DESAFIOS CURRICULARES 

POR: BAYRON BOLIVAR GIL GRAU

Como educadores debemos propiciar la construcción de currículos que favorezcan solidaridad y encuentros con los diferentes. Este el desafío. Debe consistir en la hechura de paseos educativos desde y hacia el asombro con la vida cotidiana, como el sentido formativo para seguir caminando en el viaje hacia la autonomía. En este sentido las clases que lo sustentan no deben aspirar a la sistematicidad y extensión de una clase, sino a la frescura y ligereza de un buen enseñar. Una propuesta curricular debe saber moverse y encontrar arquetipos para promover lo propio de acuerdo con la misionalidad de una Institución Educativa: nos vemos ante una educación desconectada con la sociedad tras el fracaso de la hundida en el congreso de la república de la Ley Estatutaria de la Educación. Nos movemos entre el cientificismo de las competencias y la estandarización y el deseo de la autonomía escolar.

Por ello, debemos esforzarnos por encontrar una tercera vía, una síntesis de lo mejor del pensamiento científico (la capacidad de seguir expandiendo el horizonte plausible de formar buenos ciudadanos) y lo mejor del pensamiento de la Condición Humana (la capacidad de dar sentido a nuestra vida y a la vida de los otros con sentido hacia ese formar). Y, es en esta formación, precisamente, donde podemos hallar una inagotable fuente de impulso de solidaridad con la Dignidad Humana, como un impulso axiológico que no se dirige a lo “claro y distinto” cartesiano de las pruebas estatales, auspiciadas por los tecnócratas del Ministerio de Educación y del Icfes. Solo con el influjo de la formación en valores constitucionales podemos caminar hacia una Colombia más digna y más humana.

En este proceso, el currículo es una herramienta fundamental, como perspectiva y reflejo de la sociedad, que permite redescubrir el carácter profundamente humano de todo momento de interacción en los espacios escolares; entonces, se representa como el depositario de sentidos siempre abierto a la relectura. El currículo que se constituye en prioritario adquiere su significado en las coordenadas históricas y culturales que lo alumbran en el camino de la formación integral, que está abierto a nuevos campos de sentido, como si se tratase de una  propuesta siempre abierta, y por lo tanto, una permanente invitación a este formar. De ahí nuestro llamado: el currículo dialoga con la formación, entendido como el ejercicio consistente de pensar lo que se necesita para que se actúe sobre el contexto.

En esta apertura de interpretaciones, el currículo es fruto de la confianza y conciencia que se tenga frente a la formación de buenos ciudadanos, para reconfigurar la forma en qe experimentamos los llamados del contexto como tiempo e historia, recuperando sus dinámica, los contenidos curriculares que dotan de sentidos al tiempo escolar desde un conjunto de interacciones con el entorno: realizaciones, existencia, progreso, innovación, inocencia: todo esto entendido como un conjunto de notas que nos invitan a pasear en la búsqueda de la formación integral. Transitamos por fuertes cambios de paradigmas sin llegar a reflexionar en profundidad cuáles son las ventajas y desventajas de las prácticas que se ponen en escena en la escuela.

Es un llamado a la reflexión de quienes deben tomar decisiones curriculares pensando la formación de buenos ciudadanos, en cuestiones básicas de poner a dialogar los Fines de la Educación (art. 5 de la Ley 115 de 1994) con los procesos de generación de un pensamiento crítico, creativo, contextualizado y pertinente. Es una exhortación a hacer uso crítico de este diálogo formativo: el rol docente frente a sus estudiantes, la comunicación cara a acara, compartir y aprender con otros y de otros. Se trata, de recuperar significativamente la formación de valores, como esa capacidad axiológica para actuar en el mundo. Con una mirada crítica frente a las problemáticas del contexto, podríamos resaltar muchos beneficios para ese futuro formar: transformar la sociedad desde la escuela a través de propuestas que permitan a los estudiantes investigar, explorara, trabajar colectivamente, compartir el aprendizaje con otros, desarrollar estrategias comunicativas entre otros. Aprovechar los encuentros para debatir, concluir y seguir indagando.

Entonces, se hace necesario repensar las dinámicas curriculares que proponemos para promover aprendizajes contextualizados y pertinentes para comprender e interactuar en un mundo desafiante complejo y que permite seguir cambiando. Entonces, el currículo debe contribuir con el aprendizaje de las grandes incógnitas de la vida, para formar ciudadanos con una profunda sensibilidad humanista que se refleje en la vida de cada estudiante, como inspiración para su escritura: estas aspiraciones y experiencias deben reflejarse en sus vidas para explorara la relación del hombre con su contexto, como el tema recurrente curricular. A través del currículo docentes y estudiantes deben explorara la esencia de la vida humana y las complejidades e la existencia.

Esta interacción debe ser un viaje autónomo para aprender valiosas lecciones de vida, gracias a una narrativa enseñable ágil, pero profundamente simbólica. Docentes y estudiantes deben reflejar un profundo humanismo y una búsqueda constante de sentido y conexión con las problemáticas de la sociedad, porque en el enseñar, docentes y estudiantes se entrelazan, simbolizando la narratividad de la experiencia formativa en la eterna búsqueda de respuestas para la misionalidad constitucional: una fuerte identidad con los derechos fundamentales.