Por: Liliana Vanessa Barona Sánchez
Este es un llamamiento extremadamente urgente dirigido al Ministerio de Educación Nacional del Estado colombiano a qué se disponga a replantearse el modelo de instrucción académica impartido en todo el país en cada uno de sus grados de formación de acceso público; y a que reevalúe la efectividad de su desacertado sistema de evaluación a la población estudiantil de nuestra nación que en vez de ser de beneficio e impulsar la excelencia y la motivación, les son consecuentes todo tipo de antítesis a estos ideales de resultado. En la contemporaneidad, la herramienta organizadora principal del plan de estudios en cualquier institución educativa es el currículo, que a la vez funciona como mapa que dirige a estas instituciones educativas al alcance de los objetivos enfocados a la formación íntegramente humanizada del estudiante a través de una educación de excelente calidad, o así debería de ser. Vemos que en nuestros días los proyectos educativos guiados al formar humanizado del estudiante han ido en decrecimiento por los fracasos derivados del deficiente sistema de educación del país que somete a las instituciones educativas a implementar programas estandarizados que excluyen la humanidad del individuo y la diversidad de comprensión y aprendizaje de cada uno. El estandarizado currículo que implementa el Ministerio de Educación Nacional en Colombia realmente no logra satisfacer las necesidades de los estudiantes inherentes al campo educativo. Esto se logra palpar o visibilizar en la innegable realidad de una dualidad o contraste entre muchos niños y jóvenes del país que acaban perdiendo el interés en su propia preparación educativa y otros que luchan incansablemente por ella. Por un lado tenemos la discontinuidad o falta de perseverancia de algunos por la frustración que se les produce por no comprender las temáticas impartidas en su materia o la consideración y decepción particular de otros que no ven oportunidades de superación accediendo al estudio; y paralelamente tenemos del otro lado a aquellos se les difícil o de plano, imposible acceder a la educación por la falta de recursos económicos, imposibilidad que les lleva a la frustración que de igual manera, resulta en desesperanza. Lo anterior es crítico, porque nos demuestra que hay un problema grande de fondo, de raíz, que les significa a estas personas y sus familias la probabilidad de nunca lograr el alcance de una vida digna saliendo de la pobreza económica e intelectual. Un currículo adecuadamente formulado debe de servir como herramienta estratégica que les permita a los estudiantes acceder libremente al aprendizaje, al progreso y la prosperidad; debe de conectarse íntimamente con las problemáticas internas de cada individuo objeto del ejercicio de la formación académica y por lo tanto, impulsar a la sociedad a superar cualquier adversidad por medio de las herramientas dispensadas por la educación de excelente calidad que debería de asegurar el ministerio de educación nacional y no estancarla como ha sucedido desde hace más de 50 años. El problema con un mal currículo es que carece de la capacidad de dirigir a los estudiantes hacia una victoria académica y personal. Las mesas de debate son cruciales para el desarrollo de proyectos educativos efectivos. Por lo tanto, deben estar compuestas por personas capacitadas en educación, quienes tienen la responsabilidad de remover lo que han sido 50 años de una educación deficiente y promover una educación de calidad con un currículo pertinente y una autonomía institucional. Es fundamental no dejar de lado a las regiones que, para muchos en el poder, parecen inexistentes. Estas son regiones donde la educación es tan pobre que a veces los estudiantes ni siquiera conocen una computadora dentro de la institución. Estas áreas deberían ser una prioridad, ya que en sus comunidades hay un incremento de la pobreza debido a una mala educación. El Ministerio de Educación Nacional tiene la obligación de velar por estas regiones. La plenitud de las instituciones educativas públicas tienen la responsabilidad de ofrecer una educación de excelente calidad con el fin de responder y satisfacer se manera eficiente a el derecho fundamental que supone la educación a todos los seres humanos nacidos en nuestra tierra Colombiana, deberían de destacar impactando de tal manera que se visibilicen los resultados y no deberían por lo contrario, permanecer en la invisibilidad con su desentendimiento de tales responsabilidades. Al observar este panorama, podemos ver la situación precaria del sistema educativo actual. Una de las cuestiones que debemos discutir es la forma de evaluación del Icfes en nuestro país, una prueba rígida que homogeniza a los estudiantes. Cada ser humano es diferente, con sus propios intereses y objetivos en la vida, y una prueba tan abstracta no permite que muchos demuestren su verdadero talento e inteligencia. Es urgente replantear este sistema de evaluación para que permita a los estudiantes mostrar a qué se quieren dedicar y en qué son realmente buenos. En conclusión, nuestra soñada autonomía institucional debería incluir a curriculistas más humanos, especializados y apasionados por la educación, capaces de impulsar y fortalecer académicamente las instituciones educativas en nuestro país. Solo así podremos asegurar una educación de calidad para todos, que realmente prepare a los estudiantes para enfrentar y superar los desafíos de la vida y contribuir positivamente a la sociedad. Este es un ejercicio que se promueve en el curso de Procesos Curriculares del Programa de Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico, Facultad de Ciencias de la Educación para desarrollar y fortalecer la lectura y escritura en Currículo (I-2024).