Ya era hora que se aceptara por parte de nuestros gobernantes, la importancia de la actividad del turismo y que se continúe trabajando –como lo están haciendo– para que los atractivos de Barranquilla y del Atlántico –que no son pocos– sean incluidos en los paquetes turísticos que ofrecen las empresas promotoras de este renglón de la economía para otras zonas de nuestra región Caribe.
Acogiendo conceptos e inquietudes de las distintas comunidades de esta zona caribeña, en anteriores ocasiones hicimos referencia en este mismo espacio editorial, a la importancia de buscar los medios, mecanismos y herramientas necesarias que permitan convertir al sector turístico en una de las alternativas económicas para nuestra ciudad de Barranquilla y el departamento del Atlántico.
El sector turístico, al menos en lo que respecta a la parte gubernamental en el Atlántico, siempre había estado abandonado por décadas y los mínimos proyectos que se iniciaron fueron efímeros, rápidamente olvidados. Nunca se habían realizado inversiones de importancia como ahora y sobre todo responsables, donde no se desperdiciaran los pocos recursos que se destinaban a esta actividad, considerada como una importante fuente de empleos en otras zonas de nuestra región Caribe.
Es necesario que el sector oficial trabaje mancomunadamente con el privado, para catapultar el turismo en la mejor alternativa de desarrollo económico y social de Barranquilla y el Atlántico, con sus municipios costeros.
Por esta razón es que sugerimos que las administraciones tanto distrital como departamental y los gremios deben unirse para trabajar durante todo el año –no solamente durante la temporada de Carnaval–en la que sin duda se cumplen importantes objetivos que contribuyen para hacer crecer el turismo en el departamento como una verdadera “industria sin chimenea”.
El potencial de Barranquilla y el Atlántico es inmenso y podemos decir que el solo hecho de darle la importancia turística que representa el río Magdalena, con el Gran Malecón como un ejemplo muy positivo, es un paso firme hacia el fomento del turismo en nuestra ciudad, tal como ocurre en grandes urbes del mundo como Londres, Berlín, Sevilla, Nueva York, Nueva Orleans que tienen en el estuario de sus ríos una verdadera fuente de atractivos como las que hoy también existen en la Puerta de Oro de Colombia.
En LA LIBERTAD siempre habíamos insistido que el tema del turismo obligaba a definiciones serias e impostergables, porque Barranquilla y el Atlántico podrían convertirse en uno de los destinos más preferidos de los viajeros.
Sin duda que gran parte de la culpa debe adjudicarse a los propios atlanticenses con sus autoridades del pasado a la cabeza, porque nunca le habían asignado al tema del turismo la importancia que merecía y cuando se realizaban los nombramientos y se destinaban exiguos recursos a la promoción y al establecimiento de un sistema de información y atención al turista, las designaciones recaían en personas poco comprometidas convirtiéndose en funcionarios que desperdiciaban los recursos que deberían tener óptima utilización.
Esa falta de una definición política acertada se había convertido a través de tiempos pasados, en una gran pérdida de oportunidades, patentizada en el desaprovechamiento de recursos que languidecían sin la correcta utilización y en subestimar el impacto económico y laboral que tiene tan inmenso potencial en nuestra zona costera, por lo que siguen produciendo mucho optimismo los proyectos anunciados por el actual gobernador Eduardo Verano De la Rosa y el alcalde Alejandro Char en el sentido de que trabajarán denodadamente por conducir a Barranquilla y al Atlántico por las sendas del fortalecimiento del turismo.
El convertir el turismo en una alternativa de desarrollo es el principal reto que debemos asumir los barranquilleros y atlanticences.