Como ya lo habíamos expresado en este espacio editorial, a pesar de que existen deferentes agentes generadores del conocimiento, los centros de educación superior seguirán siendo instituciones vitales para la sociedad colombiana, porque a través de la educación que imparten, sustentan los sistemas económicos y culturales de nuestro país.
Nuestro concepto es que las universidades oficiales y privadas en Colombia están establecidas, además de formar profesionales, para cumplir funciones con responsabilidad social.
No obstante lo anteriormente expuesto, las familias de clase media en Colombia tienen sobre sus hombros una carga cada vez más pesada y difícil de cumplir, como es el valor de la educación superior de sus hijos.
El sacrificio que cada cabeza de hogar hace semestre a semestre –tal como ocurre en estos días– para cumplir con esta obligación crece considerablemente y los padres y madres sienten que cada año aumentan las dificultades para poder cumplir con tan sagrado deber.
Al mismo ritmo crece el número de hogares pertenecientes a la clase media en la que los jóvenes se ven en la necesidad de truncar sus estudios por falta de capacidad económica de los padres de familia, acosados por tantos gastos.
Las familias de estratos medios de la población deberían ser el centro de los cuidados del Estado y del modelo económico de desarrollo, ya que son ellas el renglón más sólido que tiene la economía.
Los gobiernos de otros países han reconocido lo valiosa que son las políticas de esta naturaleza, por lo que han logrado que su clase media se robustezca y amplíe sus posibilidades de surgir.
No hay que desconocer que una de las grandes angustias de los padres de familia de la clase media son los altos costos de las matrículas en algunas universidades, no todas.
Su valor pesa mucho en la economía de cada hogar de clase media; los esfuerzos para que un hijo culmine estudios superiores son muchos y la remuneración que el mercado paga a los profesionales jóvenes es baja; además, encontrar el primer empleo es cada vez más difícil y adicionalmente surge ahora otro requisito más, los estudios de posgrado.
El lograr pagarlos es un desafío de titanes; desafortunadamente las políticas del Estado para darle una mano en esta materia a amplias capas de la población son insuficientes, por lo que la clase media se siente abandonada en este tópico.
Como complemento, el Icetex ha modificado sus políticas y los testimonios de quienes logran acceder a los créditos y el costo financiero que por ello deben pagar, se constituye en un verdadero obstáculo que ojalá sea subsanado lo más pronto.
A todo esto hay que agregar que el rubro que se destina en el presupuesto nacional a las universidades públicas siempre genera reacciones de inconformidad, debido a que las partidas asignadas siempre están muy por debajo de las necesidades acumuladas; no obstante que se hablaba de recursos suficientes para el saneamiento de obligaciones en los claustros universitarios oficiales de nuestro país, para así poder atender la demanda de aspirantes pertenecientes a la clase media.
Por eso resulta de primordial importancia atender con mayor prontitud esa demanda de recursos para el perfecto funcionamiento de las universidades oficiales, las necesidades de estos centros de educación superior, que son de vieja data, pero no por ello se le invierte lo suficiente, para que las universidades públicas puedan cumplir con la demanda cada día más creciente de estudiantes pertenecientes a la clase media.