Mientras el alcalde está en silencio, los pequeños comerciantes están siendo oprimidos en la ciudad por los grupos armados.



Santa Marta, una ciudad que alguna vez fue sinónimo de progreso y desarrollo, está retrocediendo a tiempos oscuros que se creían superados. Esto fue evidente este miércoles; las calles desiertas y los comercios cerrados no fueron consecuencia de una emergencia sanitaria, sino del miedo infundido por un presunto paro armado anunciado por las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada de Santa Marta (ACSN). Este alarmante escenario revela no solo la vulnerabilidad de la ciudad ante los grupos armados, sino también la inaceptable pasividad de las autoridades del Distrito.
Hace muchos años que la capital del departamento no vivía bajo el yugo del miedo impuesto por grupos ilegales. Sin embargo, la inacción de la Alcaldía y la Policía ha permitido que esta situación se reinstale, afectando gravemente la vida cotidiana y la economía de la ciudad. Desde las primeras horas del día, los propietarios de negocios en el Mercado Público y en barrios como Pescaíto, 20 de Julio, 11 de Noviembre y Los Almendros decidieron no abrir sus establecimientos por temor a represalias. La medida de presión ha sido efectiva, con más del 80% de los establecimientos cerrados, incluidos negocios pequeños y medianos que dependen del flujo constante de clientes.
Los testimonios de los comerciantes son desgarradores y reflejan una desesperanza creciente. «Nos están obligando a no abrir nuestros locales. Hombres, al parecer de las autodefensas, llegan y nos dicen que cerremos y bajemos las esteras. Esta situación es muy preocupante en Santa Marta y está generando mucho temor. La Policía dice que garantiza la seguridad, pero vemos muy pocos policías en las calles porque la ciudad se encuentra sola», expresó un comerciante del barrio Los Almendros. Este testimonio no solo revela el miedo, sino también la sensación de abandono por parte de las autoridades.
A pesar de los esfuerzos y las acciones anunciadas por parte de la Policía Metropolitana, la situación de tensión no ha disminuido. Testigos y habitantes han informado que sujetos en motocicleta, presuntamente afiliados a los grupos armados, han estado llegando a los negocios para exigir su cierre inmediato. La percepción de inseguridad sigue siendo alta entre los habitantes, quienes temen que la situación pueda escalar si no se toman medidas contundentes contra los grupos armados.


La ineficiencia de las autoridades está causando graves afectaciones a los ciudadanos, permitiendo que los delincuentes impongan su ley en la ciudad. La administración ha demostrado ser incapaz de garantizar la seguridad y el orden, generando que el Distrito retroceda a épocas de violencia y temor.
Es imprescindible que las autoridades tomen medidas inmediatas y contundentes. No basta con instar a la calma; es necesario un plan de acción integral que incluya un aumento significativo de la presencia policial y militar en las zonas más afectadas, medidas de apoyo a los comerciantes perjudicados y, sobre todo, una estrategia a largo plazo para desarticular a los grupos ilegales. El Estado debe recuperar el control y proteger a sus ciudadanos de la violencia y la intimidación.
La situación actual es un llamado de atención urgente. La administración debe asumir su responsabilidad y actuar con firmeza. No podemos permitir que el miedo y la inseguridad sigan dictando el día a día de una ciudad. Santa Marta merece vivir sin miedo, con la certeza de que el Estado está presente y dispuesto a defender sus derechos.