POR: ETIEL TORREGROSA GUTIERREZ
Como docente del Distrito de Barranquilla y como estudiante del Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad del Atlántico-RudeColombia, quiero compartir estas reflexiones con la comunidad académica del campo intelectual de la educación: nos falta construir una comunidad académica de carácter científica. Falta una asociación o comunidad de maestros de carácter científica, que sirva de asesora al MEN para construir un sistema educativo y formativo desde una perspectiva nacional, dialógica y humanista. El doctor Ricardo Sánchez, en uno de sus seminarios doctorales, sostenía que perdimos un año en educación con Alejandro Gaviria como ministro de educación, y ya van dos, y notamos falta de articulación de políticas públicas en educación y de trabajo colaborativo con los otros ministerios tanto de hacienda como de salud. Necesitamos de una propuesta como aporte por parte de la Universidad del Atlántico para el análisis del devenir histórico de la legislación educativa en Colombia: esta es la que se viene cocinando en el Doctorado para realizar el Panel de Expertos sobre Ley Estatutaria de la Educación, a promoverse en este segundo semestre de 2024.
Frente a la crítica del profesor Mora “El bachillerato en nuestro país se ha convertido en un laberinto de 28 asignaturas repartidas en nueve áreas obligatorias dispersas y sin sentido con las problemáticas sociales. Este enfoque perverso mata las ilusiones de nuestros jóvenes, porque es disperso, y ha sido señalado por su falta de relevancia, dejando a los estudiantes sin las herramientas necesarias para el mundo que les toca vivir y proyectarse. La estructura actual, que incluye desde ciencias hasta educación estética, no conecta claramente con las habilidades, destrezas, vocaciones y talentos que nuestros estudiantes necesitan. El sistema vigente parece una trampa de desgaste tiempo y energía para nuestros adolescentes y para sus familias. La excesiva cantidad de materias, como se les sigue llamando, conduce a un aprendizaje superficial y a la falta de conexión de sus emociones con especialización en áreas vitales. Debemos pensar en un bachillerato contextualizado y pertinente para nuestros adolescentes”. Estamos totalmente de acuerdo: por ejemplo, estudiantes que supuestamente estudian funciones trigonométricas, cálculo pero no tienen habilidades manejar para manejar finanzas, no saben de ventas, saben de química pero no preparan un simple desayuno y ante cualquier problema atentan contra su vida, y así infinidad de cosas prácticas y útiles para su vida. Es un texto que está poniendo los puntos sobre unas pruebas estandarizadas y descontextualizadas, donde llevan la peor parte los estudiantes de los colegios públicos de las regiones con mayor desigualdad social y rezagos socioeconómicos y culturales, ejemplo: en la región Caribe, los departamentos de la Guajira, Magdalena, y Sucre, Córdoba); la región pacífica con Chocó y Cauca liderando los bajos desempeños, sin mencionar la región Orinoquia y Amazonia.
De hecho, esas pruebas saber 11 son un problema hasta para la preinscripción de los estudiantes porque sus registros de matrícula están desactualizados. Desde la perspectiva del panel que organiza el doctorado sobre la reforma a la Ley 30, debe ser es un paso para tener una visión como colectivo intelectual para buscar mejorar la educación superior en Colombia, buscando que está se debe reconocer como un derecho fundamental y buscar garantizar el acceso a la educación superior, impulsando la formación profesional, y aumentando los recursos para las instituciones. Sin embargo, es evidente que este proyecto de reforma no es suficiente para transformar completamente el sistema educativo del país, ya que se necesita de una reforma estructural más amplia que aborde todos los niveles del sistema académico para lograr una transformación completa y garantizar un acceso equitativo y de calidad a la educación profesional.
