EE.UU. y su rol en los golpes de Estado en Latinoamérica desde 1948

A lo largo de la historia reciente de América Latina, Estados Unidos ha desempeñado un papel crucial en la organización y apoyo a numerosos golpes de Estado. Aunque en el pasado Washington negó su participación en estos eventos, la desclasificación de documentos ha puesto en evidencia su involucramiento en una serie de derrocamientos de gobiernos en la región.

En Venezuela, el golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948 contra el presidente Rómulo Gallegos marcó el inicio de una serie de intervenciones. Según el Manifiesto a la Nación emitido por Gallegos tras el derrocamiento, un miembro de la Misión Militar de EE.UU. proporcionó asesoría a los golpistas en un cuartel de Caracas. Gallegos, en su exilio en Cuba, comentó: «Este golpe tiene olor a petróleo», aludiendo a los intereses de Washington en Venezuela. Además, el golpe del 11 de abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez también contó con la participación de EE.UU., según documentos desclasificados en 2006 por la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID), que revelaron financiamiento a grupos opositores como la Fundación Nacional para la Democracia (NED).

En Paraguay, el general Alfredo Stroessner lideró un golpe en mayo de 1954 contra el presidente Federico Chaves. Stroessner realizó una gira por unidades militares estadounidenses en 1953 y, tras instaurar su dictadura, Paraguay se convirtió en uno de los principales receptores de ayuda estadounidense entre 1954 y 1961, como se detalla en el libro Paraguay y EE.UU.: Aliados distantes.

En Guatemala, el golpe de Estado de junio de 1954 contra el presidente Jacobo Árbenz fue organizado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Árbenz había implementado reformas agrarias que afectaron los intereses de la United Fruit Company, lo que motivó la intervención estadounidense. Los documentos desclasificados en la década de 1990 confirmaron el rol de la CIA en el derrocamiento.

En República Dominicana, el presidente Juan Bosch fue depuesto en septiembre de 1963. Siete años después del golpe, Bosch afirmó en radio Tribuna Democrática que el golpe «fue ordenado por la Misión Militar norteamericana».

El golpe de Estado en Brasil del 31 de marzo de 1964, que llevó al poder al dictador militar, también contó con la preparación y el apoyo de EE.UU. Documentos del Archivo de Seguridad Nacional revelaron que el presidente John F. Kennedy y, posteriormente, Lyndon B. Johnson, respaldaron el golpe.

En Argentina, los golpes de 1966 y 1976, que derrocaron a Arturo Illia y a María Estela Martínez de Perón respectivamente, tuvieron el respaldo de EE.UU. Documentos de la CIA desclasificados indican la participación estadounidense en estos eventos.

El golpe en Bolivia de 1971 liderado por Hugo Banzer Suárez contra Juan José Torres contó con la anuencia directa de Richard Nixon y Henry Kissinger, según documentos desclasificados en 2010.

En Uruguay, la participación de la CIA en el golpe de Estado de 1973 se evidencia en el libro Deadly Deceits de Ralph W. McGehee, quien reveló la colaboración estadounidense con las dictaduras uruguayas.

El derrocamiento de Salvador Allende en Chile en 1973 fue facilitado por la intervención estadounidense, como lo confirman documentos desclasificados del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y del Archivo de Seguridad Nacional.

El golpe en El Salvador en 1979 que derrocó a Carlos Humberto Romero llevó a una guerra civil de 12 años. EE.UU. apoyó a la junta militar y proporcionó asistencia a escuadrones de la muerte.

En Panamá, la invasión del 20 de diciembre de 1989, conocida como ‘Causa Justa’, tuvo el objetivo de capturar a Manuel Antonio Noriega, tras haberse convertido en un adversario de EE.UU.

El «autogolpe» de Alberto Fujimori en Perú en 1992 contó con el respaldo encubierto de EE.UU., según documentos del Departamento de Estado y del ‘The Center for Public Integrity’.

Finalmente, en Haití, el presidente Jean-Bertrand Aristide fue obligado a abandonar su país el 29 de febrero de 2004, bajo amenazas de violencia, según sus declaraciones desde el exilio.

En junio de 2009, Honduras vivió otro golpe de Estado contra Manuel Zelaya. Zelaya afirmó que, a pesar de las negaciones oficiales de EE.UU., la Casa Blanca tuvo un rol activo en el derrocamiento.