Evaluación y currículo: un debate necesario

Foto: imagen de referencia.

Por: María Aminta Chávez Trochez

Desde la ciudad de Popayán, sigo con entusiasmo el llamado a reimaginar al currículo como un enfoque novelístico pensando la educación, tal como lo puntualiza a la perfección uno de los integrantes de este debate, el estudioso académico e impenitente lector de estas tribunas, William Manotas, cuando invita

a colegas a participar como una bienvenida de honor  a la especial Tribuna Pedagógica No. 1075. Su apunte dice: hoy nos reunimos para explorar y debatir las ideas provocativas y transformadoras presentadas por el Maestro Reynaldo Mora Mora en su ensayo «El currículo: una construcción novelada». En un mundo donde la educación es la base de la sociedad, el currículo, tal como lo plantea el Maestro Mora, no es simplemente un conjunto de contenidos y objetivos, sino una narrativa viva y dinámica que modela las vidas y los futuros de nuestros estudiantes.

El Maestro Mora nos desafía a repensar el currículo como una novela en serie, escrita colectivamente por actores sociales y educativos. Este enfoque no solo enriquece nuestra comprensión del currículo, sino que también resalta su capacidad para impactar positivamente el contexto social y formar ciudadanos íntegros y conscientes. En esta construcción novelada, se entrelazan proyectos de vida y saberes culturales, generando una formación integral que abarca más allá de los límites de la mera instrucción académica.

El objetivo principal de nuestro debate es profundizar en la comprensión del currículo desde esta perspectiva novelada y crítica, y proponer alternativas que superen las deficiencias de las prácticas educativas actuales. Nos proponemos: explorar la «Metáfora del Currículo como Novela»: Debatir la efectividad y aplicabilidad de esta metáfora en la práctica educativa diaria, evaluar el impacto del currículo en la formación integral, para analizar 

cómo el currículo puede fomentar la formación de buenos ciudadanos y contribuir al desarrollo integral de los estudiantes.

Además de criticar y replantear las prácticas evaluativas actuales con miras a identificar las fallas de las políticas evaluativas actuales y proponer alternativas más justas y equitativas. Para ello se demanda revisar el rol del Estado en la educación para examinar la responsabilidad del Estado en el fracaso educativo y buscar formas de distribuir equitativamente esta responsabilidad.

Lo que invita a redefinir la evaluación meritocrática para discutir los efectos de la meritocracia en la educación y explorar métodos de evaluación que promuevan la Dignidad Humana y respeten la diversidad de talentos y vocaciones.

Se trata de desarrollar una Narrativa Curricular Inspiradora para proponer formas de estructurar la narrativa curricular que motiven e inspiren tanto a estudiantes como a docentes, superando las adversidades burocráticas y de recursos para transformar las condiciones educativas precarias, debatir estrategias para mejorar las condiciones de la educación y resucitar el ideal de una formación autónoma y ética.

A través de este debate, buscamos no solo criticar, sino también construir juntos una visión más humana, inclusiva y efectiva de la educación, que inspire a nuestros estudiantes y docentes y que se adapte a las realidades y desafíos de nuestro tiempo. ¡Esperamos una discusión fructífera y transformadora!

Por su parte la estudiante del Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad del Atlántico, Rosy Henao señala que, en el ensayo realizado por el doctor Reynaldo Mora Mora en la Tribuna Pedagógica me llama sobremanera la frase «el currículo como obra de arte educativo-formativa-cultural», lo que sugiere una perspectiva enriquecedora y holística sobre la educación. Ver el currículo de esta manera implica reconocer que no es solo una serie de contenidos y habilidades que deben transmitirse de manera mecánica, sino una creación dinámica y viva que influye en el desarrollo integral del ser humano.

El currículo, cuando se conceptualiza como una obra de arte educativo, formativa y cultural, adquiere una dimensión transformadora. Al igual que una obra de arte, el currículo debe ser cuidadosamente diseñado, integrando elementos que fomenten no solo el aprendizaje académico, sino también el crecimiento personal y la apreciación cultural. Esta visión enfatiza la creatividad, la imaginación y la sensibilidad en el proceso educativo. Desde una perspectiva educativa, el currículo como obra de arte debe inspirar y motivar a los estudiantes, promoviendo un aprendizaje significativo que trascienda las aulas.