Lo anterior, es puro currículo oculto, en estos escenarios es donde más se aprende. Para J.J. Rousseau la educación contribuye en la formación y socialización de las personas, a mí personalmente me fascina la segunda, la cual es imposible que la inteligencia artificial produzca, al igual que está desarrolle pensamiento intuitivo, empatía, amor, desarrollo del ser o visión de transformación del ser y mucho menos espiritualidad. Así es profe. Desde la academia debemos lograr que una verdadera reforma a la ley estatutaria de educación propenda por un currículo más allá de las simples letras, palabras y retórica de unos asesores educativos que no dan clases en salones atiborrados de estudiantes en condiciones indignas .Lograr en la práctica, en la teoría y en la ley un currículo más humano, de una interacción sociocultural contextualizada, de relaciones ético políticas y de autogestión de las emociones , sentimientos y pensamientos en los miembros de la comunidad educativa. Con las famosas competencias, el modelo neoliberal en estos países latinoamericanos, tiene como objetivo principal es adoctrinar ciudadanos obedientes y serviles, sin pensamiento crítico, porque buscan ante todo ciudadanos que toleren la corrupción de Estado, que naturalicen el hecho de que puedan ser dirigidos por individuos que no saben nada, y de esta manera es que las narrativas de una educación por competencias tiene eco en estos naciones bananeras que lo que necesitan son trabajadores competentes pero sin rebeldía sindical. Con las competencias es cómo logran formar ciudadanos que obedecen ciegamente, que callan, que consumen, que sirven como mano de obra barata al servicio de los que más tienen. La formación ya no es importante, lo fundamental es generar mano de obra barata y servil.
Nosotros no tenemos una asociación de maestros académicos no de corte sindical, que sirva de órgano consultivo y asesor del ministro de educación, en temas de política educativa, currículo y evaluación. Esto nos lleva a pensar que si los interrogantes sobre la evaluación, que subyacen a las prácticas y a los discursos educativos, se han hecho manifiestos a través de una pluralidad de disciplinas, entre estas la creatividad; se han esgrimido desde diferentes perspectivas teóricas; se han desocultado en diversos momentos; han sido mencionadas por distintos actores; han conquistado y colonizado múltiples escenarios; han permeado conjunto de prácticas discursivas y no discursivas. La evaluación ha colonizado, el mundo de la vida, ha hecho presa de individuos, de instituciones, de sociedades como la colombiana; ha pretendido medir, con patrones universales (las famosas pruebas Pisa de la OCDE), sus acciones, sus proyectos, sus interacciones, su ser y su acontecer, han querido homogenizar los aprendizajes con pruebas censales estandarizadas, haciendo patrones universales en jóvenes de 15 años de contextos socioeconómicos, políticos, geográficos y culturales distintos. Medir los conocimientos de jóvenes de Nueva Zelanda y Australia que aprenden a través de comunidades de aprendizaje, con jóvenes de Japón que su educación es de carácter holística y niños con problemas de toda índole con un sistema educativo que es una colcha de retazos construida por expertos que nunca han dado clases en un salón con 40 y más estudiantes, es un exabrupto. Nosotros como planteaba Fals Borda somos seres sentipensantes sentimientos e ideas, pensamiento e ideas.
Para pensar comparto estas preguntas: ¿un currículum uniforme en el que todos tengan que aprender lo mismo, de la misma manera, en los mismos tiempos, no conducirá al fracaso a un número importante de sujetos? ¿Una evaluación idéntica, homogénea, masificada…, en la que todos tengan que demostrar lo que han aprendido, será precisamente el modelo a seguir en la educación actual? ¿Satisface la evaluación (sus prácticas y discursos) al modelo educativo y cultural del país? En últimas, ¿cuál será el provenir de la evaluación en la educación y en las sociedades futuras? Para estos y tantos otros interrogantes, quedan abiertos espacios posibles, susceptibles de múltiples indagaciones. Si escogemos alumnos estudiosos, pensantes, críticos, propositivos, activos la educación debe ser integral, pero un estudiante que sus padres son analfabetos, que tienen que pensar a diario con que y como comprar comida, pagar arriendo, vivir situaciones de violencia intrafamiliar, comunitaria y social, amen que por falta de atención médica muchos no están caracterizados y como decía Jorge E. Gaitán: “No hay peor desigualdad que la igualdad entre los desiguales”.