Más de 20 días sin operaciones en la planta de Oleoflores, en Tibú, por amenazas de grupos armados, genera represamiento de fruta y pone en riesgo miles de empleos en la región.
La suspensión de actividades en la planta extractora de aceites y grasas de Oleoflores, ubicada en el corregimiento de Campo Dos, zona rural del municipio de Tibú, ha desencadenado una crisis económica sin precedentes en el sector palmicultor del Catatumbo. Este cierre, que ya supera los 20 días, fue motivado por constantes amenazas de grupos armados que operan en la región, lo que ha detenido por completo la recepción y refinación de la palma.
Rodrigo Lara, representante del sector palmicultor en la región, señaló en diálogo con RCN Radio que esta situación ha provocado un fuerte represamiento de fruta, afectando gravemente su comercialización. “El problema con toda esta situación por el cierre de la planta extractora, es quien nos compra la fruta. Creemos que, de continuar esta situación, para el mes de septiembre tendremos que sacar la fruta en camiones para venderla a otras extractoras en el país”, afirmó Lara.
Las plantas extractoras de la zona, ubicadas en Tibú y El Zulia, han alcanzado su capacidad máxima debido al cierre de la planta de Oleoflores, lo que ha generado serios inconvenientes en el procesamiento de la fruta. A esto se suma el aumento de la producción, que ha hecho que los productores busquen desesperadamente alternativas para evitar pérdidas mayores. Sin embargo, como destacó Lara, el sector palmicultor no es competitivo para enviar la fruta a otras zonas del país, lo que hace que el futuro del gremio sea incierto. «Si no se abre próximamente la planta, el futuro será incierto y hasta el momento no tenemos ninguna información que se vuelva abrir», expresó con preocupación.
Otro de los factores que agudizan la crisis es el incremento en los costos de producción, transporte y fertilización. Este último representa un 30% de los costos totales del sector. Además, la posibilidad de un aumento en el desempleo es cada vez más palpable. La planta de Oleoflores genera aproximadamente 2.000 empleos directos y más de 10.000 indirectos en la región del Catatumbo, lo que convierte su cierre en un golpe devastador para la economía local.
Ante este panorama, la comunidad, las autoridades locales y los trabajadores del sector han solicitado a los equipos de verificación del cese al fuego entre el Gobierno y los grupos armados que investiguen la posible participación del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en las amenazas. Según versiones, el ELN habría amenazado a los trabajadores y directivos de la planta luego de que los palmicultores y los representantes de la empresa se negaran a cumplir con una serie de exigencias económicas impuestas por este grupo armado.
Por su parte, la Asociación Nacional de Industriales en Norte de Santander (ANDI) expresó su preocupación por el incremento de las extorsiones y amenazas por parte de los grupos armados que operan en el Catatumbo. Esta situación no solo ha afectado al sector palmicultor, sino que ha golpeado a varios renglones de la economía en la región. La ANDI advirtió que la violencia ha alcanzado niveles alarmantes en zonas como el Catatumbo, el sur del departamento y el área metropolitana de Cúcuta, donde los empresarios enfrentan un clima de hostigamiento permanente.
El comandante de la Policía en Norte de Santander, Néstor Arévalo, confirmó que, de acuerdo con las investigaciones, alias «Liliana», integrante del ELN, estaría detrás de las amenazas y extorsiones contra comerciantes y empresarios en la zona. Estas acciones han generado un ambiente de inseguridad que ha paralizado varias actividades productivas en una región que depende en gran medida del sector agrícola y palmicultor.