Por: Sofía Mora Macías
En este 24 de lio de 2024, queremos celebrar con amor de Patria, un año más del natalicio de Padre de la Patria: 241 años. Se trata del culto a Bolívar, que nuestro padre, un estudioso y amante del pensamiento libertario de Bolívar, nos lo ha fortalecido. Por ello, como un homenaje a su Memoria viva, resaltamos una serie de presupuestos que configuran su Obra perenne, pues como el mismo sentenciaba, “Lo que yo digo perdura”, En 1812 produce el Manifiesto de Cartagena, con el llamado que hace a los granadinos para no generar luchas entre hermano (federalistas y centralistas), cuando el enemigo, era uno, leamos: En este Manifiesto queremos destacar elementos fundamentales, como “Permitidme que, animado de un celo patriótico, me atreva a dirigirme a vosotros para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción, lisonjeándome de que las terribles y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida República, persuadan a la América a mejorar de conducta, corrigiendo los vicios de unidad, solidez y energía que se notan en sus gobiernos”. Otra faceta muy importante en este Manifiesto es la integración de nuestros pueblos, como esa necesidad sentida y querida: “Yo soy del sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas; seremos indefectiblemente envueltos en los horrores de las disensiones civiles, y conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infestan nuestras comarcas”.
¿Cómo interpretar y valorar desde su tiempo la famosa Carta Profética de Jamaica de Bolívar de 1815 en tiempo presente? Con Bolívar, creemos en la necesidad del estudio de propuestas para la realidad de América Latina y el Caribe, reto que es imperioso como posibilidad de transformación humana y social. Sin embargo, este documento se constituye en un antecedente de tal objetivo, porque en él, el Libertador se esfuerza en un análisis por dar pruebas de las problemáticas y atrocidades cometidas por los españoles en contexto, reafirmando su interés práctico que lo animaba: un ideal de emancipación encaminado hacia un diálogo entre las antiguas colonias españolas. Pero al hacer esto, la Carta se propone erigirse en un saber de esa realidad, problematizándola a partir de un punto de vista descriptivo. Leer pedagógicamente el Discurso del Libertador Simón Bolívar ante el Congreso de Angostura (15 de febrero de 1819), confiere sentido para develar los propósitos emancipadores y de libertad del prócer caraqueño.
Se trata de una tentación muy fuerte, la de poder identificar las líneas gruesas de este acto fundacional a fin de hacerlo emocional y sentimentalmente enseñable. Este discurso, es, en cierto modo, el que catapulta la representación misional del padre Fundador de la Patria, una prolífica enseñanza de unidad y libertad. Este Discurso es un “Proyecto de Constitución que me tomo la libertad de ofreceros en testimonio de la sinceridad y del candor de mis sentimientos”. En este texto el lector va a encontrar razonamientos directos para la constitución de la unidad política.
En el suceso mayúsculo del pensamiento Simón Bolívar, como fue el llamado al Congreso Anfictiónico de Panamá (1825), hay una rica descripción de su visión integradora. Es una visión-situación que se compara con la conformación histórica de un gran bloque, “Los Estados Unidos” de las nacientes repúblicas independizadas de España. Había planteado la creación de “una sociedad de naciones hermanas (…) unidas, fuertes y poderosas para sostenerse contra las agresiones del poder extranjero”. En esta convocatoria hay una disposición anímica del Padre de la Patria. En este caso, un estado de llamado a trabajar al unísono, como la tranquilidad que le daría a estas repúblicas frente a los avatares de la Europa Imperial y de los Estados Unidos del Norte, quienes habían retardado el reconocimiento de estas independencias, esperando que sucumbiera la inepta y caduca España. Ya Bolívar, había venido sentenciando: “Cuando yo extiendo mi mirada a nuestro continente, encuentro que a su cabeza se encuentra una nación, muy rica, muy poderosa y capaz de todo” (Los Estados Unidos del Norte). O, cuando señaló para los siglos: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar de miserias a nuestra América por un real”. Son frases que avisaban sobre el comportamiento de la “Estrella del Norte”.
¿Por qué, entonces, hoy el pensamiento de Bolívar es diáfano? ¿Por qué hay la necesidad de convertirlo en acción teórica y práctica? Lo anterior, para que se convierta en el medio de construir una patria justa y digna, como él mismo lo decía: “El sistema de gobierno perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Este pensamiento en tiempo presente es aprendizaje a través del cual pasa nuevamente la impronta del Libertador, representada en la representación de su acción, siempre clamando. “La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino”; es, su sentido en la sensibilidad de la unidad de nuestros pueblos, como esa realidad sentida para valorar lo nuestro, lo propio, como esa actividad práctico-espiritual que somos, y que se construye sobre la base de las esferas artística, educativa, cultural, ética, entre otras. Su pensar: “Las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación”, “Un ser sin estudios es un ser incompleto”.
Todo lo anterior nos invita a leer y releer el pensamiento educativo de Bolívar, que debe usarse como la expresión de constituirse en un modelo educativo pensando nuestras realidades. Nos serviría como marco histórico conceptual para considerar una forma de entender a Nuestra América a partir de un significado más amplio de educación y formación en nuestros días. Se trata, pues, de introducir en la Pedagogía Panlatinoamericana para el análisis del contexto a fin de no pensar en la construcción de “repúblicas áreas”, sino que la educación es y debe responder a cada momento histórico. Es por ello, que seguiremos denotando su impronta en lo educativo. Se trata de decisiones políticas importantes que acercan la realidad al deber indeclinable del Estado en la formación de buenos ciudadanos. Esta obligatoriedad en gran parte está determinada por intereses sociales, que promueven la necesidad imperiosa de sacar al pueblo de la ignorancia y las tinieblas que en ese entonces, estaban representadas por la Corona española. El ideal educativo de Bolívar era la autocomprensión política a través de la educación. Como consecuencia de ello, se propuso potenciar la educación pública, que tensionará al máximo su “moral y luces”, y con unos fines perseguidos con reflexión por parte de los maestros, que favorecieran la enseñanza en valores.
Este culto, es un proceso de formación en valores, que nos invita al estudio de su obra integral para la posteridad del Padre Fundador de la Patria. Es por ello, que con nuestro padre nos estamos dando a la tarea de conformar una acción formadora, como es la “Cofradía del Culto a Bolívar” como un ritual axiológico, pero, ante todo, formador. Se trata de un sistema de principios y valores para la conservación de su obra, en la defensa de los más caros ideales de quien nos legó la libertad. Esta defensa en valores se consigue por vía afectiva mediante la institucionalización de esta “Cofradía Formadora”, que revista su forma a través de los postulados del Libertador. Es nuestro interés promover esta cultorología, como un interés por mantener viva la Memoria de Bolívar. El entendimiento de la narrativa bolivariana llevada a las escuelas, es la narrativa-pedagógica y curricular, acompañada, por bellas descripciones y anécdotas de la vida del Libertador como su enseñanza legada. El Libertador de América viene a representar la nutriente de la lucha de nuestros pueblos, porque con su espada dio cumplimiento a su Juramento en el Monte Sacro. A partir de ahí su proclama fue la libertad, para dar la estocada final al tiempo imperial de España. Ahora, Bolívar todavía significa esa deslumbrante manifestación de nuestro “Prometeo Libertario”: la humanidad hecha libertad.