La foto del momento | La polémica fotografía de Trump: resistir, vencer, fuerza

El atentado contra Donald Trump.

Trump es un hombre valiente, de tesón fuerte que quiere poner en orden en los Estados Unidos de Norteamérica. A pesar que quieren acabar con su vida, no deja de perseverar y resistir.

Merece la pena detenerse en el minuto y medio de la secuencia del intento de magnicidio del candidato a la Casa Blanca Donald Trump.

El expresidente está mirando a su derecha mientras habla a sus seguidores en un mitin en la ciudad de Butler, Pennsylvania. En un instante, gira todavía un poco más el rostro hacia la derecha, y la bala que iba a matarle solo le roza la oreja. ¿Qué habría ocurrido si, de pronto, hubiera mirado al frente y puesto su cabeza más perpendicular a la trayectoria de la bala?

Herido levemente, y ante el silbido de los disparos, Trump se tira al suelo. Se abalanzan sobre él media docena de guardaespaldas. Luego llegan soldados armados. Cuando los agentes de seguridad confirman que el tirador ha sido abatido, le levantan y le rodean con sus cuerpos para sacarle del estrado. Pero él los detiene. “¡Dejadme ponerme mis zapatos!”.

Para saber qué va a pasar ahora se puede comparar este intento de magnicidio con otro, el ocurrido contra Ronald Reagan en 1981. Un hombre que quería impresionar a la actriz Jodie Foster emboscó y disparó varias veces al entonces presidente.

Otro minuto y medio de locura grabado en vídeo por varias cámaras: los disparos, la herida ligera en la piel de Reagan, los agentes que se abalanzan sobre el presidente y se lo llevan al instante. Reagan no pudo hacer ningún gesto de victoria. No pudo proyectar la imagen de héroe que se levanta de la lona para seguir peleando, como ha hecho Trump este sábado. Y, con todo y con eso, el intento de asesinato disparó su popularidad. Hay un cierto consenso en que le ayudó a consolidar sus opciones para un segundo mandato.

En aquél murieron dos personas: el jefe de prensa de Reagan y un policía. En el de este sábado, un espectador del mitin y el tirador, Thomas Crooks, un votante republicano, además de dejar dos personas heridas en estado crítico.

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Una imagen para la historia

Las imágenes del expresidente y candidato republicano Donald Trump con el puño en alto, la cara ensangrentada y gritando “peleen” tras ser alcanzado por uno de los disparos que intentó acabar con su vida se ha convertido de manera instantánea en un momento histórico.

Los fotoperiodistas y videógrafos presentes en el mitin de Butler (Pensilvania) la tarde del sábado capturaron los detalles en los que una bala disparada por un joven blanco desde un tejado próximo al escenario en el que hablaba Trump casi acaba con la vida del exmandatario.

El sonido de varios traqueteos provocados por los disparos interrumpió el discurso de Trump y obligó a los francotiradores del Servicio Secreto a abatir a tiros al atacante, que se encontraba en un tejado de un edificio de oficinas de una sola planta cercano.

Trump se llevó la mano a la cara tras ser alcanzado por un proyectil de manera leve en la oreja derecha. Tras ser empujado al suelo por los agentes del Servicio Secreto, el candidato republicano tomó una decisión que pasará a la historia.

El expresidente se levantó rodeado por varios agentes del Servicio Secreto, preguntó por su zapato y nada más ponerse en pie les instruyó: “esperad”.

De Kennedy a Reagan y ahora Trump

l reciente «intento de asesinato» al ex presidente y actual candidato Donald Trump ha hecho emerger en la memoria colectiva otros sucesos similares que, con un peor o mejor desenlace, han marcado la historia de Estados Unidos y, en consecuencia, del mundo.

En esta ocasión, Trump se encontraba dando un mítin en Pensilvania cuando una bala atravesó su piel, de acuerdo con la descripción que el mismo protagonista dio en su propia red social Truth Social tras ser protegido por un equipo del Servicio Secreto. Más tarde, se confirmó que, a pesar de que el disparo impactó en su oreja, Donald Trump se encontraba a salvo: «Es increíble que un acto así pueda ocurrir en nuestro país», añadió.

Distintas voces de la escena internacional ya han transmitido su apoyo al candidato, alegando que se trata de un ataque a la democracia. El suceso, además, «pone de relieve el peligro de quienes buscan votos en un país cuya Constitución garantiza a los ciudadanos (desde los propios orígenes de la nación) el derecho a portar armas», expresa el analista político Thomas Klassen para The Conversation.

Así pues, esta escena que quedará marcada para siempre en la historia de Estados Unidos solo ha cambiado de víctima, pero no es en absoluto nueva: desde que este país se independizara en 1776, 4 presidentes han sido asesinados mientras ocupaban su cargo, y otros 3 han sido víctimas de atentados no mortales. Hagamos un repaso de los acontecimientos.

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Butler (United States), 13/07/2024.- Former US President Donald Trump is rushed off stage by secret service after an incident during a campaign rally at the Butler Farm Show Inc. in Butler, Pennsylvania, USA, 13 July 2024. EFE/EPA/DAVID MAXWELL

Todo empezó con Abraham Lincoln

El atentado contra Abraham Lincoln, el 16º Presidente de los Estados Unidos, tuvo lugar el 14 de abril de 1865, cuando un simpatizante confederado de 26 años, llamado John Wilkes Booth, le disparó en la cabeza mientras este asistía a una representación en el Teatro Ford de Washington D.C.

