo ha sido de Álvaro Uribe, es conocido en el bajo mundo del litigio penal como el abogánster, ello, según su propio dicho al presentar sus credenciales, al punto que está privado de la libertad y en juicio por ofrecimientos al testigo Monsalve.

Como era de esperarse, la noticia ha sido silenciada por los grandes medios de información de la capital (y del capital), sólo la han tocado de manera tangencial y, por el contrario, han dirigido su atención hacía una imaginaria escases de combustible para jet, tanto, que han querido volverla realidad llamando de manera insistente a todos sus corresponsales en las distintas ciudades, para que desde los aeropuertos construyeran, a partir del falso hecho noticioso, la desacreditación del gobierno.

Aunque debemos reconocerlo, el expresidente Uribe es un hombre con magia, que genera apego, como seguramente también sucedió con Hitler, Hussein o Idi Amin Dada en sus mejores momentos, entre quienes lo siguen con pasión, pero que, afortunadamente, hoy en Colombia, cada día son menos, aunque, no obstante, todavía mantiene a muchos narcotizados y somnolientos con los vericuetos de la “seguridad democrática” y lo de “mano firme y corazón grande”, como el supuesto insumo eficaz que le permitió acabar con la guerrilla, y, bajo el convencimiento erróneo del aparente logro, le otorgan a este la patente infinita de corzo, acompañada del perdón, a pesar de las monstruosidades que ha cometido.

Estimo que ello se debe a que para mucha gente de los sectores más humildes de nuestras grandes ciudades colombianas no hay un fenómeno más despreciable como atemorizante que la guerrilla, de allí que quien encarne la personificación de la autoridad que destruyó ese cuco tiene que ser un héroe, y, de paso, otorgarle perdón absoluto por sus desafueros. Pero la grandeza de Uribe no está en haber acabado con la guerrilla, sino en crear el mito urbano de que en verdad él lo ha logrado, pues, como se sabe, todavía tenemos intacto el fenómeno, y lo que se logró parcialmente al respecto fue obra de Juan Manuel Santos. Bajo ese entendido, Uribe termina glorificado, aún por sectores muy populares que solo han recibido del sujeto agravios, como las madres de Soacha, los pensionados, con la mesada 14, los trabajadores con la abolición del pago de los dominicales y las horas extras, o el peor de sus engendros: la creación de los fondos pensionales privados.

Pero ese no ha sido el único mito urbano de los creadores de la ‘Seguridad Democrática’, también tenemos lo del Castro-Chavismo y la expropiación a gran escala, calumniosas afirmaciones carentes, siquiera, de una gota de certeza. Luego de dos años de gobierno, ¿a quién le han expropiado algo o dónde están los cubanos deambulando por las calles haciendo contrainteligencia? Sin embargo, los mitos a favor de Uribe persisten, tanto, que algunos lo mantienen endiosado, sin límite alguno.

Por eso causa indignación que la representante Catherine Juvinao, a estas alturas, como buena oportunista, siga echando mano de los mitos uribistas, como cuando descalifica el proyecto de ley que reglamenta la jurisdicción agraria bajo el infundio que contiene una expropiación exprés.