
Por David Yesid Awad Virviescas
En la rica historia de Santa Marta, el barrio Ancón ocupa un lugar destacado como un bastión cultural y comunitario que ha dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de sus habitantes y en la historia de la ciudad.

Situado estratégicamente entre el puerto marítimo y las vías del tren bananero, Ancón emergió como un epicentro de actividad económica y social a lo largo del siglo XX, antes de desaparecer gradualmente con el crecimiento del Puerto de Santa Marta en la década de 1970. A través de sus calles angostas y su vibrante vida comunitaria, este barrio costero albergó a familias de diversas procedencias, quienes contribuyeron a forjar una identidad única y a preservar tradiciones ancestrales que aún perduran en la memoria de sus descendientes.


Orígenes y Fundación
El nombre “Ancón”, que significa “ensenada pequeña en que se puede fondear”, según la Real Academia Española, encapsula la importancia geográfica y marítima de este barrio.
Inicialmente, Ancón fue un campamento de construcción utilizado para la edificación del ferrocarril y los muelles, siendo habitado en sus inicios por trabajadores jamaicanos traídos específicamente para estas labores. Con el tiempo, pescadores locales tomaron posesión de las casas de madera abandonadas por los trabajadores, estableciendo así un asentamiento permanente que eventualmente se convirtió en un barrio plenamente integrado en la vida social y económica de Santa Marta hacia la década de 1920.

Más tarde, en 1789, José de Astigárraga, Gobernador de la Provincia de Santa Marta, tomó medidas para controlar el cauce del Río Manzanares. Abrió una nueva corriente desviando el cauce del río y construyendo malecones para manejar las crecientes, conduciendo así el agua a través de una acequia hasta la “Caldera del Puerto”, donde el río desembocaba. Este ramal del Río Manzanares, conocido como “Quebrada la Caldera”, fluía entre las playas del antiguo barrio Ancón y la laguna “El Espino”, ubicada cerca de “La Salina”. Este entorno era vital para la vida marina y la economía local.
Sin embargo, hacia 1887, la construcción de la primera línea del tren en Santa Marta marcó el declive de “La Caldera del Puerto”, “La Salina” y la laguna “El Espino”. Estos cambios fueron parte del desarrollo industrial y urbano de la ciudad, transformando paisajes naturales en zonas más urbanizadas y comerciales.
Estos eventos históricos no solo definieron la geografía y la economía de Santa Marta, sino que también moldearon la identidad cultural y social de los habitantes del barrio Ancón y sus alrededores.

Cultura y Tradiciones
Ancón no solo era un punto estratégico para la economía local, sino también un centro vibrante de cultura y tradiciones. Cada 16 de julio, los residentes del barrio celebraban la procesión marítima de la Virgen del Carmen, un evento que reunía a familias enteras en el camellón sobre la calle Cangrejal (Calle 11). Este día, marcado por actos religiosos, desfiles de lanchas que llevaban la imagen de la Virgen en procesión por el mar y fuegos artificiales, no solo era una celebración religiosa, sino también un momento crucial de cohesión comunitaria donde las generaciones se encontraban y compartían abrazos cálidos.
La organización y el espíritu comunitario de estas festividades fueron llevadas a cabo por figuras emblemáticas del barrio como Rubén “Rubencho” Arango Medina, reconocido por su dedicación al fútbol y su papel en la organización de las fiestas de la Virgen del Carmen. La preservación de estas tradiciones no solo fortaleció la identidad local, sino que también destacó la importancia del mar y la fe en la vida diaria de los habitantes de Ancón.
Personajes Emblemáticos

Ancón fue hogar de diversas familias con apellidos que resonaban en la historia local y regional, como Chacín, Deluque, Vilarete, Giraldo, Niebles, López, Ceballos, Arango, Agudelo, Pardo y Díazgranados. Entre ellos se destacan personajes como Carlos Alberto Camargo Villa, conocido como “Araña”, un buzo profesional que desde la década de 1950 exploraba las profundidades de la bahía de Santa Marta en busca de su sustento y aventuras marinas. Su habilidad y valentía lo convirtieron en una figura legendaria entre los pescadores locales, personificando la relación íntima entre los residentes de Ancón y el mar que los rodeaba.

