La Procuraduría Regional de Instrucción del Atlántico sanciona al profesor Jairo Soto Molina por presunto acoso laboral y maltrato a colegas, inhabilitándolo por 12 años para ejercer cargos públicos.
La Procuraduría Regional de Instrucción del Atlántico emitió un pliego de cargos en primera instancia contra el profesor Jairo Soto Molina, acusándolo de conductas de acoso laboral y maltrato hacia sus colegas. La sanción incluye la destitución del docente y una inhabilidad de 12 años para ejercer cualquier cargo público en Colombia.
El profesor Jairo Soto Molina fue señalado por realizar constantes acusaciones injuriosas y calumniosas contra un colega del consejo superior de la Universidad del Atlántico. Estas acciones llevaron a la Procuraduría a imponerle pliego de cargos y a sancionarlo con la destitución e inhabilidad mencionadas.
Según la Procuraduría Regional de Instrucción del Atlántico, el docente también acusaba falsamente a otros dos colegas, además de difundir y reproducir difamaciones dentro de la comunidad universitaria. La institución afirmó que, «el profesor Jairo Soto Molina, a través del correo institucional de la Universidad del Atlántico, continuamente utilizaba calificativos despectivos en contra de sus colegas, utilizando tratos humillantes, exponiendo sus capacidades de trabajo e intelectuales, reduciéndolas y asegurando que no contaban con las calidades necesarias para ejercer las labores encomendadas como docentes de la Universidad».
El Ministerio Público destacó que estas acciones ocurrieron en 2022 y constituyen una falta disciplinaria gravísima. La conducta del profesor fue considerada dolosa, ya que violó el deber de tratar con respeto, imparcialidad y rectitud a las personas con las que interactuaba por razones del servicio. La Procuraduría subrayó que este tipo de comportamientos son inadmisibles en el entorno académico y que es fundamental mantener un ambiente de trabajo respetuoso y profesional.
La sanción contra el profesor Jairo Soto Molina busca ser un precedente para evitar que se repitan este tipo de conductas en instituciones educativas y en cualquier otro ámbito laboral. La Universidad del Atlántico y la comunidad educativa esperan que esta medida contribuya a fortalecer los valores de respeto y convivencia dentro de la universidad y sirva como un llamado de atención para quienes incurran en prácticas similares.