En el marco de la conmemoración de los 25 años del asesinato de Jaime Garzón, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes rinde homenaje a la vida y legado de uno de los humoristas y periodistas políticos más influyentes de Colombia.
Este 13 de agosto, se recuerda la trayectoria de Garzón, cuya huella en el humor político colombiano sigue siendo profunda y resonante.
Garzón, conocido por su aguda crítica y su habilidad para conectar con la audiencia a través del humor, dejó una marca imborrable en la manera en que se aborda la política en el país. En palabras de Fidel Cano, director de El Espectador, “el humor político es un elemento crucial para poner a pensar al país y generar una cercanía con las audiencias”. Garzón entendía esta función a la perfección, utilizando su ingenio para ofrecer una crítica incisiva y subversiva de la realidad política.

La trayectoria de Garzón en el humor político, destacada por programas como Zoociedad y ¡Quac! El Noticiero, refleja su capacidad única para humanizar a los políticos y ofrecer una perspectiva crítica en un momento en que el país necesitaba una voz que desafiara el status quo. Su trabajo, que incluía personajes icónicos como Néstor Elí y Godofredo Cínico Caspa, mostró una mezcla de talento y compromiso que le hizo ganarse el cariño del público y el respeto de sus colegas.
En su obra Dialéctica de la Ilustración, Theodor Adorno y Max Horkheimer describen la risa como el eco de haber logrado escapar del poder. Esta definición resuena con el papel que desempeñó Garzón en el panorama político colombiano: el humor como una forma de resistencia y autocrítica. Según César Ayala, profesor del Departamento de Historia de la Universidad Nacional, Garzón “hacía humanos a los políticos y llegó en un momento en el que se necesitaba un humor nacional que no fuese bipartito”.

La muerte de Jaime Garzón, ocurrida de manera trágica en 1999, no solo dejó un vacío en el humor colombiano sino que también marcó el inicio de desafíos para la comedia política en el país. La censura, la autocensura y la privatización de los medios han reducido los espacios para el humor político, transformando el panorama mediático y dejando a los humoristas con menos oportunidades para abordar temas críticos.
A pesar de estos cambios, el legado de Garzón sigue siendo relevante. “Jaime desapareció en una forma cruel, eso lo catapultó a un rol estelar en la memoria nacional”, afirma César Ayala. Su capacidad para combinar humor y crítica con un profundo sentido de responsabilidad social sigue inspirando a nuevas generaciones de comediantes y periodistas.

El humor político, como afirmó Karl Troller, sigue siendo “una forma de catarsis y de opinión” que permite a la sociedad reírse de su propia realidad mientras enfrenta desafíos. El ejemplo de Jaime Garzón demuestra que el humor no solo sirve para entretener, sino también para iluminar y cuestionar la realidad soc
