Las autoridades están bajo la lupa pública tras conocerse movimientos sospechosos de helicópteros y vehículos blindados, propiedad de un grupo empresarial de Santa Marta. Según fuentes consultadas, estos transportes se utilizaron para mover al abogado del bufete de Abelardo de la Espriella, Daniel Peñarredonda, investigado por obstrucción a la justicia, junto a otra abogada aún no identificada.
La información sugiere que el objetivo de estos movimientos era recoger 2.000 millones de pesos de la organización criminal Los Pachencas, ahora conocida como Autodefensas Conquistadores de la Sierra. Estos fondos presuntamente buscaban influir en una orden judicial para entorpecer el proceso postelectoral de la alcaldía de Santa Marta y evitar la entrega de la credencial a Jorge Agudelo.
Algunos funcionarios contactados han rechazado ofertas de soborno, demostrando integridad en sus acciones. Sin embargo, la sombra de la corrupción persiste, y la comunidad confía en que los jueces continuarán actuando con justicia y rectitud, resistiendo los oscuros intereses detrás de la campaña perdedora.
La petición de veeduría nacional e internacional en este proceso no es infundada. La lucha es contra verdaderas organizaciones criminales, tanto en la política como fuera de ella.
El gobernador Rafael Martínez se pronunció en su cuenta de X, advirtiendo sobre un «peligroso ejercicio» de la Alcaldía de Santa Marta. Criticó la apertura de la puerta a los falsos positivos de Álvaro Uribe con incentivos, cuestionando el destino de los mil millones de pesos en recompensas ofrecidas por el ilegal amparado por el partido Centro Democrático.
La preocupación crece en torno a la posibilidad de que los impuestos terminen financiando «limpiezas sociales» y favoreciendo a uno de los bandos en la guerra por el control del microtráfico y la salida de droga de la ciudad, disputada entre el Clan del Golfo y Los Pachencas. Estas actividades cuentan con la complicidad de manzanas podridas dentro de las instituciones, evidenciando un marcado interés por parte de actores corruptos.