Por: Bayron Bolívar Gil Grau
La Condición Humana, CH, es el puente entre la sociedad, en su historia y cultura con la formación para explorar esta compleja relación, favoreciendo poder desarrollar y fortalecer los valores ciudadanos como narrativa en la configuración de nuestro entendimiento con el mundo de esta virtud constitucional. Esta condición es el análisis detallado de cómo un Estado, como el nuestro, Social de Derecho enfoca sus fines en el papel de ser garante de una vida digna, como lo emblemático y lo que influye en la percepción y comprensión de ese rol. Aquí, se argumenta que este Estado debe servir para que desde la educación se humanice la sensibilidad frente a esta CH desde la sociedad, favoreciendo que cada persona sea capaz de vivir dignamente. Su análisis profundo y accesible debe estar presente en cada nivel del sistema educativo para proporcionar a niños, adolescentes y jóvenes una herramienta valiosa para que exploren la compleja relación de lo que es la humanidad.
Los distintos saberes curriculares se deben caracterizar en relación con la CH como esa necesidad de ser impactados significativamente, tanto en el ámbito personal como colectivo de los estudiantes. Este enfoque curricular corrige su narrativa, proporcionando una perspectiva más compleja y axiológica, destacando su papel en la configuración de una cultura de lo humano. Un proyecto curricular que así la asuma debe estar estructurado para guiar a los estudiantes a través de los dilemas de la vida social, como estudios de casos, cada uno centrado en la violación o amenaza de la Condición Humana. Esta estructura permitirá una comparación directa por parte de ellos, donde cada uno aborde el estudio referido a partir de sus perspectivas axiológicas en un determinado contexto histórico y cultural, de una recepción crítica valorativa, lo que les ayudará a valorar las circunstancias y sus móviles, ayudándolos a comprender mejor nuestra naturaleza humana y la de los otros.
Se trata de una visión innovadora, concebida como un análisis de las formas correctas de pensar y decidir acerca de la realidad del ser humano, y por lo tanto, como una ayuda necesaria a los procesos de formación integrales, para que con su amplitud y el rigor del pensamiento de los saberes influya en toda la dimensionalidad de respeto hacia la CH. De acuerdo con lo anterior, esta es la posibilidad real de una vida digna, en donde debe ejercitarse el Estado, acentuando la valoración real de los Derechos Fundamentales que la integran, lo que implica: 1. No vivir miserablemente, hay que dar a cada uno una vida digna. 2. Vivir en armonía con el otro (amigos, compañeros, ciudadanos. Esto vendría a ser en términos de Aristóteles, la inteligencia práctica que recibe el nombre de phronesis). Por ello, la Condición Humana está ligada a las virtudes morales, como esa capacidad para juzgar y capaz de vivir con dignidad, donde todos los seres humanos son merecedores, en un sentido profundo, de igual respeto e intereses. A través del currículo escolar, los distintos saberes enseñables deben reconocer y valorar la humanidad allí donde está presente en cada estudiante, para rendirle nuestra lealtad y nuestro respeto. El respeto por este ideal constitucional es un misional regulativo que debe estar presente en el Manual de Convivencia.
Se trata de apreciar un profundo valor humano en cada estudiante, con capacidades, talentos, destrezas y habilidades socioafectivas y cognitivas. El currículo como el núcleo central de esta postura debe promover y fortalecer la igualdad de la valía humana de todos los integrantes de una comunidad educativa. La Condición Humana en los espacios escolares debe ocupar la comunicación formativa, ha de ser la experta en producir efectos socioafectivos relevantes a través del lenguaje de las emociones y de los intereses de sus integrantes. La CH se debe y se puede explicar en las aulas, ah de ser una narrativa actualizada como valoración de los derechos fundamentales, como el objeto de estudio de los saberes que se enseñan. De este modo, ella debe ser el discurso que persuade a su respeto y valoración, como el argumento esgrimido en las interacciones sociales escolares, lo que sitúa la obtención de ser un buen educando formado en valores.
La Condición Humana actualizada en los manuales de convivencia y en el currículo, en cuanto configura un capítulo importante de la teoría curricular contextualizada y pertinente, que a su vez se convierta en la teoría fundamental de un Proyecto Educativo Institucional, que está en estrecho contacto con el contexto, porque el currículo es comunicación para guiar el proceso básico o la forma operacional del sistema educativo, o de una Institución Educativa: el currículo es el arte de convencer a los docentes con sus saberes para el abordaje de las situaciones problemáticas sociales, tratando de resolver cuestiones prácticas. Es el arte de los constructores curriculares desde la Hermenéutica para entender y hacer entender en el marco de la práctica pedagógica de un docente la interacción con un determinado contexto.
Esta Condición Humana en el currículo es teoría y práctica de la comunicación de lo que ella representa como convivencia, como esa comunicación que intenta alterar un estado de cosas, mediante la persuasión, una determinada situación de irrespeto para con aquella de forma más o menos duradera, a base de producir cambios de opinión y de valoración en la mentalidad de los actores de la comunidad educativa. Luego la CH es evidentemente una herramienta constitucional, que se convierte en pedagógica, curricular, social, política y cultural, puesto que estas categorías abren posibilidades para alterar las relaciones de irrespeto para con ella, como una importantísima forma de praxis social que es el persuasivo discurso curricular de la Condición Humana. Asimismo cabe sostener que esta centralidad humana, que es constitucional, y por lo tanto educativa-formativa, tal y como la ha venido concibiendo la Corte Constitucional colombiana, muy especialmente, la conocida “Corte Admirable”, integrada por magistrados como Carlos Gaviria, Eduardo Cifuentes, José Gregorio Hernández, Alejandro Martínez Caballero, entre otros, quienes hicieron valer un orden social, justo y digno, generando aspiraciones en los colombianos.
Es más, la Condición Humana, desde de la educación y la formación es la prueba decisiva de nuestro Estado Social de Derecho y del propio sistema educativo, para que la escuela forme sujetos capaces de desarrollar y fortalecer un conjunto de acciones para construir interacciones acciones plausibles, para imaginar el consenso que logre la libre autodeterminación de los estudiantes, especialmente, lo que presupone situaciones ideales de respeto y valoración; más aun, estas acciones formativas se hacen realidad gracias al valor intencional del currículo escolar, que es el fundamento del discurso y el arte de cómo hacer enseñable esta condición, para reflexionar sobre la formación de buenos ciudadanos. Entendida la Condición Humana como esa capacidad constitucional orientada dialécticamente en relación con la íntima relación con el contexto, ya que el currículo con sus saberes se interesan por esta relación-posibilidad de reorientar el norte misional de una institución mediante la persuasión del discurso razonable curricular contextualizado y pertinente. Esta condición es, pues, la herramienta que tiene el Estado Social de Derecho, que dentro de este discurso, nos enseña operar con esa forma de praxis social, histórica, cultural, política y pedagógica, por lo que, la escuela en donde está presente formativamente la CH opera este ideal de respeto y valoración, convirtiéndose en una especie de gramática de la acción social y políticamente razonable.