Por: Roberto Samur Esguerra
Acerquémonos un poco a la historia para observar cómo es que las cosas en el país siguen siendo las mismas, tal vez con la sola excepción de no haberse repetido un golpe militar como el del trece de junio de 1953. Es decir, el golpe mismo, pues los ‘ruidos de sables’ se han venido escuchando de manera recurrente y persistente, sobre todo en la segunda mitad de cada periodo, cuando ya el sol se pone a las espaldas en su inexorable encuentro con el ocaso.
Lo primero que observamos es la repetición de apellidos en el poder desde Mariano Ospina Rodríguez, Pedro Nel Ospina y Mariano Ospina Pérez, presidentes. López Pumarejo y López Michelsen, presidentes. López Caballero, ministro. Clara López, alcaldesa de Bogotá y senadora. Eduardo Santos y Juan Manuel Santos, presidentes.
Francisco Santos, vicepresidente y embajador. Guillermo León Valencia, presidente. Paloma Valencia, senadora. Lleras Camargo y Lleras Restrepo, presidentes. José A. Vargas Lleras, secretario general de la Presidencia, embajador en varios países de Europa. Germán Vargas Lleras, senador, ministro y vicepresidente. Lleras de la Fuente, precandidato presidencial y constituyente. Gabriel Turbay, jefe del partido Liberal y candidato a la Presidencia de la República. Julio Cesar Turbay, presidente. Su hijo, Contralor General y precandidato a la Presidencia. Un nieto senador. Pastrana Borrero, presidente y Pastrana Arango también. Cesar Gaviria, presidente. Ana Milena de Gaviria, embajadora. Simón Gaviria, presidente de la Cámara de Representantes, director de Planeación Nacional y del partido Liberal.
Es decir, que ‘faltando los datos de la Mojana’, aquí hemos tenido en la Presidencia de la República a padres, hijos y primos, algunos por dos periodos, y otros con el sueño de la reelección, como en el caso fallido de López Michelsen o con las intenciones, varias veces frustradas de Álvaro Gómez, quien no pudo alcanzar la Presidencia, como su padre, no obstante ser una de las figuras más destacadas y promisorias de la política nacional. Sin embargo, fue elegido Designado, y tanto él como su hermano y un sobrino, fueron destacados miembros del Congreso. Otro sobrino fue candidato presidencial. María Eugenia Rojas, tampoco logró alcanzarla, a su vez, por vía distinta a la de su padre, pero dos de sus hijos fueron senadores y alcaldes, uno de Bogotá, y otro de Bucaramanga.
Esto, sin mencionar la conmovedora escena del joven Galán, luego senador y precandidato presidencial, hermano del actual alcalde de Bogotá, en el luctuoso sepelio de su padre, señalando al sucesor de Barco. Valdivieso. Otro primo fue ministro, fiscal y precandidato presidencial.
Y ahí vemos por siempre, a la parentela cercana figurando en la política o en los cargos más pretendidos del Estado, según nepotismo aumentado en las regiones, gracias también a la circunscripción nacional.
Echémosle un vistazo a la historia sin ir tan lejos. Allí están todos los presidentes invocando la paz, la justicia social, la convivencia, la reelección, la reforma tributaria, el acuerdo nacional. Pudimos verlos, implantando el Estado de Sitio al comenzar su Gobierno para demostrar que recibieron el país descuadernado, y, levantándolo, al final, para demostrar que lo entregan con plena normalidad.
Se concede el principio de la buena fe a quienes nos han gobernado, pues todos quisieron pasar a la historia recordados por sus buenas realizaciones, en ciertos casos logradas, pero no continuadas tras cada periodo, con graves consecuencias para el desarrollo sostenido y para las soluciones a los crónicos males del país, sin que se asomen sanciones, siquiera políticas, que permitan rectificar, con la óptica de los tiempos, las decisiones ciudadanas.
NOTA. Es muy conocida la frase del presidente Kennedy sobre que el ciudadano no debe preguntarse lo que puede hacer el país por él, sino lo que puede hacer él por el país.
Haciendo suya esa sentencia, ahora con el nombre de “Trabajemos por Colombia”, un numeroso grupo de señoras sucreñas se propone concientizar a la ciudadanía sobre sus indeclinables deberes en la escogencia de las personas que deben gobernarnos con criterio democrático, republicano y patriótico. Pronto iniciarán una serie de charlas, aquí, con personajes conocedores de la actualidad nacional, en grado suficiente para orientar al país en tal dirección. Por ello, es preciso que les ofrezcamos reconocimiento y apoyo.