La tensión política y social aumenta en medio de una ola de calor, inseguridad y violencia, mientras el país se divide ante los comicios.
México se encamina hacia las elecciones presidenciales de este domingo en un contexto de profunda división social y política. La tensión es tan palpable que amigos y familiares evitan hablar de política para no agravar las diferencias irreconciliables surgidas en los últimos años. Además, el país está fragmentado por los cárteles de la droga, que han convertido la nación en un mosaico de feudos en guerra, aumentando la sensación de inseguridad y violencia.
A esta situación se suma una inusual ola de calor que afecta gran parte del territorio, acompañada de sequías, altos niveles de contaminación y un aumento en la violencia política. La gran incógnita es si el próximo presidente de México podrá frenar esta espiral de violencia y polarización.
Soledad Echagoyen, médica de la Ciudad de México y simpatizante del partido Morena del presidente Andrés Manuel López Obrador, expresó a The Associated Press que la discusión política entre sus colegas se ha vuelto imposible. “Para no perder amistades, desde hace seis años decidimos no sacar el tema de la política, porque estábamos discutiendo y los ataques empezaron a tornarse personales”, comentó Echagoyen.
Luis Ávalos, un estudiante de 21 años de la Ciudad de México, también enfrenta la polarización, aunque desde una perspectiva crítica. “Hay demasiado odio”, afirma Ávalos, quien ha sido acusado por sus amigos de “traicionar al país” por no apoyar a López Obrador.
En el ámbito político, la candidata de oposición Xóchitl Gálvez ha centrado su campaña en criticar la política de “abrazos, no balazos” de López Obrador, que evita confrontar directamente a los cárteles de la droga. Gálvez se enfrenta a Claudia Sheinbaum, exalcaldesa de la Ciudad de México y candidata por Morena, quien promete continuar con todas las políticas del actual presidente.
López Obrador, una figura central en esta contienda electoral, describe cada tema como una lucha entre las fuerzas de la “buena gente” y oscuras conspiraciones conservadoras, avivando así las llamas de la división y la ira. “Más que una elección, esto es un referéndum para elegir el tipo de país que queremos”, declaró recientemente, comparando su papel al de Donald Trump en Estados Unidos.
En México, al igual que en muchas otras partes del mundo, las fuerzas del populismo están en lucha contra una democracia liberal cada vez más polarizada. Las cuestiones de identidad nacional, la influencia de los extranjeros y la exclusión económica han dividido al país.
“En este país lo que se está construyendo no es un sentido de ciudadanía, sino más bien de bases de votantes”, dice Gloria Alcocer, directora de la revista cívica Voz y Voto. Morena, el partido gobernante, ya ostenta las gobernaciones de 23 de los 32 estados y busca una mayoría de dos tercios en el Congreso para poder modificar la Constitución a voluntad.
Para muchos mexicanos, las políticas de López Obrador han sido un alivio tras décadas de administraciones neoliberales. Bajo su mandato, el salario mínimo se ha más que duplicado, aunque sigue siendo insuficiente. No obstante, el presidente ha glorificado el trabajo manual, defendido los subsidios gubernamentales y enaltecido los valores familiares y culturales tradicionales de México.
En la carrera presidencial, Sheinbaum carece del carisma de López Obrador, mientras que Gálvez, una empresaria de tecnología con origen indígena, ha capturado la atención con su estilo directo, aunque no exento de errores.
Las elecciones del domingo también decidirán escaños en el Congreso y miles de cargos locales, y están marcadas por la violencia: 27 candidatos han sido asesinados este año. Según el profesor Carlos A. Pérez Ricart, “donde no hay tiroteos es porque las instituciones ya están tomadas por los cárteles”.
Además de la violencia, México enfrenta una ola de calor que ha causado la muerte de animales salvajes y ha exacerbado la escasez de agua y la contaminación del aire en la capital, donde se ha restringido el tráfico vehicular.
En este contexto, la reconciliación parece lejana, y las elecciones no se perfilan como particularmente reñidas. “Este país realmente no podría soportar un estrecho margen de victoria”, concluye Pérez Ricart para AP, subrayando la falta de verdaderos demócratas en ambos bandos.