POR: LUZ AYDEE GOMEZ VALLEJO
El sistema educativo colombiano tiene una responsabilidad fundamental: la formación de buenos ciudadanos. Es la reflexión y la pregunta alrededor de la enseñanza y el aprendizaje, apostando alrededor de estos procesos desde los contextos, como el ejercicio de los tiempos actuales. Este formar, por supuesto, no olvida que cada estudiante tiene un tempo de aprender y que es diferente al de los otros es por ello, que criticamos la estandarización y la homogenización que impone el Ministerio de Educación. Es que no hay una medida ni forma fija en todos los estudiantes como lo impone la narrativa oficial, porque lo importante es que cada estudiante representa un contexto de vida con las experiencias que han acompañado y acompañan sus vidas.
Por ello, el aprendizaje tiene su tiempo y no tiene un único correlato, que muchas veces tiene momentos íntimos y únicos, son también tiempos compartidos que prometen crear tipos de experiencias que van más allá de las urgencias y coyunturales oficiales que se atraviesan en el currículo, y que no permite darles un sentido propio a cada experiencia de aprendizaje. De ahí que sea importante la elección de los soportes didácticos que haga cada docente para responder: ¿qué va a enseñar? ¿Cuándo? ¿Qué experiencia tiene cada tema que va a enseñar? Esto transformaría las prácticas curriculares, que invitan a desafíos en docentes y estudiantes: es por ello, que en la mediación didáctica resulta indispensable ofrecer oportunidades para transitar por esas experiencias enseñables y aprendibles, a fin de intervenir para acompañar el aprendizaje como resolución de problemas con los que se enfrentarán los estudiantes.
En este sentido resulta central promover situaciones individuales y colectivas de aprendizaje que permitan también conformar comunidades que aprendan para construir hipótesis y conversar sobre los hallazgos de lo aprendido. Por otra parte, también es parte del trabajo de la mediación didáctica expandir las experiencias curriculares hacia los problemas sociales que permitan acceder a otras formas de construcción de aprendizajes, como un aprender y reaprender: volver sobre lo aprendido con diversos propósitos, que es una práctica central para el desarrollo y fortalecimiento de la comprensión e interpretación de lo aprendido. Reaprender es una práctica, un foco contracultural en la lógica tradicional de enseñar-aprender, porque nos pide ser críticos. En este sentido, el docente debe levantar guías expertas que introduzcan a los estudiantes en este proceso y les muestre que volver a reaprender es lo mejor que se puede hacer para recuperar aspectos esenciales que llaman la atención o que no se entienda o para disfrutar nuevamente de una parte de lo aprendido para corroborar o rechazar una interpretación, entre otros propósitos de este ejercicio.
Toda problemática de la sociedad remite a un conjunto de respuestas posibles para las que el currículo debe darles sentido. Se trata de una “pedagogía de la pregunta”, que debe ser concreta y fundamental, es decir, hay que tener pasión del saber preguntar: porque la pregunta es el mejor acto que un docente puede poner en escena en su enseñar, en el sentido más profundo de lo que se quiere indagar o saber en este reaprender. Por lo tanto, es un ejercicio para generar pensamiento que sepa preguntar, porque si lo hacemos podemos hallara grandes respuestas. El currículo escolar debe promover que el estudiante ante, que un respondedor, sea ante todo un preguntador, donde cada saber enseñable, tiene para el estudiante un reservorio de preguntas, para analizar, criticar las diferentes respuestas a una pregunta dada. Hay que hurgar en el estatuto epistemológico de lo que se pregunta, porque ella surge de un conocimiento para mirar que en el preguntar de los estudiantes hay un pluralismo por el deseo de saber, lo que permite entrever la gama de respuestas posibles. En este proceso, hay que erradicar la tendencia peligrosa de universalizar las preguntas. No hay una universalidad a la preguntabilidad reflexiva de lo que se pregunta. Cada pregunta remite a una historia, que puede estar relacionada con un problema universal, pero que se presenta únicamente dentro de un horizonte determinado. Todo esto plantea respeto por el preguntar del estudiante, lo que tiene implicaciones para una reforma educativa y para la ética pedagógica del docente.
El argumentario del docente debe dirigir preguntas de hondo calado para la comprensión de la tesis de lo que él quiere enseñar: ¿cómo podemos mostrar suficiente respeto por las capacidades racionales de los estudiantes y, al mismo tiempo, caracterizar sus virtudes y cualidades para el mejoramiento de la práctica pedagógica? En esta perspectiva, la proposición de estos apuntes consiste en ahondar en la confección de algunas inquietudes-presupuestos para ser tenidos en cuenta por una reforma curricular integral, reforma que menos que arreglar estos enredos busquen lo que estos enredos están significados en los procesos de formación integral de los estudiantes. Lo cual supone repotenciar las señas axiológicas-cognitivas para un análisis del aprender, del enseñar y del reaprender, aspecto digno de condensación conceptual y de experiencia vital tanto para docentes como para estudiantes.
Dicho esto, se invita a una renovación en el campo intelectual de las ciencias de la educación, uno de cuyos objetos privilegiados es la formación de buenos ciudadanos, y en donde las categorías como currículo, evaluación y pedagogía acompañan abriendo brechas en los nuevos dibujamientos de este formar, para ahondar en lo que podríamos llamar la escuela comunicacional (¿qué queremos comunicar a la sociedad desde esta institución?) para repensar nuestras prácticas y para remover estructuras ya fuertemente acostumbradas a lo tradicional. Se trata de una visión de conjunto, que plantea la necesidad explícita de cambios profundos en el sistema educativo, como un cambio epistemológico en relación con los procesos de formación integral. Insistimos en la necesidad de ampliar y extender aquellas visiones que nos ofrece el contexto para integrarlo a través de una mirada histórica, socioantropológica y cultural, en tanto opción y método en el reaprender. En tal sentido, estos apuntes presentan unos puntos claves de preocupación y actualidad que se deben nombrar en una reforma educativa, exigiendo una teorización acerca de la relación de las problematicas sociales con la escuela y la universidad en términos de diálogo interdisciplinario, globalizador e integral.
Son planteamientos que deben atenderse en una reforma educativa estatutaria, por la inmersión vivencial del contexto con la escuela: el contexto es la caja de herramientas para el enseñar y el aprender, lo que implica vivenciarlo intensamente como laboratorio, desde sus ritmos y dinámicas para construir formas básica de enseñanza, para acabar con esa relación fría que se tiene con el entorno, porque desde él emerge una práctica transformadora con sentido. Entonces, estamos hablando de una construcción de sentido para el reenseñar y el reaprender que instala una reflexión significativa en los apropiamientos que hace la escuela de las problemáticas sociales, como reafirmación a partir de los retazos que el contexto ofrece, porque este se constituye en la más preciada herramienta para la enseñanza y la investigación, con sus expresiones de matrices narrativas, como lo verdaderamente importante para la práctica pedagógica, todo ello acompañado e hilvanado con las situaciones culturales, históricas, políticas, que nos invita a replantear y revisar las naciones de calidad de la educación y las pruebas estandarizantes promovidas por el Ministerio de Educación Nacional.