El presidente, que se encontraba junto a su esposa, Mary Todd Lincoln, y otros acompañantes como Henry Rathbone y Clara Harris, fue inmediatamente trasladado al hospital, donde falleció el día después, protagonizando así un duro golpe para el país, que acababa de salir de la Guerra civil.

Y con respecto a Booth, 12 días más tarde murió durante un intento de las autoridades por capturarlo, aunque no se sabe si fueron estas quienes dispararon contra él, o si él mismo se suicidó.

Aún así, Booth se negó a entregarse, y, segundos después, se oyó un tiro. No se sabe si el disparo vino de un soldado o si Booth se disparó a sí mismo, pero poco después estaba muerto.

En cualquier caso, Abraham Lincoln fue la única víctima de una conjura mucho más ambiciosa, porque lo cierto es que, tal y como te contamos en este artículo, el plan inicial era nada menos que asesinarlo a él, al vicepresidente Andrew Johnson, al Secretario de Estado William Seward, y a Ulysses Grant, el victorioso general de las tropas del norte. ¿El objetivo? Crear un vacío de poder en Estados Unidos para reavivar la guerra, o bien vengar la humillación de los Estados Confederados.

Heridos, pero no asesinados: Theodor Rooselvelt y Ronald Reagan

Theodor Roosevelt se encontraba dando un discurso en Milwaukee (Wisconsin), el 14 de octubre de 1912, cuando fue alcanzado por la bala de John Flammang Schrank, un hombre de origen bávaro que había desarrollado una obsesión por el presidente, el 32º de los Estados Unidos.

No obstante, el propio guion del discurso fue lo que probablemente salvó la vida de este personaje histórico: en el bolsillo de su chaqueta, Roosevelt llevaba un documento de 50 páginas con todo lo que debía decir en el acto y el estuche de sus gafas.

Ambos elementos consiguieron amortiguar el impacto del disparo y permitieron que el presidente continuase ofreciendo su discurso durante 90 minutos, antes de ser trasladado al hospital. No obstante, la conmoción por el suceso no le garantizó la reelección.

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El atentado

Puede que la ráfaga de balas solo rozara a Donald Trump en Pensilvania el sábado por la noche, pero mató a un asistente al mítin e hirió de gravedad a otros dos.

También han desgarrado la campaña presidencial de 2024, dañando el tejido social y cultural del país. La ilusión de seguridad y protección que se ha construido durante décadas en la política estadounidense se ha hecho añicos de forma dramática.

Trump sólo recibió heridas leves, pero estuvo cerca: una fotografía de Doug Mills, de The New York Times, parece mostrar la trayectoria de una bala cortando el aire cerca de la cabeza del expresidente.

Desde que Ronald Reagan recibiera un disparo de John Hinkley Jr. en 1981, no se había producido un acto de violencia tan grave dirigido contra un presidente o candidato presidencial.

El ataque remite a una época más oscura de la historia de Estados Unidos, hace más de medio siglo, cuando dos hermanos Kennedy -uno presidente y otro candidato a la presidencia- cayeron abatidos por las balas de un asesino.

Reacción internacional

Según los informes, un tirador atacó desde una posición elevada fuera del lugar del mitin.

El Servicio Secreto informó que abatió al presunto atacante. Trump resultó herido levemente, con una lesión en la parte superior de su oreja derecha, pero su campaña aseguró que se encuentra «bien» tras ser evacuado rápidamente del escenario.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, expresó su consternación por el tiroteo, afirmando que «no se puede exagerar: la violencia política nunca es aceptable». Por su parte, el primer ministro británico, Keir Starmer, se mostró «horrorizado por las impactantes escenas» y envió sus mejores deseos a Trump y su familia.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, condenó el atentado calificándolo como un ataque inexcusable contra los valores democráticos compartidos entre Estados Unidos y Australia.

Líderes europeos se unieron a la condena. El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó el evento como «un drama para nuestras democracias». El canciller alemán, Olaf Scholz, describió el ataque como «despreciable», advirtiendo que tales actos violentos amenazan la democracia.

Pedro Sánchez como presidente español también condenó el suceso en x.com

Otros líderes europeos, como el primer ministro sueco Ulf Kristersson, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, Viktor Orban y el canciller austríaco Karl Nehammer, también expresaron su solidaridad y condenaron la violencia política.

Entre las reacciones también tenemos la de Von der Leyen que condena el acto y desea una pronta recuperación a Trump.

¿Quién es Trump?

La victoria de Donald Trump (como el “Brexit” en el Reino Unido o la victoria del “no” en Colombia ) significa, primero, una nueva estrepitosa derrota de los grandes medios dominantes, de los institutos de sondeo y de las encuestas de opinión. Pero significa también que toda la arquitectura mundial, establecida al final de la Segunda Guerra Mundial, se ve ahora trastocada y se derrumba.

Los naipes de la geopolítica se van a barajar de nuevo. Otra partida empieza. Entramos en una era nueva cuyo rasgo determinante es lo desconocido. Ahora todo puede ocurrir.

Este personaje atípico, con sus propuestas grotescas y sus ideas sensacionalistas, ya había desbaratado hasta ahora todos los pronósticos. Frente a pesos pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted Cruz, que contaban además con el resuelto apoyo del establishment republicano, muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido Republicano y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a cenizas.

El candidato republicano ha sabido interpretar lo que podríamos llamar “la rebelión de las bases”. Mejor que nadie, percibió la fractura cada vez más amplia entre las élites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas, por una parte, y la base del electorado conservador, por la otra. Su discurso violentamente anti-Washington y anti-Wall Street sedujo, en particular, a los electores blancos, poco cultos y empobrecidos por los efectos de la globalización económica.