Rubén Arango Medina, conocido afectuosamente como “Rubencho” en el barrio Ancón de Santa Marta, dejó un legado significativo tanto en el ámbito deportivo como cultural de la comunidad. En la década de 1940, se destacó como futbolista en el Club Deportivo Juventud Magdalena, un equipo emblemático de la época en la ciudad. Su talento lo llevó a integrar la Selección Magdalena en 1946, que alcanzó el subcampeonato en Barranquilla, consolidando su reputación en el deporte local.
Sin embargo, más allá de su carrera deportiva, Rubén Arango también fue protagonista de un acontecimiento que marcó la devoción religiosa del barrio Ancón. Tras enfrentar una tormenta marina que puso en riesgo su vida y la de otros pescadores, se atribuyó su salvación a la intervención milagrosa de la Virgen del Carmen, conocida como la “patrona de los conductores”. Este episodio fortaleció la fe de la comunidad en la protección divina de la Virgen del Carmen.
Desde finales de la década de 1940, la familia Arango ha desempeñado un papel fundamental en la organización de las festividades en honor a la Virgen del Carmen, que se celebran anualmente el 16 de julio en el barrio Ancón. Rubén Arango lideraba personalmente todos los preparativos para estas fiestas, que se extendían durante diez días y congregaban a los habitantes del barrio en una manifestación cultural y religiosa única.
Las festividades eran un evento destacado en la comunidad de pescadores, donde se combinaban actos religiosos con tradiciones locales. Uno de los momentos más emblemáticos era la procesión marítima de la imagen de la Virgen del Carmen en lanchas y barcos, incluida la famosa lancha “La Felicidad” de Manuel Guerra. Además, las carrozas decoradas con esmero y el tradicional desfile eran un testimonio del fervor y la devoción de los residentes del barrio Ancón hacia su patrona.
El legado de Rubén Arango Medina perdura en la memoria colectiva del barrio Ancón, recordándolo no solo como un destacado deportista, sino también como un líder comunitario que fortaleció los lazos de unidad y tradición a través de las festividades en honor a la Virgen del Carmen.

Blanca Escalona Martínez y su Residencia en el Barrio Ancón
Blanca Ligia Escalona Martínez, hermana del renombrado compositor Rafael Escalona Martínez, hizo del desaparecido barrio Ancón de Santa Marta su hogar desde la década de los Sesenta. Nacida del matrimonio entre Clemente Escalona Labarces, de Ciénaga, y Margarita Martínez Celedón, de Patillal, Blanca Escalona fue una figura destacada en la comunidad samaria.
Después de enfrentar dificultades familiares en los años Sesenta, Blanca se estableció en Ancón y comenzó a trabajar en el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) de Santa Marta, donde se desempeñó con dedicación. A lo largo de su vida, fue madre cabeza de hogar y crió a sus cinco hijos con esfuerzo propio:
- Cielo
- Consuelo
- Elvira
- Alfonso
- Luis Guillermo
Blanca Escalona Martínez falleció en Santa Marta en octubre de 2023, a la edad de 94 años, dejando un legado de trabajo, dedicación familiar y arraigo en el barrio Ancón, que fue testigo de su vida y sus logros durante décadas.

Carlos Alberto Camargo Villa, conocido en Santa Marta como “Araña”, fue un buzo profesional que dejó una huella profunda en la historia del antiguo barrio Ancón. Desde la década de 1950, dedicó su vida a explorar las profundidades de la bahía de Santa Marta, utilizando métodos tradicionales y demostrando una destreza única en su oficio.
Araña se hizo famoso por sus inmersiones sin equipo de oxígeno, confiando únicamente en la capacidad de sus pulmones para sostenerse bajo el agua. Esta técnica arcaica, aunque riesgosa, le permitía explorar con libertad y eficiencia las profundidades marinas en busca de caracoles y otras especies marinas. El buceo intensivo llegó a tal punto que en ocasiones le causaba sangrado en los oídos, un testimonio de su dedicación y valentía en el mar.
Los frutos de su trabajo no solo eran una fuente de sustento, sino también de placer personal. Araña extraía caracoles de considerable tamaño y disfrutaba de la carne blanca que obtenía de ellos directamente en la playa, lo que refleja su conexión íntima con el mar y sus recursos.
Carlos Alberto Camargo Villa, el Buzo “Araña”, sigue siendo recordado como un personaje legendario en la historia marítima de Santa Marta, cuya valentía y habilidades como buzo profesional dejaron una marca indeleble en la comunidad del barrio Ancón y más allá.
Leyenda del Mero Gigante en el Puerto de Santa Marta
En las profundidades del puerto de Santa Marta, una leyenda marina perdura entre los pescadores locales desde tiempos inmemoriales. Carlos Alberto Camargo Villa, conocido como “Araña”, un buzo profesional nativo del antiguo barrio Ancón, relataba con fascinación sobre un mero gigante que habitaba debajo del muelle samario. Desde la década de 1950, Araña se ganaba la vida explorando las profundidades de la bahía de Santa Marta, una actividad que le llevaba a sufrir sangrado en los oídos debido a sus inmersiones sin equipo de oxígeno.
Según los relatos de Araña, el mero gigante se escondía en las fosas del Ancón y ocasionalmente se acercaba al muelle, estremeciendo los pilares con su imponente tamaño. La historia ganó más fuerza con los relatos de Manuel “Mañe” Fragoso, otro experimentado pescador y arquero del Unión Magdalena, quien afirmaba que el mero fue capturado por un barco pesquero tipo Vikingo utilizando arpones de punta explosiva. El mero había crecido tanto entre los barrotes del muelle que fue necesario cortarlo en trozos para sacarlo.
En los años setenta, un grupo de buzos del INVEMAR también tuvo un encuentro memorable con otro mero en el muelle samario. Equipados con un dispositivo especial fabricado en los talleres de la entidad marina, capturaron al mero para su estudio, exhibiendo su cabeza en el Acuario que existió en ese lugar.
La leyenda del mero gigante no termina ahí. En la década de los noventa, Robby Carrillo y José Cotes, buzos samarios conocidos como “El Caguama”, capturaron un mero impresionante cerca de “La Aguja” y “Punta Granate”, con una longitud de dos metros y medio y más de 200 kilos de peso. Este espécimen también fue arponeado, mostrando la destreza y valentía de los buzos locales.
Desde entonces, la historia de estos osados buzos y sus encuentros con el mero gigante sigue siendo parte del folclore marítimo de Santa Marta. Nombres como Thomas Gumersindo Ríos Mercado, “El Rogger”, y otros veteranos pescadores del barrio Ancón como “Corcho” y “El Mono” continúan resonando en la memoria colectiva de esta ciudad costera, donde las historias del mar se entrelazan con la vida cotidiana de sus habitantes.

