Una ofensiva sin precedentes en la historia de Barranquilla es la que actualmente desarrolla la Policía Metropolitana contra las bien organizadas bandas de distribuidores de marihuana, bazuco, cocaína y otros productos de prohibido consumo, diseminadas en todo el perímetro urbano de la ciudad y poblaciones circunvecinas, con el fin de contrarrestar la proliferación de lo que hemos llamado verdaderos ‘centros de acopio’, los cuales cuentan con una poderosa red de distribuidores minoristas que se mueven en todos los rincones de nuestra urbe, un aspecto que se ha convertido en motivo de gran preocupación por parte de las autoridades y de la gente de bien de la Puerta de Oro de Colombia.
En Barranquilla no cesan las capturas de expendedores de drogas alucinógenas, como resultado de las acciones emprendidas por la Policía, que con su escuadrón conformado para estos menesteres –hay que reconocerlo– ha logrado controlar la arremetida de varias bandas dedicadas a la distribución de estos productos de prohibido consumo, especialmente de marihuana y bazuco.
De acuerdo con las informaciones entregadas por la institución, la idea es erradicar definitivamente esta práctica ilegal en el perímetro urbano de Barranquilla y su Área Metropolitana, tal como lo hemos destacado en nuestra crónica judicial, en los últimos días.
Es digno de destacar el hecho de producirse a diario la captura de una alarmante cifra de mercaderes del vicio, que tienen su centro de operaciones en diferentes barrios de la ciudad, entre los cuales se destacan, Rebolo, Zona Cachacal, Carrizal, Siete de Abril, Villa Flor, La Central, Villa Ester, El Boliche, Barranquillita, Villanueva, Barlovento, La Chinita, La Sierrita, Las Gardenias y otros sectores periféricos de nuestra urbe, que últimamente se han convertido en sitios de almacenamiento, en donde se ha allanado un número considerable de residencias utilizadas como expendio de sustancias alucinógenas, cuyos propietarios están siendo objeto de procesos de extinción de dominio.
Difícilmente el país podrá mejorar los niveles actuales de consumo de drogas y de sustancias que producen dependencia síquica y abandonar ese deshonroso lugar que le han dado las propias estadísticas oficiales que se llevan sobre este dramático problema que vive Colombia y el mundo.
Un nuevo reconocimiento, esta vez nada envidiable, se ha ganado Colombia en el panorama mundial, se trata del cuarto puesto en el mundo en consumo de anfetaminas, tranquilizantes, estimulantes y medicamentos que eliminan la ansiedad.
Según un estudio sobre la salud mental realizado por el Ministerio de Protección Social, Colombia es uno de los países con más alto consumo de sustancias que crean dependencia síquica. Y lo peor, todo esto ocurre mientras la utilización de las drogas tradicionales sigue por lo menos con los mismos niveles de los últimos años.
Este estudio revela por ejemplo, que la mayoría de los jóvenes está iniciando la utilización de estas drogas cuando apenas tiene diez años de edad.
Todo esto con un agravante mayor y es que en Colombia a pesar de que la distribución de algunos medicamentos requiere de autorización oficial y su venta a través de una fórmula médica, nada de esto opera y en la práctica todas o casi todas estas sustancias alucinógenas se consiguen sin mayor dificultad en el mercado negro farmacéutico, cuando no en las esquinas y farmacias del barrio.