James, el mago que ilusiona a Colombia
De Ramiro Diaz Romero
Curtido en la labranza y tostado bajo el sol, ha conducido su vida en medio de la crítica adversa que bordea la difamación. La jauría en los micrófonos, era siempre previsible, unos más ácidos que otros, solían ensañarse, solo para buscar una falsa audiencia para poder facturar a costilla del talentoso James Rodríguez.
Algunos, con envidias, otros con sorna, se referían a su vida privada y la compra de su «juguete, un jet privado». Que no entrenaba y solo se dedicaba a trinar por X. Todos, o casi todos, pendientes si bostezaba para interpretar el bostezo.
Es decir, nunca lo dejaron en paz. Hoy, después de la soberbia actuación en la Copa America, con un récord de asistencias y gol, los periodistas del mundo, incluyendo la exigente crítica brasileña se rinden a sus pies y de paso se devuelve la pelota contra varios técnicos mezquinos, comisionistas, Dorival Júnior y el catastrófico Luis Zubeldía, el mismo de la dinastía del antifutbol que cree que lo único válido es la táctica y la marrullería deportiva.
Ahora están arrepentidos de haberlo tenido parado, sometido a la banca, solo para preferir a quienes generan buenos ceros en sus cuentas privadas. Ese es el negocio, socio. Eso no lo dicen los mismos medios en su jauría deportiva.
La solemne, altiva y elegante cachetada en las dos mejillas, la ha dado James en el terreno de juego. Un jugador que ha tenido la libertad de pasearse por todo el medio campo, por la derecha, izquierda y la mitad, con una ductilidad impresionante, solo para tener la visión de juego y descubrir los espacios vacíos y mandar la pelota filtrada, por abajo, por arriba. O para organizar las pequeñas sociedades con Luis Díaz, Ríos, Arias y Córdoba.
Mención de honor, para Zinedine Zidane, Rafael Benítez, Luis Zubeldía, Dorival Júnior, y por ahí dos más de la cadena, expertos que construyeron el pabellón de los quemados. Nada consiguieron con James Rodríguez Rubio.
Es una figura emblemática que se ha paseado por los grandes equipos de la élite Europea, Real Madrid, Bayer Munich, Porto, Mónaco, All Rayan de Qatar, Everton, Olimpiaco, y ahora con un pié adentro y otro por fuera del mítico Sau Paulo del Brasil. La ofertas estan revisadas y están en un pisapel. Es un líder carismático, con potencia y gol, con una cualificación, crear y distribuir. Tener una visión de juego.
Colombia no es un equipo de fútbol, es una orquesta sinfónica, llena de matices y notas rápidas, claras, como el resplandor de un sol o como aquella escarcha lunar que brilla en el cuadrado verde.
Lo de James Rodríguez, es un caso extremo. Lo subieron a la gloria y lo trataron de quemar en el purgatorio. Gracias a su virtud, a la magia, salió ileso, aunque un poco chamuscado por la indolente crítica, la falsa crítica que se adorna con palabras reconstruidas. Él supo con discreción y prudencia, colocar un esparadrapo en cada boca descuadrada. Supo con valentía, adornar su vida deportiva con los colores de una bandera que proyecta el sueño de quiénes admiran a James, el célebre mago que ilusiona a Colombia.
*Periodista y crítico de arte.
Autor del libro El Caribe Une Las Orillas.