Como obra formativa, debe moldear el carácter, los valores y las habilidades de los individuos, preparándolos para ser ciudadanos responsables y reflexivos. Finalmente, como obra cultural, debe celebrar y preservar la diversidad cultural, permitiendo a los estudiantes comprender y valorar las múltiples expresiones de la humanidad.

Invita a los educadores a ser artistas en su práctica, creando experiencias de aprendizaje que sean ricas, inclusivas y profundamente humanizadoras. Es un llamado a ver la educación no solo como una transferencia de conocimientos, sino como una elaboración artística que enriquece la vida y la cultura de cada individuo y de la sociedad en su conjunto

Así también es pertinente aun dar en la frase «un sistema digno y justo de evaluación que premie las iniciativas singulares y los múltiples talentos que hay en las aulas de clase» lo que pone de manifiesto la necesidad de una reforma profunda en los métodos de evaluación educativa. Un sistema de evaluación digno y justo debe reconocer y valorar la singularidad de cada estudiante, considerando que cada individuo posee un conjunto único de habilidades, intereses y formas de aprender. Este enfoque requiere un cambio hacia evaluaciones más holísticas y personalizadas, que puedan capturar y premiar diversas formas de inteligencia y creatividad. Premiar las iniciativas singulares implica reconocer y valorar la originalidad y el esfuerzo de los estudiantes que van más allá de los estándares convencionales. Esto podría incluir proyectos innovadores, contribuciones creativas, habilidades prácticas y logros en áreas no tradicionales. Un sistema así no solo motiva a los estudiantes a explorar y desarrollar sus talentos individuales, sino que también fomenta un ambiente de aprendizaje más inclusivo y estimulante.

Reconocer los múltiples talentos en las aulas significa ampliar la definición de éxito educativo. Más allá de las habilidades académicas tradicionales, esto incluye competencias artísticas, deportivas, sociales y emocionales. Un enfoque integral de la evaluación valora aspectos como la colaboración, la empatía, la resolución de problemas y la resiliencia, aspectos cruciales para el desarrollo completo del ser humano.

Implementar un sistema de evaluación justo y digno requiere un compromiso por parte de las instituciones educativas para desarrollar herramientas y métodos que sean flexibles y adaptativos. Esto podría incluir evaluaciones formativas continuas, portafolios de trabajos, autoevaluaciones y evaluaciones entre pares, así como la integración de tecnología para personalizar la retroalimentación. Un sistema de evaluación que premie las iniciativas singulares y los múltiples talentos es un paso hacia una educación más equitativa y enriquecedora. Es una llamada a reconocer y celebrar la diversidad de los estudiantes, promoviendo un ambiente donde cada individuo pueda alcanzar su máximo potencial y ser valorado por sus contribuciones únicas.

Luz Dary Hoyos, también estudiante del mencionado Doctorado apunta a decir, que 

el currículo es una  construcción novelada, por  supuesto que  en los últimos años, el currículo colombiano,  ha sido siso una especie  de personajes novelístico, razón poderosa  advierte  tu opinión, más  concretamente  sobre la injusticia cometida por el Estado hacia los más desfavorecidos, evidentemente  resaltas una critica elevada  sobre  sus políticas que han provocado desigualdad social, injusticia, irritación, rencor y desconfianza.  La derrotada  ley estatutaria injustamente  responsabilizaba solo a los docentes por los problemas en el sistema educativo, ignorando la responsabilidad del Estado, la familia y la sociedad. 

Queda al desvelo lo propuesto  de la  deficiente  ley estatutaria, que intentaba imponer un concepto de «calidad de la educación» basado únicamente en el desempeño de los maestros, fue rechazada gracias a la protesta del magisterio.  Ya   es hora  que  el  maestro  asuma y ocupe  su lugar,  seguimos  compartiendo y celebrando que esta ley haya sido derrotada. Necesitamos de un gran despertar  de  la nueva  era   del conocimiento educativo colombiano en defensa  de  una  educación libertaria.