Por: Lino Villanueva
La expresión “observación de aves” (en inglés “bird watching”), aparece por primera vez en el año 1901. Fue el título de un libro escrito por el ornitólogo Edmund Selous. Este escritor británico rechazaba enérgicamente la caza de aves con fines supuestamente científicos. Creía que cada detalle observado en las aves debería publicarse, y fue así como produjo abundante literatura sobre ornitología. Gracias a su gran aporte, la observación de aves se popularizó en el Reino Unido, convirtiéndose en una actividad recreativa y al mismo tiempo una forma de conservación de numerosas especies. Luego, con el avance tecnológico y la aparición de cámaras, telescopios y binoculares, la observación de aves se masificó en la costa este de los Estados Unidos y desde allí se extendió a todo el mundo.
En Colombia, hacia finales de la década de 1970 surgió un primer conjunto disperso de observadores de aves que iban descubriendo esta afición de manera independiente. Varios años después, en 1981, unos estudiantes universitarios de Cali crearon la Sociedad Vallecaucana de Ornitología, el primer grupo formalmente constituido con el objetivo de promover el estudio, la protección y la apreciación estética de las aves silvestres de Colombia. Con las labores de divulgación dirigidas a un público más amplio estos pioneros han conseguido impulsar la afición por la observación de aves y han logrado captar el interés de muchas personas en las otras regiones del país y esto condujo en pocos años a la creación de grupos análogos en diferentes ciudades.
Es así como cada día aumentan los practicantes de esta actividad en nuestro país, ya que existen zonas donde se concentra una mayor cantidad de aves, tales como toda la Serranía de Piojó. Allí, el sector de Punta Astillero, por ejemplo, gracias a su variedad de ambientes, es potencialmente utilizada como sitio de paso o residencia en diferentes épocas del año de la mayoría de las aves playeras presentes en la región Caribe. Para los seguidores del avistamiento de aves, la fotografía y el paisajismo es un lugar muy apetecido. Se han logrado observar allí 18 especies de aves playeras, siendo la más abundante el Calidris Mauri, mientras que la menos abundante es la Tringa solitaria. Se estima que por Punta Astillero pasa el 36% de las aves referenciadas en Colombia. Esto confirma que la mayor riqueza de aves playeras en el departamento del Atlántico ha sido reportada en Galerazamba, Punta Astillero y Bocatocino. Es muy atractiva la conformación topográfica y ecológica de este territorio, gracias a la llamada Ciénaga El Salinón, producida por una mezcla de agua marina con corrientes de agua dulce, dando como resultado la existencia de seis maravillosos microhábitats: Manglar, espejo de agua, orilla del espejo de agua, plano limoso, plano lodoso y orilla de la playa con dunas de arena blanca.
También, en la misma Serranía de Piojó, en el Cerro de la Vieja, se celebra anualmente el Global Big Day, que es el evento más importante de los amantes del avistamiento de aves. Consiste en un conteo mundial de aves simultáneo realizado a nivel global para registrar aves en un solo día. Esta iniciativa es liderada por el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell (Estados Unidos).
Colombia es el país con mayor diversidad de aves en el mundo al alcanzar la cifra de 1932 especies. De esas, 419 se encuentran en el departamento del Atlántico. Y es el Cerro de la Vieja uno de los sitios favoritos de estos turistas internacionales. El avistamiento de aves se agrega al portafolio de servicios turísticos que ofrece nuestro departamento del Atlántico en la actualidad. Esta actividad ecoturística está generando grandes utilidades para nuestra región, ya que constantemente están llegando personas que la practican procedentes de Alemania, España, Escocia, Reino Unido y Estados Unidos. El Cerro de la Vieja es visitado diariamente por fotógrafos especializados, ornitólogos, amantes de la naturaleza y ambientalistas.
El Cerro de la Vieja presenta un agradable clima durante todo el año, con una temperatura de 25 °C. Los atlanticenses debemos considerarnos privilegiados al poder contar con esta montaña en nuestro territorio. El bosque seco tropical es un ecosistema de densa vegetación arbolada con climas lluviosos breves y climas secos más prolongados, dando como resultado una biodiversidad abundante.
El municipio de Piojó, con atractivos como el Cerro de la Vieja y Punta Astillero, le sigue apostando al turismo de naturaleza como generador de desarrollo, priorizando la conservación de sus ecosistemas. Para esta región, actividades como el avistamiento de aves y el senderismo, son oportunidades que mejoran la calidad de vida, generando ingresos sostenibles para las comunidades locales y potenciando su participación en el turismo.