PIOJÓ Y LOS BALNEARIOS EN EL ATLÁNTICO

Por Orlando Andrade Gallardo

Al fin, las organizaciones nacionales e internacionales están reconociendo la belleza natural de nuestras playas en el departamento del Atlántico, que desde siempre han existido pero ignoradas por las autoridades e instituciones encargadas de evaluarlas y promocionarlas. En esta ocasión el turno fue para Playa Punta Astilleros, ubicada en el hermoso municipio de Piojó, considerada en el ranking mundial como las mejores playas rurales, ocupando el octavo lugar y  diez en el Caribe y la primera de Colombia.

La merecida distinción de una playa que ha permanecido escondida a la vista de las autoridades departamentales y nacionales encargadas de fomentar el turismo, es una prueba que la industria sin chimenea que, según el presidente Petro, reemplazará las divisas al suspenderse la extracción del petróleo, requiere de una urgente  reingeniería. La Autopista al Mar de cuarta generación que enlaza las dos ciudades más importantes de la Costa, es un territorio sin explotar en materia turística y quienes tienen a su cargo esta misión no atienden el clamor de la población. La Costa Caribe, especialmente nuestro departamento, cuenta con lugares maravillosos para la recreación y práctica de los deportes acuáticos,  sin necesidad de salir del país, las playas colombianas no tienen nada que envidiar a las de México y la tradicional zona del Mediterráneo, pero no son explotadas con inteligencia. Balnearios como el Trébol, Caño Dulce, Punta Castilla, Puerto Velero,  Playa Mendoza,  Playa Abello, Santa Verónica y la joya de Piojó, para mencionar algunas se encuentran en bahías y ensenadas que garantizan seguridad al bañista, además de limpias aguas azules adornadas con paisajes como regalo de la naturaleza.

La comunidad de Piojó, donde se encuentra Playa Punta Astilleros, goza de un ambiente tranquillo que a través  de la historia ha fundamentado su existencia con valores ancestrales propio de los nativos que llegaron procedente de Tubará, Piojó,  afirman algunos historiadores tuvo sus inicios con la llegada  de  Francisco César, coronel enviado por Pedro de Heredia  desde Cartagena en 1549 para que explorara nuevos territorios; la otra versión que el pueblo fue entregado en Encomienda a don Juan Viloria y doña Constancia Herrera y una tercera con mayor fuerza es que el cacique  Piochón con 180 hombres se estableció en el lugar procedente de Tubará. Esta última versión tiene mayor fundamento por las características similares y costumbres  entre las dos comunidades, sus rasgos faciales, cabellos, estatura y anatomía  parecidas, en ambos pueblos encontramos apellidos Barraza, Tejera, Gallardo, para citar a tres.  La topografía de su territorio quebrado y con pendiente  propio para una postal, los paisajistas y acuarelistas disfrutarían recreando su imaginación y con el pincel pintar las maravillas de la naturaleza que en su conjunto es parecido al pesebre navideño. Piojó, no solo cuenta con el atractivo turístico de Playa Punta Astilleros, si no con más de 1,5 kilómetros de costa que en una ocasión estuvo en litigio pero ya fue superado; el volcán del Totumo es segundo en su género en el mundo y la ciénaga del mismo nombre, se encuentran en los límites con el departamento de Bolívar que es la única vía por donde ingresan los turistas para conocer y bañarse en esta joya de la naturaleza. El avistamiento de aves es una opción para atraer turistas y el senderismo ecológico es otra actividad que se debe explotar por las condiciones de los terrenos; la obra de ingeniería del parque temático es un gran atractivo.

En fin,  Piojó es una caja de pandora por los nichos ocultos que se encuentran en su territorio, para muchos colombianos el municipio es desconocido y los gobiernos poca o nada es lo que hace por ayudar a superar las necesidades. En la actual administración llegaron funcionarios con  algunas ayudas por la caída de viviendas que se presentaron por causa del fuerte invierno. La comunidad de Piojó pertenece a la etnia Arawak-Mokaná, su lengua primitiva que desapareció por el poco uso, era HU, al igual que su dios,  afirma la leyenda, el significado de HU es la esquina tranquila. Una de las pruebas que las dos poblaciones tienen mucho en común es que en el corregimiento de El Morro de Tubará, hay una piedra pintada que en realidad es un petroglifo con  una serie de ideogramas o figuras de animales  de cada una de las regiones: Tubará, caracol marino, tortuga, cangrejo; Piojó: tigre y la hormiga,  Baranoa: oso hormiguero. Todos estos símbolos pintados en bajo relieve en piedra, se conocen con el nombre de arte rupestre. En otro ideograma hay un indio sin pluma que pertenece a la tribu Mokaná.