Redacción Sociales
LA LIBERTAD
Para Diana María Zapata enfrentar la muerte de Sebastián Palacios, su hijo, ha sido el más grande dolor que la vida la ha llevado a experimentar, pérdida de la que aún se recupera desde aquel 5 de mayo de 2015 a las 3:37 de la madrugada cuando la vida de su bebé, de apenas 2 años, se apagó para siempre en el piso quinto de la Clínica General del Norte.
En la búsqueda de encontrar un motivo para seguir respirando después de aquella temible despedida y mantener encendido el legado de su hijo, quien fue un pequeño guerrero hasta el final, ha sido el deporte el aliciente que le ha dado el impulso que la mantiene en pie a pesar de llevar con ella un sufrimiento que no cesa.
“Sebastián fue mi primer y único embarazo. Fue un niño amado, pero no esperado; sin embargo, desde que nos enteramos que venía en camino, procuré en ser una mejor persona para él, incluso, a pesar de estar subida de peso, esa se convirtió en la primera vez que me sentí feliz por el reflejo de lo que veía en el espejo”, empezó contando Diana María en una entrevista con Diario LA LIBERTAD.
Un embarazo sano, lleno de alegría y de muchos sueños, así recuerda Diana María esta etapa. Pero todo cambiaría después de haber cumplido los 8 meses de gestación, cuando un examen médico la haría vivir su peor pesadilla.

“Recuerdo que fui al hospital para que me programaran la cirugía; mientras revisaban los documentos necesarios hacía falta uno sobre una carga de azúcar que generalmente se hace los primeros meses y que yo no me había hecho. No obstante, el médico me dice que debo realizármelo para que pudieran programarme la cesárea o el parto, a lo que accedí en mi ignorancia. Llegué a mi casa, me fui a dormir y cuando desperté me encontré bañada en sangre”, detalló.
Toda esta situación llevo a que Sebastián llegara al mundo antes de lo esperado y en condiciones que despertaría mucha preocupación y miedo entre sus padres y demás familiares.
“A mi hijo se le enredó el cordón umbilical dos veces en el cuello, nació con doble circular de cordón, hizo hipoxia, posteriormente desencadenó un derrame cerebral y desarrolló hidrocefalia; desde que nació estuvo conectado a aparatos y la clínica se convirtió en nuestra segunda casa, ahí pasábamos la mayoría del tiempo, fueron aproximadamente 18 meses en ir y venir. Durante su estancia aquí en la tierra fue sometido a 27 cirugías en su cabecita y tuvo 12 válvulas de Hakim. Un día entró a la clínica por una gripa, terminó cogiendo una bacteria y por sus antecedentes, se complicó y murió”, explicó Diana Zapata.

Entender ese adiós, después de una dura batalla, se iba a convertir en un verdadero calvario para ella. Charlas con psicólogos y reuniones con grupos de apoyo y de oración, fueron algunos de los espacios donde pudo descargar su dolor.
“En ese proceso de entenderlo todo, mi matrimonio terminó. El papá de Sebas y yo aguantamos la enfermedad, pero no la muerte, decidimos tomar caminos diferentes y ahora él vive este sufrimiento en Argentina, mientras yo sigo enfrentándolo aquí. A raíz de todo, un año después de su fallecimiento, tomé la decisión de cortarme las trompas porque me sentía culpable de lo que había pasado, y aunque hoy veo las cosas diferente, me culpé durante mucho tiempo”, agregó.

Un homenaje a su negrito tomaso
Diana Zapata recuerda a Sebastián, a quien llamaba su ‘negrito tomaso’, como un niño guerrero, luchador, dedicado, que lo daba todo por el juego y no se dejaba vencer, tal y como lo hacen los jugadores de rugby, deporte que era practicado por quien era su esposo y del que ambos eran grandes apasionados.
Por ello, con el fin de honrar su lucha y mantener vivo su nombre, crearon el Torneo Internacional de Rugby Sebastián Palacios Zapata, que este año llega a su décima edición, dando vida a un legado que ha tocado el corazón de miles de personas alrededor del país.
Anualmente, el torneo, el cual es una competencia con una mera finalidad recreativa, convoca a equipos de toda Colombia. Este 2024 serán más de 400 deportistas que se darán cita el sábado 17 y domingo 18 de agosto en el municipio de Baranoa, exactamente en la cancha Eugenio Gómez Arteta del barrio Primavera.

Clubes como: Universidad de Antioquia RC, Cúcuta RC, Mapanx RC, Orcos RC, Santos Reyes RC; Panteras RC, Caniba RC, Corsarios RC, Rhinox RC y Tigrillas RC, entre otros, ya están listos para iniciar la fiesta deportiva del rugby.
Cabe destacar que llegar a esta edición no ha sido un trabajo sencillo para Zapata. Durante la entrevista, señaló que como directora se ha enfrentado a muchos obstáculos, sobre todo, en cuanto a recursos económicos, los cuales en su mayoría salen de su bolsillo.
“Hemos buscado a personas que apoyen el proyecto. Todos los años me toca convencer a quienes me preguntan que por qué lo hago si solo pierdo dinero, y en ocasiones me llevan a tomar la decisión de pausarlo, pero de alguna manera encuentro fuerzas para seguir en este camino. Cada vez que sucede algo así, pienso en que Sebas no se dejó vencer, no decayó, así que no me puedo dar el lujo de hacerlo yo”, sostuvo.

Aunque el torneo no ofrece a los participantes un premio económico o título, permite que jóvenes jugadores disfruten de un fin de semana de buen juego, compartan sus talentos, habilidades y además, que en cada rincón del país se sepa quien fue Sebastián Palacios Zapata, un niño que desde su llegada al mundo supo llevar con valentía el juego rudo de la vida.
“Hoy puedo decir que el trabajo se logró, nunca olvidarán a Sebastián. En la historia del deporte de la pelota ovalada ha quedado marcado el nombre de mi negrito tomaso”, concluyó Diana María Zapata.