Por: José Gabriel Coley
La filosofía llegó a América Latina con la fundación de las universidades (siglo XVI) producto del trasplante de la Escolástica la cual se perpetuó aún después de la emancipación de España en el siglo XIX. Solo fue en el siglo XX cuando se rompe con esa tradición y se asume la modernidad siendo la región Caribe protagónica en este proceso.
En Colombia la filosofía moderna se inició con tres pensadores Julio Enrique Blanco, Luis Eduardo Nieto Arteta y Rafael Carrillo Lúquez siendo Blanco el pionero. Su actividad filosófica comenzó hacia el segundo decenio del siglo XX, estando prácticamente el resto del país sumido en el neotomismo.
Posteriormente, hacía los años 40 del siglo pasado, Luis Eduardo Nieto Arteta introdujo al país a Hans Kelsen contribuyendo notablemente a cambiar la concepción iusfilosófica conservadora girándose hacia el liberalismo, y Rafael Carrillo Lúquez funda el Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional logrando consumar el proceso de laicidad y normalización del pensamiento racional en el país. No obstante, en esta ponencia solo vamos a dedicarnos a Julio Enrique Blanco, un neokantiano que criticó a Kant, desde Barranquilla en el Caribe colombiano.
Julio Enrique Blanco fue exponente de un pensamiento principalmente metafísico. Autodidacta, universal, políglota, con razón se le ha llamado el “primer filósofo absoluto” en Colombia.
Tuvo contacto directo con la filosofía europea, principalmente con las obras y pensamientos de Kant, Herbart, Haeckel, Husserl, Hegel, Bergson, Heidegger. Perfecto conocedor de la lengua alemana, lo que le permitió traducir al español las obras de Kant como Los prolegómenos de la metafísica, Crítica de la Razón Pura, Crítica de la Razón Práctica, Critica del Juicio, etc, que lo influyeron notablemente.
Por tanto, tuvo el mérito de conocer la filosofía alemana sin la mediación de la Revista de Occidente dirigida por Ortega. Más adelante fueron vehículos de su pensamiento filosófico, prestigiosas revistas como: Universidad de Antioquia, Revista de América, Ideas y Valores, Bolívar, Revista Jurídica, Universidad de Medellín, América Española, etc. Parte de los escritos filosóficos de Blanco aún permanecen inéditos.
Fue un amplio cultivador de la filosofía natural, prescinde de las fantasías silogísticas y adoptó como punto de partida la observación científica y los últimos adelantos de las ciencias.
En el terreno de la metafísica fue un auténtico representante de esa corriente en Colombia. Abordó el tema del ser y la razón última de las cosas, con mucha profundidad. Es original, aunque no con la originalidad de partir de cero.
Parte de Kant, de la crítica que este hiciere a la razón pura como facultad cognoscitiva del Noumenon, de la cosa en sí; más luego se separa del filósofo de Königsberg porque no le parecía bien que Kant destruya la metafísica en la Crítica de la Razón Pura y luego la recupere en la Crítica de la Razón Práctica y la Crítica del Juicio.
El pensamiento metafísico de Blanco, recibe influencias diversas. En primer lugar de Kant, del sistema criticista de este, de sus ideas teleológicas. Blanco tiene como uno de sus objetivos desentrañar el proceso por el cual Kant llega a la idea de la finalidad, y demostrar que las ideas teleológicas del filósofo alemán son anteriores a la misma crítica de la Razón Pura, e iluminan y traban todo el sistema Kantiano.
En la metafísica sobre el ser del espíritu o alma humana, Blanco está influenciado por las ideas y experiencias de la psicología de Herbart; que a su vez deriva del empirismo inglés, principalmente del impresionismo y fenomenismo de Hume.
En la búsqueda del ser del mundo físico, Blanco puede ser considerado como el precursor de la filosofía de la ciencia en Colombia porque, como se dijo, parte de los descubrimientos y resultados últimos de la física, la biología y la astronomía.
Para analizar el pensamiento metafísico del filósofo barranquillero hemos escogido cuatro textos: Sobre el origen y desarrollo de las ideas teleológicas de Kant de 1918 (Blanco, 2014a); De Herbart a hoy. El problema psicológico y metafísico del alma (Blanco, 2014b); Progreso Material y espiritual de 1937 (Blanco, 2013), Nuevo diálogo de cosmogonía de 1939 (Blanco, 1939).
Estos son textos claves. En ellos, con manifiesta claridad se capta la orientación metafísica de Blanco como actitud total. En ellos, igual que Kant, parte de la ciencia desdeña la metafísica tradicional fantasiosa y comienza a edificar una metafísica inmanente, la metafísica del ser cósmico, de lo sensible, de lo físico, del presente. Abandona así a la llamada metafísica del más allá, aquella metafísica trascendente que fuera de la realidad sensible imagina otras ‘realidades’ no sensibles.