En una reciente declaración, el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, abordó los desafíos y metas que enfrenta la capital del Atlántico como un referente en el Caribe colombiano.
Char reconoció que Barranquilla tiene un endeudamiento, pero lo considera permisible y equiparable al de cualquier ciudadano. Destacó que la relación con los bancos está en verde y enfatizó que todos los recursos se destinan al beneficio de la comunidad.
El alcalde expresó su ambición de posicionar a Barranquilla como el epicentro regional, resaltando que esto se logra mediante resultados que fomenten una ciudad próspera y segura. Afirmó que la ciudad está destinada a grandes logros.
En cuanto a la seguridad, Char subrayó el compromiso de su administración en combatir la inseguridad, colaborando estrechamente con la Policía Nacional para abordar delitos como el robo de tierras, el préstamo gota a gota y las extorsiones.
Entre los proyectos destacados de su gestión, Char mencionó el Malecón del Río, que ha impulsado el turismo en Barranquilla y se ha convertido en el sitio más visitado en Colombia. Además, resaltó la importancia de la protección de la Ciénaga de Mallorquín como un tesoro natural que contribuye a mitigar el cambio climático.
Ante el alto costo de la energía, el alcalde anunció planes para la autogeneración de energía a través de una granja solar con 29.000 paneles solares, con el objetivo de reducir las tarifas del alumbrado público.
Finalmente, Char reiteró su oposición a la reelección como solución a los problemas de Colombia, pero destacó su disposición para colaborar con el Gobierno y su buena relación con el presidente Gustavo Petro.
En uno de los últimos análisis realizado por Fundesarrollo, se reveló que los gastos del Distrito de Barranquilla alcanzaron la cifra de 4.9 billones de pesos. Dentro de estos gastos, el 12% se destinó a gastos de funcionamiento, mientras que un significativo 82% fue invertido en diversos proyectos. Sin embargo, un aspecto que preocupa es el 6% destinado al servicio de la deuda, que totalizó 311 mil millones de pesos, incluyendo pagos de intereses y aportes a capital de créditos adquiridos por la ciudad.
Es evidente que la financiación de la deuda en Barranquilla es considerablemente más alta que en otras ciudades importantes del país, como Bogotá y Cali.
La preocupación sobre el endeudamiento público de Barranquilla se ha vuelto tema de discusión. Se ha señalado que la ciudad podría estar en el rango de ‘deterioro’ debido a la falta de informes precisos sobre su deuda. A pesar de que recientemente el Banco Interamericano de Desarrollo aprobó un crédito significativo para el distrito, persisten inquietudes sobre la transparencia en la gestión de la deuda.
La raíz del problema radica en el crecimiento desproporcionado del gasto público desde 2017, superando con creces los ingresos disponibles. Este desequilibrio ha obligado a cubrir los déficits presupuestales con deuda pública, lo que pone en peligro la estabilidad financiera a largo plazo de la ciudad. Los indicadores de solvencia presentados en el informe de viabilidad fiscal del Ministerio de Hacienda resaltan la necesidad urgente de replantear la sostenibilidad de este modelo de crecimiento del gasto.
El incremento de la deuda pública puede impactar de diversas formas a la ciudadanía. Puede resultar en medidas de austeridad y recortes que afectan el crecimiento económico y el bienestar de los ciudadanos. Además, puede conllevar una mayor dependencia de transferencias y bajos niveles de inversión, así como un aumento en los impuestos y una disminución en el gasto público.
Si bien los gastos en infraestructura representan una parte significativa del endeudamiento público, es crucial preguntarse si estos son realmente rentables para una ciudad como Barranquilla. Si se utilizan para financiar inversiones públicas que impulsen el crecimiento económico y mejoren la calidad de vida de los ciudadanos, entonces pueden considerarse como una inversión provechosa. El crecimiento observado en la industria manufacturera de la ciudad, tanto en producción como en ventas reales, sugiere que estas inversiones pueden tener un impacto positivo en el empleo y la economía local.