Desaparición y Legado
A pesar de su rica historia y profundo significado cultural, Ancón experimentó un declive gradual con el crecimiento y la expansión del Puerto de Santa Marta en la década de 1970.

El desarrollo industrial y portuario ocupó el espacio que una vez ocuparon las casas de madera y las calles estrechas del barrio, desplazando a sus residentes y dispersando la comunidad que había florecido allí por generaciones.

Hoy en día, aunque físicamente el barrio Ancón ha desaparecido, su legado perdura en las historias contadas por sus antiguos residentes y en la memoria colectiva de Santa Marta.
La preservación de su historia y cultura es crucial para entender y valorar la evolución de la ciudad más antigua de Colombia, resaltando la importancia de proteger y compartir estas narrativas para las generaciones futuras.

El barrio Ancón de Santa Marta no solo fue un reflejo del desarrollo urbano y económico de la región, sino también un testimonio vivo de la identidad cultural y comunitaria de sus habitantes. A través de sus tradiciones religiosas, celebraciones festivas y la vida cotidiana de sus residentes, Ancón se convirtió en un microcosmos de la historia de Santa Marta, recordando la importancia del mar, la fe y la solidaridad comunitaria en la conformación de la identidad local.
La memoria de Ancón sigue siendo un recordatorio perdurable de la riqueza histórica y cultural que define a esta ciudad costera en el corazón del Caribe colombiano.
La transformación urbana de Santa Marta: La desaparición del barrio Ancón

Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia, ha experimentado transformaciones significativas en su urbanismo a lo largo de los años. Uno de los barrios que marcó un hito en su historia es Ancón, cuyo nombre, según la Real Academia Española, significa “ensenada pequeña en que se puede fondear”. Para los samarios, sin embargo, Ancón fue más que una simple definición; fue un ícono del norte de la ciudad durante el siglo XX y, aunque ya no existe, permanece vivo en la memoria colectiva.
Ubicado estratégicamente entre el puerto marítimo y las vías del tren bananero, Ancón surgió en una Santa Marta que, a principios del siglo XX, seguía siendo una ciudad pequeña pese a sus más de 350 años de antigüedad. Migrantes de La Guajira y Venezuela contribuyeron a la fundación de este barrio, generando una comunidad rica en historias y tradiciones que aún perduran.
Una de estas tradiciones es la procesión marítima de la Virgen del Carmen, celebrada cada 16 de julio. En esta festividad, residentes y visitantes se congregan en el camellón de la calle Cangrejal (11) para celebrar y reencontrarse, perpetuando un legado cultural que Ancón dejó en Santa Marta.
Conformado por solo tres calles a la orilla del mar Caribe, al lado de la Bahía de Santa Marta, donde hoy se encuentran varios muelles del puerto, Ancón dejó una huella profunda en la historia de la ciudad. Aunque pequeño en extensión, el barrio Ancón sigue vivo en el corazón de muchos samarios, recordando la importancia de preservar y honrar las raíces y tradiciones de la comunidad.




