Por Jorge Luján López
Colaborador
Qué pasaría con la pasta dental, con el jabón, con las cámaras digitales, con las computadoras, con la gasolina de automotores y de aviones, con los neumáticos de nuestros vehículos, con los lentes de contacto, con los aceites de automotores, con las prótesis médicas, con las grasas y muchos otros productos derivados del petróleo que se me escapan por el momento. Si el petróleo desaparece hoy, estos y muchos otros productos y servicios que dependen directamente de este valioso recurso y sus derivados dejarán de existir y desaparecerían de la faz de la tierra. Las redes de transporte se paralizarán, millones estarán condenados a congelarse en el invierno y las cadenas de suministro colapsarían.
Tanto la Opep, como la Revista Estadística de Energía Global para el 2022 concluyen que los combustibles fósiles constituyen un 82% del balance energético global de 2022, la mayoría de los debates que se hacen sobre la transición energética no deben ignorar el rol estratégico que tienen los combustibles fósiles como el petróleo.
El reto que presenta el cambio climático es monumental, sin embargo compensar la creciente demanda de energía y mitigar los efectos del cambio climático no deben estar contrapuestos.
Son muchos los esfuerzos y recursos que invierte la Opep para descarbonizar esta industria. Podemos concluir que es perfectamente posible invertir en gran escala, en recursos renovables, mientras continuamos produciendo el petróleo que el mundo necesita hoy día, como también en las décadas por venir especialmente porque la Historia (maestra de la vida) nos demuestra que las transiciones energéticas evolucionan en plazos de décadas y estos muchas veces toman múltiples caminos.
Hasta ahora no hay una sola fuente de energía que pueda hacer frente a los requerimientos energéticos futuros.
Si logramos construir un paradigma que involucre a todas las fuentes y todos los tecnológicos disponible sería un gran acierto como ya lo expresamos anteriormente. Los países de la Opep están listos, dispuestos y capaces de proveer de energía asequible y necesaria para compensar esta demanda futura, mientras reducen sus emisiones y contribuyen en la indicaciones de esa pobreza energética.
La industria petrolera debe jugar un rol central en el progresivo mejoramiento de la vida de miles de millones de personas. Si esto ha de continuar y el mundo actual se toma en serio la responsabilidad de implementar transiciones energéticas, para compensar los requerimientos futuros, mientras se garantiza la seguridad energética para todos, la desinversión en el sector petrolero debe ser inmediatamente remediada o buscarle solución al mismo tiempo.