Lo más escandaloso de esta última versión de las Fiestas del Mar en Santa Marta no fue que se gastaran 7.200 millones de pesos, sino que, culminadas las festividades, nadie sabe en qué se invirtió tanto dinero.
Si uno se pone a revisar, muchas cosas fueron, por decir lo menos, una decepción. Empezando por la improvisación en cada uno de los eventos, lo cual fue denunciado por muchos ciudadanos y participantes. Por ejemplo, algunas capitanas del mar denunciaron la falta de organización, violencia psicológica, acoso y hasta clasismo. Otro caso fue el festival de cocina, donde los jurados contaron que no tenían ni siquiera las herramientas mínimas para realizar su labor y que, además, fueron utilizados como fachada, ya que su criterio no fue tenido en cuenta y al final hicieron lo que se les dio la gana con el concurso.
El lanzamiento de las fiestas en Bogotá, que se debe hacer para promoverlas con personajes de la farándula, prensa e instituciones afines a la cultura, turismo, ambiente y desarrollo, solo fue una fiestica con los mismos funcionarios de acá que viajaron fletados. Para eso, mejor la lanzan aquí mismo. ¿Hubo impacto? ¿Y cuánto costó?
Pero la tapa fue el desfile folclórico, uno de los eventos centrales de la fiesta, que quedó empañado por la falta de organización y sentido común. ¿Cómo es posible que con ese presupuesto no hubiera un plan de contingencia para evitar que los artistas quedaran expuestos a bailar en medio de aguas negras? ¿Cómo es que no pudieron atender los pronósticos de lluvias y cambiar la ruta o simplemente cambiar la fecha del desfile como ya se había hecho en versiones anteriores? Ni siquiera hubo un acto de resarcimiento o disculpas sinceras con los bailarines y comparsas, quienes con toda la dignidad, amor y compromiso terminaron su presentación a expensas de su propia salud.
Y de la nómina de artistas no voy a hablar mucho, eso queda a criterio de cada quien, pero el comentario general fue de decepción, puesto que con 7.200 millones la ciudadanía esperaba una programación más amplia a nivel de gustos y expectativas. ¿Ese valor y no un solo artista internacional reconocido?
Lo que sí es claro es que Santa Marta merece algo mejor. Es en este tipo de hechos donde se evidencia para qué llegó Pinedo a la alcaldía y que la celebración de los 500 años les quedó grande. Pero bueno, ya sabíamos que quien llega al poder por medio de montajes y atropellos gobierna sin el más mínimo sentido de amor y compromiso por la ciudad. Pedirle transparencia a Pinedo sería como pedir que caiga nieve sobre el Morro.
—Patricia Caicedo.