La guerra del Clan del Golfo por el control de Barranquilla

Diógenes Rosero, columnista.

Por: Diógenes Rosero Durango – .

La realidad de la guerra que se vive en Barranquilla y su área metropolitana por el control territorial y los negocios ilícitos es inocultable; es una cruenta batalla que deja este año una estela de muerte y terror devastadora, solamente en el fin de semana de inicio del mes de agosto hubo 21 homicidios en 4 días ¡alarmante! Pero, además, el nivel de crueldad, que busca mandar señales a grupos contrarios, es tenebrosa: descuartizados, cuerpos en el rio, decapitados.

Como señal inequívoca y para sorpresa de todos y todas en la ciudad, amanecimos el pasado lunes llenos de pancartas alusivas al Clan del Golfo en el área metropolitana y otros municipios cercanos.

Coincidieron estos símbolos con el anuncio del gobierno nacional de la apertura de negociaciones con este grupo criminal y las autodefensas Gaitanistas de la Sierra Nevada; una apuesta audaz en búsqueda de la paz total, que, al parecer, como lo muestran estas expresiones en diferentes barrios de Barranquilla fue respondida por este grupo armado ilegal en busca de visibilidad.

Un actor militar-político que como lo señala Kyle Johnson por primera vez en Colombia fusiona lo militar y político, a diferencia de otros conflictos donde siempre hubo un actor militar claramente imbricado y diferenciado con un actor político.

El clan cobra extorciones-impuestos en varias zonas del país y casi que suplanta al estado en otras ¡super político! y obviamente militar también.

Se confirma que la política de paz se define a nivel nacional, pero la violencia se práctica en los territorios, en donde el conflicto esta desmadrado. Una situación hiper degradada que nos golpea con mayor crudeza a las ciudades del caribe.

Como lo señala el profesor Luis Fernando Trejos el carácter portuario de estas ciudades se convierte en foco de actuación de grupos ilegales, los cuales, en donde no hay monopolio y control de un agente hegemónico, termina en una guerra traslapada sobre otra. Sin final.

Algo que parece rebasar las capacidades locales que se perciben desbordadas por un mostro de mil cabezas. En Barranquilla tenemos 5 años y lo que va corrido de Alex Char II con una tendencia de asesinatos a otro nivel.

No es que la ciudad sea atractiva para los delincuentes, ni que se le quiera hacer mala propaganda “al remanso de paz” colombiano, es la guerra por el control de las rentas ilegales encabezada hoy por el Clan del Golfo.  

Por eso, es de vital importancia estar atentos a lo que ocurrirá en esos diálogos promovidos por Petro, que aun no se sabe cómo será la metodología, pero se podría explorar sí eso puede ser una oportunidad para desescalar la confrontación; o sí se permitirá que se utilice para agudizarla. Es el gran reto del gobierno, pero también, de los gobiernos locales.

Toca que pasemos de llamados aireados, recompensas, mano dura (que no se usa al final), traer asesores como refuerzos y otras estrategias fallidas, a sintonizarnos con el gobierno nacional y rediseñar la estrategia local.

¿Será que el alcalde Char se le mide a una acción conjunta con otros alcaldes regionales para pedir más atención del gobierno nacional, y solicitar la presencia de los mandatarios locales en la mesa de negociación que se acaba de abrir con estos actores armados?

¿Pero, además, a jugársela con más audacia localmente, descentralizando y fortaleciendo las unidades de actuación policial en zonas rojas, aparejándolo con programas sociales de emergencia para la reincorporación de jóvenes en riesgo que son quienes están poniendo los muertos en la ciudad? Como lo señala Duncan: los jóvenes ven en las organizaciones armadas un trampolín político a falta de opciones estatales para desarrollar sus proyectos vitales.

En la guerra por el control de Barranquilla han sido asesinadas 2000 personas en los últimos 5 años, en su mayoría jóvenes -se está borrando una generación la ciudad-, debemos emplear todos nuestros esfuerzos por protegerlos, esa, debe ser la principal prioridad.