Por: Orlando Andrade Gallardo
Desde siempre se ha hablado de conciencia de clase, pero muchas personas desconocen el significado que representa esta noble acepción, y es como referirnos a la afición que tenemos por un club deportivo, partido político e inclinación a las creencias religiosas, todas merecen respeto y la primera aún más por tratarse de uno de los más nobles sentimientos. Las historias de los seres humanos están rodeadas de anécdotas, muchas de ellas los marcan para siempre, otras son pasajeras, sin olvidarlas y permanecen en su conciencia. En los países tercermundistas, existen los barrios marginales con pobreza mediana y absoluta, en esas localidades cientos de jóvenes y adolescentes crecieron con sueños y esperanzas de salir de la pobreza y ayudar a su familia, la gran mayoría alcanzó el sueño, porque se prepararon en el conocimiento, otros se quedaron. Es común encontrar en la sociedad grupos emergentes como se conocen los nuevos profesionales que desempeñan cargos directivos en las empresas públicas y privadas y pertenecieron a los estratos uno, dos y tres, hoy gozan de una holgada fortuna económica y buena posición social. Esos personajes estudiaron con la ayuda del Estado en los colegios públicos, como Camilo Torres, Barranquilla, Industrial, Carlos Meisel, Caro, para citar algunos. En su niñez compartieron con vecinos de infancia con quienes jugaron fútbol, bolita uñita, bailaron trompo, elevaron cometas y otras actividades recreativas que desarrollaban en las calles arenosas porque no habían parques; sus compañeros de iguales condiciones socioeconómicos eran sus fieles amigos como Carlitos, Chichi, Guillo, Tito, Mañe, Ovejita, Pelusa, el Chivo, nombres que no se olvidan.
La gran mayoría de los hogares donde crecieron los personajes de marras que hoy disfrutan de excelentes comodidades por el esfuerzo de haber alcanzado su sueño, provienen de hogares humildes con costumbres y valores de calidad por haber contado con padres responsables y comprometidos con su familia. En esos hogares lo único que faltó fue dinero para comprar ropa de marca, regalos lujosos en navidad, viajes al exterior y fiestas en los cumpleaños, pero siempre estaba presente el mejor sentimiento que puede profesar el ser humano. En la década de los 50 y 60, Barranquilla llegaba hasta la calle 72, los barrios de Lucero, San José, Chiquinquirá, Los Andes, San Isidro, eran subnormales, sin los servicios públicos completos, vías de acceso en malas condiciones para el tránsito vehicular, pero una excelente convivencia entre vecinos que muchas viviendas los patios no tenían paredes, sino cercas de palo y zinc. Olvidar que en las fiestas de fin de año los vecinos compartían sus pasteles, hayacas y arroz con pollo; en Semana Santa los dulces de papaya, ñame y guandú es negar su existencia. Toda esas bellezas es lo que conforman la conciencia de clase, ignorarla es estrellarse contra la realidad, desconocer a los amigos de infancia, olvidar los bailes de carnaval, haber compartido los regalos de navidad, los abrazos de año nuevo, cumpleaños de las amiguitas cuando festejaban sus 15, es negar su infancia y juventud que causa tristeza.
Algunos de estos personajes mantienen una actitud indiferente y hostil con grupos que no pertenecen a su estrato, otros rechazan a su grupo de origen y tienden adoptar las costumbres de su nuevo grupo asumiendo roles de poder. Lo que no entendemos es la contradicción que se presenta en los personajes que al prepararse en el conocimiento deben entender mejor la proximia o cultura del espacio y el saber, que enseñan reverencia por las costumbres y respeto por los demás, sea cualquiera su posición social. Existe una tendencia en estos sujetos que defienden más su nueva clase social que a sus amigos de infancia, con sevicia los critican como personas frustradas sin futuro, no se detienen a analizar el porqué de su situación y mejor sería ayudarlos sin tanta crítica.
El afán de lograr nuevas posiciones para mantener una representación destacada en la sociedad y ejercer el poder, en muchas ocasiones conduce a estos personajes a obsesionarlos con pensamientos irracionales que se apoderan de su conciencia sin poderlo controlar y finalizan delinquiendo. Es posible que nadie esté exento de sufrir de cierto grado de ansiedad para lograr un mejor rango social hasta que se logra, en esa búsqueda de posición observamos las tensiones que se presentan en nuestro entorno cuando nos comparamos con otro en términos de reconocimientos. En este quehacer reflexivo caemos en los errores de criticar severamente a quienes lograron mejores posiciones que nosotros y pertenecieron a nuestro estrato social. Caso presidente Petro, sus enemigos gratuitos en Colombia es la clase emergente, por falta de conciencia de clase y de donde el mandatario pertenece.