Por Alfonso Camerano
El sistema electoral de Venezuela tiene ayudas técnicas mucho más eficientes que las de Colombia; el voto electrónico generalizado permite formar en menos tiempo las actas definitivas de escrutinios. (Ver nota)
SI la oposición dice poseer “actas de escrutinios” que la da ganadora debe probarlo confrontando el sistema y las actas levantadas a mano como los E-11 de nuestro sistema, que dan fe de los ciudadanos que se acercaron a votar, con nombres propios frente a cada número de cédula y la impresión de sus cédulas.
Todo indica que los documentos que dice tener la oposición en sus manos son los informes de sus testigos electorales que no son actas oficiales que debe expedir el CNE, previo escrutinio en los puestos de votación, aunque el voto electrónico permite centralizar la información.
La oposición está también sentada en el CNE por lo tanto no le es ajeno el proceso electoral que ayudó a confeccionar, hacer seguimiento directo y ahora, auditar.
Lo que sí se advierte es una “avalancha informática” amaestrada para desacreditar el proceso, conducir un prototipo noticioso en la dirección de “fraude electoral”, apoyándose en declaraciones de una oposición que tuvo una fuerte presencia en las urnas pero todavía insuficiente para alcanzar a superar la reelección del Presidente Nicolás Maduro.
La oposición tuvo más presencia con la líder María Corina Machado que con el candidato Edmundo González, una especie de “Biden”, pero todavía más desvariado y disminuido, en época de candidatos (as) jóvenes en el escenario mundial.
El proceso electoral coincidió con un reactivamiento de la Economía venezolana; entendimiento con el l gobierno de los EEUU; preacuerdos con la oposición, recomposición del CNE, veeduría internacional, una más ponderadas que otras, opiniones ponderadas de sus vecinos latinoamericanos, sin que los fronterizos, Lula y Petro hayan sido obsecuentes patrocinadores o seguidores del proceso de la revolución bolivariana, en fin, la oposición sabía y conocía que estaba frente a un reto inmenso, con el lavance más significativo en los últimos 25 años, pero sin triunfar en la lisa democrática electoral.
Pretender, sobre este resultado, “convencer” incautos, con el “dele que dele” las 24 horas en los noticieros latinoamericanos, para “aclimatar” con saboteos, violencia en las calles, confrontaciones físicas, la idea de que “les robaron las elecciones” y desconocer el resultado, hacia la desestabilización, que abra puertas a una intervención política y militar, es asunto superlativo que, en Colombia, tiene nombre propio en quienes veían la derrota de Maduro y con él, del proceso revolucionario bolivariano, la antesala de la caída del Pacto Histórico, aislando a Petro, a presión, para que desconozca el resultado de las elecciones en Venezuela.
El gobierno venezolano denuncia a la oposición por intentar el fraude a través de un hackeo desde Macedonia, manipulación que habría urdido en concurso con el ex Presidente Iván Duque.
Si de seguir una línea respetuosa de la autodeterminación de los pueblos y respeto al principio de no Intervención, con ponderación, bien puede proponerse que se practique una auditoría nacional, internacional, o mixta, pero sin imponer fórmulas y mucho menos haciéndose parte de las vías de hecho, porque tampoco está obligado el gobierno de Venezuela a comprometer su soberanía nacional.
Los medios nuestros deben bajar ese tono de “interés de parte” que los viene distinguiendo más como voceros activos de la política de oposición, que los hace perder objetividad e independencia.
Nota: Colombia tiene aprobado el voto electrónico desde la Carta del 91, artículo 258; ley 802 de 2004 y ley 1475 de 2011, artículo 39, y no se decide a a implementarlo. En el escrutinio de la última elección fueron escamotesdos más de un millón de votos para intentar detener el triunfo de Petro y disminuir la participación del Pacto Histórico en el Congreso de la República