Barranquilla, despierta… Junior no es de la ciudad, sino de los Char

Lo que para la cultura barranquillera y los aficionados del Junior en todo el mundo parecía una espera interminable por el centenario, resultó ser un dardo agudo que aún perfora con angustia y dolor en el corazón de periodistas, exjugadores y seguidores. La fiesta del onceno «de la ciudad» generó una expectativa que ni siquiera la llegada de un mesías podría haber superado. En definitiva, Junior es de «Charquilla»: el equipo que sigue los lineamientos precisos de su principal empresario, Don Fuad Char Abdala.

Cuando conversamos en las calles, cafés, fruterías, restaurantes e iglesias de Barranquilla, es crucial entender algo con claridad: Junior no es solo el equipo de la ciudad. Es mucho más. Es el reflejo de los intereses de una de las familias más influyentes de Barranquilla. Por eso, el equipo debería ser llamado los Char, o mejor aún, Junior de Charquilla. ¿Quién puede dudar de que este equipo es el consentido de la familia? La «Novia de Barranquilla», como la denominó el escritor Álvaro Cepeda Samudio, ya no lo es. Ahora, es el favorito en términos económicos y de mercadeo de esta ilustre familia.

Cada decisión, fichaje y camiseta parece estar marcada por los caprichos de la gran dinastía. Si el equipo necesita refuerzos, papá Char está ahí para solucionarlo. Si los hinchas están molestos por el rendimiento del equipo, eso es solo ruido de fondo para el señor. Es lamentable, especialmente cuando evita responder preguntas de los periodistas con habilidad. Al final del día, Junior no pertenece a Barranquilla, sino a Charquilla.

La conexión entre Junior y la familia Char es tan fuerte que las prioridades parecen estar claras: primero el mercadeo, luego el fútbol y, en algún rincón de San Alejo, los hinchas. Los mismos hinchas que llenan el Metropolitano, sudando la camiseta y animando en cada jugada, son solo parte del espectáculo. En Charquilla, el verdadero juego se juega en las oficinas, en una estrategia de mercadeo para mantener al equipo expectante y cerca de sus allegados más famosos.

Es un secreto a voces que en Charquilla las opiniones externas tienen poco peso. ¿Los hinchas piden un cambio en la dirección técnica? No importa cuántos gritos vengan desde la tribuna; la familia influyente tiene la última palabra. La magna fiesta del centenario para el máximo accionista no tiene la misma relevancia, como si los 100 años de historia de Micaela La Valle y el tercer equipo en alcanzar el centenario en Colombia no fueran significativos. Los valores morales e históricos son pisoteados por el peso económico de este linaje.

¡Qué suerte tienen los barranquilleros de vivir en esta quimera, donde la democracia futbolera brilla por su ausencia! No estoy diciendo que Junior no sea querido en Barranquilla, porque lo es. Pero es hora de que la afición y los medios tomen cartas en el asunto, para que el equipo vuelva a ser verdaderamente de la ciudad y se tomen decisiones sabias. Como dice Fuad Char, Junior tiene 76 años, pero sigue sin trascender más allá de lo local y apenas rasguñando en lo nacional.