EDUCACIÓN Y CURRÍCULO: EL BINOMIO FORMATIVO 

POR: DIEGO DE JESÚS GONZÁLEZ BELTRÁN 

La educación es un pilar fundamental que define el futuro de las nuevas generaciones y el desarrollo de un país. En este contexto, el papel del Estado se vuelve esencial, ya que debe garantizar una educación integral, digna, pertinente y de calidad, que se adapte al contexto, a las necesidades y a la formación de buenos ciudadanos. Como futuros docentes, es imperativo que seamos críticos respecto a la educación en Colombia, ya que hay aspectos que necesitan mejorarse.

Tal sería el caso de cuestionar la utilidad de la prueba de estado y la política de estandarización del Ministerio de Educación Nacional (MEN), debido a que estas prácticas promueven una visión tecnocrática e instrumentalista de la educación. En lugar de cultivar ciudadanos reflexivos y críticos, estas políticas reducen la formación a un conjunto limitado de conocimientos y habilidades que pueden ser medidos de manera estandarizada, por lo que reducen la formación a la mera preparación para exámenes estandarizados, generando una presión indebida sobre estudiantes y docentes, quienes se ven obligados a enfocarse en la preparación para estas pruebas en lugar de en un aprendizaje significativo y enriquecedor.

Además, estas políticas no solo limitan el desarrollo integral de los estudiantes, sino que también perpetúan desigualdades sociales al privilegiar a aquellos con acceso a recursos adicionales para prepararse para las pruebas, mientras que dejan rezagados a quienes provienen de entornos desfavorecidos o tienen estilos de aprendizaje diferentes. Esto socava el principio de equidad en la educación y perpetúa la exclusión de ciertos grupos de la sociedad.

Es importante resaltar que estas pruebas generan una homogeneización del currículo al enfocar la enseñanza y el aprendizaje en los temas y habilidades evaluados en dichos exámenes. Esto limita la diversidad y riqueza de experiencias educativas, lo cual es problemático, ya que el currículo no debería ser uniforme, porque al ignorar las necesidades, diferencias contextuales y culturales entre regiones y comunidades puede conducir a una educación poco relevante y pertinente para los estudiantes.

Para contrarrestar esta visión tecnocrática e instrumentalista de la educación, es esencial construir currículos críticos, contextualizados y pertinentes. Estos currículos permiten a las instituciones educativas adaptar sus programas de estudio a las realidades locales de manera más efectiva, reconociendo y valorando la diversidad cultural y social de los estudiantes como un elemento central. Esto implica que los contenidos, métodos de enseñanza y recursos educativos se diseñen y seleccionen teniendo en cuenta las características únicas de cada comunidad y región. 

Al priorizar estas realidades locales, se busca garantizar una educación que sea pertinente y significativa para los estudiantes, ya que se abordan temas y problemáticas que tienen un impacto directo en sus vidas cotidianas. Esto no solo enriquece su experiencia educativa, sino que también promueve un sentido de pertenencia y conexión con su entorno, lo que puede motivar un mayor compromiso y participación en el proceso de aprendizaje.

Además, al reconocer y valorar la diversidad cultural y social de los estudiantes, se fomenta un ambiente inclusivo y respetuoso en el aula, donde se celebren las diferencias y se promueva el diálogo intercultural. Por lo que esta adaptación de los currículos a las realidades locales y la valoración de la diversidad cultural y social de los estudiantes son fundamentales para una educación integral que promueva el desarrollo personal, académico y social de los estudiantes en su totalidad.

Un ejemplo general puede ser un currículo que incluya la historia y la cultura local como parte integral de sus contenidos. Los estudiantes podrían estudiar eventos históricos que han dado forma a su comunidad, explorar las tradiciones culturales de su región y aprender sobre las figuras destacadas que han contribuido al desarrollo local. 

Un ejemplo concreto sería que una institución educativa de Galapa identifique la necesidad de aumentar el sentido de pertenencia de su comunidad y brinde la posibilidad formativa de adentrarse en su historia mediante los recursos locales brindados por el municipio como sería el Museo Arqueológico de Galapa, donde se muestra una amplia colección de artefactos y exhibiciones que ilustran la rica historia precolombina de la región. 

Los estudiantes podrían visitar el museo como parte de su educación, donde tendrían la oportunidad de explorar artefactos antiguos, aprender sobre las culturas indígenas que habitaron la zona y comprender cómo estas comunidades influyeron en el desarrollo de la región. Además, podrían participar en actividades educativas diseñadas para promover la apreciación y el entendimiento de la historia y la cultura local. Esta experiencia no solo enriquecería su educación, sino que también les conectaría con su patrimonio cultural y les inspiraría a ser guardianes de su historia y tradiciones.

Otro aspecto importante de un currículo contextualizado es la inclusión de múltiples perspectivas y voces. Esto significa reconocer y valorar las diferentes experiencias y puntos de vista de los estudiantes, así como incorporar la diversidad étnica, cultural, lingüística y de género en todos los aspectos del aprendizaje. Al hacerlo, se fomenta un ambiente inclusivo donde todos los estudiantes se sienten representados y valorados.

Al contextualizar la enseñanza, se fomenta una mayor relevancia y significado para los estudiantes, quienes pueden identificarse con las problemáticas y experiencias abordadas.

Al incorporar ejemplos, situaciones y problemas que reflejen su entorno y experiencias, se crea un puente entre lo que se enseña en el aula y la realidad que enfrentan fuera de ella. 

Esto les permite a los estudiantes no solo comprender mejor los conceptos, sino también ver la relevancia directa de lo que están aprendiendo en su vida diaria.

Además, los currículos deben ir más allá de simplemente transmitir conocimientos y habilidades académicas. Deben ser diseñados para fomentar el desarrollo integral de los estudiantes como individuos críticos, reflexivos y comprometidos con su entorno. Esto implica no solo enseñarles a pensar de manera crítica, cuestionar las normas establecidas y considerar diversas perspectivas, sino también motivarlos a aplicar ese pensamiento crítico en la vida real.

Los currículos deben proporcionar oportunidades para que los estudiantes reflexionen sobre su propio aprendizaje, sus experiencias y sus valores. Deben alentarlos a cuestionar y analizar no solo lo que están aprendiendo, sino también por qué están aprendiendo y cómo eso se relaciona con su vida y su comunidad.

Por lo tanto, el currículo debe inspirar y capacitar a los estudiantes para la acción transformadora. Esto implica no solo enseñarles conocimientos y habilidades, sino también motivarlos a cuestionar las normas establecidas y a considerar diversas perspectivas. En este sentido, la construcción de currículos críticos, contextualizados y pertinentes se vuelve esencial. Estos currículos no solo proporcionan a los estudiantes una comprensión profunda de los temas, sino que también los desafían a reflexionar sobre su impacto en la sociedad y a tomar medidas para abordar los problemas identificados. Al contextualizar la enseñanza y alentar el pensamiento crítico, estos currículos preparan a los estudiantes para ser agentes de cambio en sus comunidades, y cumplen con el propósito esencial de formar buenos ciudadanos. Este texto hace parte de la cotidianidad formativa en el programa de Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico, para desarrollar y fortalecer los procesos de lectura y escritura curricular (I-2024).